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Ana Botella: “Yo he tenido que reinventarme muchas veces en mi vida”

Por Redacción Capital

–¿Qué ventajas o desventajas le ha reportado ser la mujer de Aznar?
–Nunca me he sentido condicionada por eso. Ni me lo he planteado. Estoy muy orgullosa de ser la mujer de Aznar y le admiro mucho, pero yo siempre he tenido mi personalidad.
–¿Pero algún influjo tendrá Aznar en usted como política y usted en él?
–Claro que sí. Llevamos juntos desde que teníamos veintiún años. Pero nos influimos sin influirnos. A mí no se me ocurre llegar a casa y contarle los ajetreos de la política local, que si la zona verde, que si aquello otro. Encuentro muy aburridas a las personas y a las parejas que en casa sólo saben hablar de trabajo. En la vida hay muchas más cosas...
–¿Pero hablarán de política, de economía, de lo que pasa en el mundo...?
–¡Hombre claro! ¡Cómo no vamos a hablar de política y economía con la que está cayendo! Pero no de pequeños detalles. Me gusta más que me cuente cosas de política internacional, que es tan cambiante y que él conoce tan de cerca. Pero insisto, eso de seguir en casa con las cosas del despacho, pues no, la verdad.
Cuando Ana Botella elogia el conocimiento que tiene su marido de la política internacional se refiere no sólo a la experiencia que éste adquirió como presidente del Gobierno (1996-2004), sino también a esa “nueva vida” que emprendió cuando, tras salir de Moncloa, empezó a dar conferencias e impartir clases en prestigiosas universidades norteamericanas, como Georgetown –durante siete años– y ahora en la universidad Johns Hopkins (Baltimore). También preside la Fundación Faes, el laboratorio de ideas del PP, aunque Aznar se prodiga más fuera de España que dentro. “La verdad es que el papel de los ex presidentes del Gobierno no está tan claro en España como en otros países, donde sí dan valor  a la experiencia de los ex mandatarios. Una pena. Pero yo creo que con el tiempo se normalizará; todavía somos una democracia joven y eso influye. Mira, mi marido salió de Moncloa con 50 años y tenía que ganarse la vida. Afortunadamente, ahora tiene su vida organizada y está contento.
–¿La percepción que tenía de la política desde Moncloa fue muy diferente a la que luego vio en el ayuntamiento? ¿Le sorprendió algo?
–Pues no. Sabía que la política local es más cercana al ciudadano y con resultados más rápidos. Además, yo he desarrollado toda mi vida en torno a la administración [Es funcionaria Técnica de Información y Turismo y ha trabajado en la administración en Logroño, Valladolid y Madrid].
–¿Cuál es ahora su reto en el Ayuntamiento?
–En estos momentos, el reto de Madrid y de cualquier otra administración es ahorrar. En nuestro caso, además, rentabilizar las inversiones que hemos hecho y llegar a un método de gestión más eficaz. Ahora van a ir venciendo las concesiones de los principales servicios y hay que cambiarlos por modelos más baratos, que primen objetivos.
–Vamos, que ya no habrá más proyectos faraónicos...
–No. [Rotunda]
–Pero sí presentan otra vez la candidatura olímpica de Madrid...
–Sí. Por varias razones. Una, porque ya están hechas aproximadamente el 70% de las infraestructuras. Dos, porque hasta que en 2013 no se decida si Madrid gana o no, el dinero que hay que invertir es muy poco. Y tres, porque si ganamos, de aquí a 2020 habrán cambiado mucho las cosas y la economía habrá mejorado. Así que está todo calculado.
–Madrid ciudad olímpica es un sueño de Gallardón. ¿También suyo?
–Es un sueño para cualquiera. Madrileño o español, porque para mí es difícil separar la ciudad de Madrid de la capital de España. Si Madrid fuera olímpica sería una ilusión colectiva de toda España.
–¿Cuál es su sueño para Madrid?
–Soy poco dada a los sueños.Yo creo en el día a día. No sólo en política, sino en la vida en general.
–¿Y no sueña con ser alcaldesa? Si gana el PP y Gallardón salta a la política nacional, usted podría ser la alcaldesa. ¿Se ve en ese papel? ¿Es una posibilidad?
–Lo único que sé es que a estas horas nadie sabe qué es lo que piensa hacer Mariano Rajoy. Yo sé algo de cómo se forma un Gobierno, y nunca he visto que, con varios meses de antelación, alguien diga a quién va a hacer ministro. Eso no lo sabe nadie. Son sólo suposiciones.
–Bueno, supongamos que Gallardón se va. ¿Le apetecería ser alcaldesa?
–Vuelvo de decir lo mismo. Yo gestiono el día a día y con eso tengo bastante. Igual que nunca miro atrás, tengo claro que, como cantaban los Beatles, la vida es aquello que pasa mientras hacemos planes. Además, para mí el trabajo es importante, pero mi vida tiene otras muchas cosas.
Está claro que no le vamos a sacar una frase que le comprometa lo más mínimo sobre si sucederá o no a Gallardón. Quizá por otro frente...
–Dice usted que le gusta viajar, leer, charlar, visitar exposiciones... pero ser alcalde roba mucho tiempo. ¿Estaría dispuesta a entregar ese tiempo?
–Es posible.
Nada. No hay manera. Sabe bien qué debe decir y hasta dónde puede llegar. ¿Tendría esta habilidad hace ocho años o se ha curtido este tiempo al lado de ese animal político, cauto e inteligente, que es Gallardón?
–¿Qué ha aprendido de Gallardón?
–Mucho. Él es uno de los políticos más importantes de este país. Con mucha experiencia, en la Comunidad, donde tiró muchos mitos; en el Ayuntamiento... Alberto es un hombre muy culto, con una idea muy clara de lo que quiere de Madrid. Es un político que nombra, delega y deja hacer. Se trabaja muy bien con él.
–Un hombre de tanta valía, que siempre haya sido el verso suelto del PP. ¿Por qué no se le ha explotado?
–Como él dice, el verso suelto también forma parte del poema. Y no estoy de acuerdo en que no se le haya explotado bien en el PP. Es de los más valorados y, teniendo en cuenta que lleva más de veinticinco años en política, ¡con lo que destroza la vida política!... eso ya dice mucho de él.
–Usted, que está cerca de Gallardón y Esperanza Aguirre, ¿cómo ve las tensas relaciones entre ambos?
– Es lógico que entre dos administraciones que operan sobre el mismo territorio con fuertes competencias, no siempre delimitadas, se produzcan a veces fricciones. Pero las diferencias que hayan podido tener no han influido en la política. Ambos son dos personalidades importantes y muy valoradas por los ciudadanos.
Ella no tiene ese peso. Todavía no. Pero, en este ejercicio de reinventarse a sí misma, Ana Botella ya no es sólo la mujer de Aznar. Ni la segunda de Gallardón. Es una política curtida en pequeñas y grandes batallas que sabe moverse con discreción en el terreno de juego. Que sigue todo de cerca y que vive la política con tal pasión que, aunque ha terminado la entrevista –le reclaman para un acto en Cibeles– no puede evitar seguir hablando mientras salimos. ¿Elecciones anticipadas? “Esperemos que sí, pero no tiene sentido que sigan adelante con los Presupuestos de 2012” ¿Cúal será la jugada de Rubalcaba? “A ver, igual intenta que no tengamos mayoría absoluta”. Ana Botella confía en una victoria rotunda del PP, el partido en el que milita desde joven, el partido que llevó a su marido a Moncloa y el partido que, si Rajoy llama a Gallardón, puede convertirla en la primera alcaldesa de Madrid.
(Para ampliar información, ya está en su quiosco el número de agosto de la revista Capital)]]>

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