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Sin presupuestos

“El Ejecutivo está sometido a las reglas fiscales europeas, las cuales le obligan a reducir el déficit público por debajo del 3% del PIB” El Gobierno de PSOE-Sumar ha renunciado finalmente a aprobar unos Presupuestos Generales del Estado en 2024. Lo ha hecho tras una desgracia, o suerte, de carambolas que, para el observador desconocedor de la política española, carecerán de cualquier sentido. A saber: uno de los socios del gobierno de coalición de España, En Comú Podem (parte de Sumar), vota en contra del nuevo proyecto de presupuestos en Cataluña y, como reacción a ese fracaso, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, convoca nuevas elecciones autonómicas.  Y, a raíz de esa convocatoria precipitada, han desaparecido los supuestos apoyos que el gobierno español confiaba en tener amarrados dentro de Parlamento de España, ya que sus ‘socios’ independentistas no quieren mojarse antes de tan decisivos comicios apoyando las cuentas del Reino. De ahí que Pedro Sánchez haya aceptado la realidad tal cuál es y haya renunciado definitivamente a aprobar unos nuevos presupuestos en 2024.  Pues bien, una vez firme la renuncia a las cuentas públicas de este año, ¿cuáles son las consecuencias? La más inmediata, claro está, es que continuaremos con la prórroga de los presupuestos de 2023. Pero exactamente, ¿qué supone eso? De entrada, que el Ejecutivo pierde margen de maniobra para aprobar nuevos impuestos o nuevas partidas de gastos.  El espacio natural en el que suelen fraguarse este tipo de medidas es en los presupuestos: de manera que, si a lo largo de 2024, quiere tomar alguna decisión en ese ámbito, deberá hacerlo a través de un proyecto de ley especifico, exponiéndose de nuevo a una derrota parlamentaria en cada uno de ellos (basta con recordar las enormes dificultades que tuvo el Gobierno para convalidar los últimos decretos-leyes).…