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Revista Capital

Y la "Fuerza" salvó al cine

Por Redacción Capital

100.000 entradas vendidas por anticipado supusieron un hito sin precedentes en la historia del cine español. Nada menos que cuatro veces más que la película que ostentaba el anterior récord: Cincuenta sombras de Grey. Uno de cada tres espectadores decidió ver a Chewbacca y sus amigos en uno de los cinco Kinépolis que hay en España. La apuesta masiva por estos cines refleja una tendencia indiscutible: los españoles quieren ver bien las películas que ofrecen grandes efectos visuales y de sonido. Y ahí Kinépolis es imbatible. El ADN de esta empresa belga incluye unas descomunales pantallas de 400 metros cuadrados, la última tecnología en sonido e imagen y unas butacas muy cuidadas. “Somos el Ferrari del cine”, afirma Agustín Llorente, country manager de la compañía en España. Kinépolis extrema la calidad de servicio. “No se nos caen los techos del cine. Las butacas no están rotas. No avisamos a los espectadores de que hay salas en verano sin aire acondicionado”, señala Llorente. Quizá por estos motivos parece que le escuece más cuando se le pregunta por el tema tabú: lo caro que es ir al cine. “No puedes dar un Ferrari al precio de un 600”, señala. “Me hace gracia que se diga que el precio de las entradas es caro. Pagamos el 21% de IVA, casi el 50% se lo lleva el distribuidor, los costes operativos (personal, agua, electricidad…) son elevados… Nuestros márgenes son realmente pequeños. Si miras las cuentas de los exhibidores, la mayoría pierde dinero”, explica. Así es. Por eso tiene más mérito la supervivencia de empresas como Cinesa, que posee el 22% de las salas de España y es el líder del sector. Tiene más de quinientas pantallas. “Si recordamos lo que hemos sufrido de 2004 a 2013, la situación actual es una maravilla”, asegura Raúl Cabrera, director de Marketing de la firma. Tras alcanzar su récord de taquilla en 2004 (143 millones de espectadores), las salas de cine españolas fueron vaciándose hasta tocar fondo en los 78 millones de 2013. El pasado año se cerró en 94 millones. Los exhibidores están contentos en el entorno de los cien millones de espectadores. Pero eso no quita para que haya una serie de amenazas para su rentabilidad. Una de ellas puede ser el exceso de salas surgido a raíz del boom inmobiliario. Cada centro comercial quería un cine y un Zara para dar vida a sus locales. Eso se ha traducido en una oferta descomunal. “Aunque se ha reducido en un dos o tres por ciento el número de pantallas, seguimos teniendo demasiadas respecto a otros países. Nuestro ratio por habitante está muy por encima de Inglaterra, Alemania o Italia”, señala Agustín Llorente. Algunos quieren desprenderse de ellos. “Si pudiéramos cerrar cines, lo haríamos. No podemos hacerlo porque son contratos a largo plazo con los centros comerciales. Aunque pierdan dinero, es difícil cerrar. Cuesta más caro hacerlo que seguir con la actividad”, señala Raúl Cabrera. Otros no descartan comprar. “Nuestro negocio es sostenible con el número de salas actual, pero puede mejorar si aumenta el número de salas”, indica Eduardo Escudero, director de Negocio y socio de A Contracorriente Films. Su empresa gestiona veinticinco salas entre Madrid (Conde Duque Goya, Alberto Aguilera, Santa Engracia y Verdi Madrid) y Barcelona (Verdi y Verdi Park). “Estamos en 750.000 espectadores. Con un ligero incremento porcentual, la rentabilidad está asegurada”, afirma Escudero. Este año lo han cerrado en ebitda positivo. En este contexto, cada exhibidor tiene su estrategia. A Contracorriente Films ofrece una programación interesante en los centros urbanos de las grandes ciudades. Seduce a un público al que no le apetece desplazarse a los centros comerciales. Le permite además disfrutar de la amplia oferta de restauración de calidad que conserva la ciudad. Es una propuesta de nicho. En el otro plano, Cinesa, que gestiona más de 17 millones de espectadores al año, trata de conocer bien a sus clientes y segmentar sus propuestas. Por eso ha lanzado el pack familia, que le está funcionando muy bien al sugerir precios especiales para todos; un plan de fidelización por el que conoce mejor a sus clientes y les adelanta noticias de sus géneros favoritos; ofertas para mayores, para jóvenes… En este mismo plano se mueve Cinépolis, la potente compañía mexicana que compró Yelmo Cines el pasado verano. La segunda empresa española por número de salas ha pasado a formar parte, de este modo, del segundo mayor exhibidor de cine del mundo. En 2015 vendió 262 millones de entradas en todo el planeta. La fuerza de esta firma anima a pensar que el sector del cine se va a dinamizar. De hecho, ese es su propósito: invertir. Además de segmentar, como Cinesa, su línea estratégica se relacionará con la experiencia que se vive en los cines. Ya tienen tecnologías que llevan a ver las películas con todos los sentidos, modos de vivir las escenas de manera diferente desde el sillón, salas junior en las que los niños tienen sus toboganes… “El grupo quiere expandirse por Europa, y tiene claro que España es su mejor puerta de entrada”, explica Samuel Bolaños, director de comercialización de la firma. Junto a esta apuesta por la experiencia y su abundante número de salas, Cinépolis aprovechará fortalezas de su adquirida Yelmo Cines. Entre ellas destaca su saber hacer en la exhibición de cine en versión original subtitulada. Junto al cine, los exhibidores tratan de explotar otros nichos que les traigan ingresos. Kinépolis lo intenta con la ópera, el ballet, los documentales o el e-gaming, entre otros. “La ópera en el cine es mejor que en directo. El sonido es superior, lo ves mejor y es más barato”, estima Agustín Llorente. Las experiencias se han multiplicado en otros terrenos como el deporte. “El fútbol fue exitoso hace algunos años. Pero se ha vuelto muy difícil como consecuencia de los derechos. Lo que plantean ahora es inviable”, afirma Llorente. La búsqueda de nuevos ingresos es fundamental en un negocio con los márgenes tan ajustados. La piratería hace mucho daño. Los exhibidores claman para que se baje el 21% de IVA al 5% que hay en Francia. Algunos temen por el acortamiento de las ventanas (los 120 días que los cines exhiben en exclusiva), y que en Estados Unidos ya se ha probado a equiparar, sin éxito, con la distribución de pago. Además, en algún momento tocará a los cines renovar sus proyectores digitales, que son muy caros. Sin duda, son algunas incógnitas que se ciernen en el horizonte. Pero eso no quita para que el año haya empezado muy bien. Ni para que haya estudios, como uno reciente de PWC, en el que se habla de un futuro prometedor para las salas de cine. Porque, cuando algo tiene unos efectos como los de Star Wars, merece la pena verlos en una buena pantalla grande, con un buen sonido, una buena imagen y una buena butaca. Y, a día de hoy, eso solo se consigue en el cine. Como la película siempre será la misma, los exhibidores tendrán que diferenciarse por la experiencia que proporcionen a sus espectadores. Eva Rekettyei, directora de Programación de Yelmo Cines/Cinépolis España, reconoce que ahí estará la clave para ser rentable. Habrá que ver cómo nos sorprenden.]]>

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