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Gabriel Escarrer

El turismo resurgirá

La evolución del turismo español durante las últimas seis décadas, hasta posicionarnos a mediados de esta década como el segundo país del mundo por llegada de turistas internacionales, representa una auténtica historia de éxito; es además un sector donde hemos sabido hacer las cosas muy bien, como acredita el World Economic Forum, que nos sitúa desde hace cinco años como el país con el sector turístico más competitivo del mundo. Además, en tiempos como los actuales, resulta especialmente interesante que el factor mejor valorado en este prestigioso análisis sea, junto a la calidad y dimensionamiento de nuestras infraestructuras, la seguridad. España se ha considerado siempre, entre otras muchas cualidades, como un gran destino, y como un destino seguro. Más allá de los rankings, el turismo es una de las grandes palancas de riqueza, empleo y entrada de divisas para España, con el 14% del producto interior bruto nacional. El empleo directo del sector supera los 2,8 millones de personas. Y algunas de las mejores compañías turísticas del mundo llevan orgullosamente la bandera y la marca de España por todo el planeta. Debido a la dependencia de nuestro país del sector turístico, el impacto brutal y sobrevenido que nuestra industria está sufriendo por la pandemia COVID-19 podría tener consecuencias fatales para toda la economía española. El turismo (y otros subsectores relacionados como la hostelería y restauración en general) se vieron afectados antes y más profundamente que ningún otro sector por el cierre de fronteras, las restricciones a la movilidad y a la interacción social, y son también los que más tiempo tardarán en recuperarse, ya que el hecho de viajar requiere no solo de un “desescalamiento físico” (con un plan coherente y viable para reanudar la actividad),  sino también emocional: el turismo necesita generar confianza sanitaria.  Ante la ausencia casi total…
Tras un verano de récord como el de 2016 en el turismo español, cabe la tentación de dormirse en los laureles. ¿Qué medidas van a poner en marcha para que no ocurra? Una gran parte de las empresas ha primado la calidad y rentabilidad de nuestra oferta, en lugar de buscar una ocupación masiva. Es la línea correcta y sensata. Todos esperamos que se normalice cuanto antes la sobredemanda derivada de la problemática en los destinos del norte de África y el Mediterráneo oriental. Cuando llegue ese momento, debemos ser competitivos por nosotros mismos: posicionarnos en un segmento superior que proporcione mayor rentabilidad y sostenibilidad a nuestro negocio y no competir en precio con destinos emergentes, porque nunca podremos ganarles. Debemos competir en calidad y diferenciación. ¿Qué debe hacer el sector turístico español para mantenerse entre los líderes del mundo? Debemos cuidar nuestra diversidad, patrimonio natural (segundo de Europa) y patrimonio cultural (segundo del mundo, tras Italia). Tenemos que mejorar la forma en que lo ponemos en valor y lo comercializamos. Hacemos muchas cosas bien. Entre ellas destaca la cultura de servicio (hospitalidad), uno de los factores más valorados por nuestros visitantes. Tenemos que mejorar en otras, como la excesiva estacionalidad, la pervivencia de destinos maduros degradados y poco o nada competitivos, la escasa cualificación profesional y en idiomas extranjeros de parte de nuestra fuerza laboral y la deficiente planificación turística en algunas ciudades, cuya saturación empieza a ser un problema agravado por la proliferación de alquileres turísticos. Nuestra industria tiene aún retos como el de atraer a un turismo tan importante como el chino. Es interesante por su nivel de gasto y por su contribución a la desestacionalización, ya que no viaja especialmente en los meses de temporada alta. ¿Colabora de algún modo el sector público con el turismo? Pensamos que…