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democracia

La estadística y los peleles 

“Hay algo intrínsecamente perverso en la democracia, algo que la convierte en un juego autorreferencial sin conexión real con los deseos ciudadanos”  Sabemos que Borges no era el más demócrata del barrio. Que todos lo supieran y que a él no le importara le permitió decir algunas verdades que escuecen. Decía, por ejemplo, que la democracia era un “abuso de la estadística”. Entiendo que al viejo maestro no le molestaba tanto que el sistema respondiera a los deseos de representatividad del pueblo como que el propio sistema se apropiara del juego. Es decir, que nos gobernara la estadística por encima de todo. Y eso, hay que reconocerlo, ha sucedido. Sucede.   Que hay algo intrínsecamente perverso en la democracia, algo que la convierte en un juego autorreferencial sin conexión real con los deseos ciudadanos, es algo que queda patente en cada periodo electoral. Estos últimos meses, con vistas a las municipales de ahora, de mayo, y a las consecutivas generales, se dispara la iniciativa política. Es el ruido que hace la política para colocarse en liza: un ruido a cementera, a piqueta, a cháchara…   Leo en esta nuestra revista que “El ‘efecto electoral’ hace que el consumo de cemento aumente un 23,5%”. No es una impresión, toda España está en obras. La cementera es la gran arma electoral de la política municipal, así como la iniciativa legislativa apresurada y copiosa lo es de la macropolítica. Para quienes están en la oposición, la cosa se reduce a prometer y diseñar planes alternativos. Para ambos, lo importante no es tanto el efecto que se produzca sobre la realidad como sobre la opinión pública, el impacto mediático y, ante todo, ofrecer una impresión de diligencia.  Los ciudadanos suelen tener una impresión equivocada de la política a todos los niveles. Opinan que la política consiste…