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En busca del líder perdido

Por Redacción Capital

Visiones modernas. González y Aznar también cumplían las tres cualidades en su periodo álgido. "Felipe apuntaba a Europa, a un país moderno y socialmente avanzado. Tenía una gran capacidad de comunicación. Aznar también tenía una visión potente y eficaz, moderna, que miraba a Europa y al Atlántico. Su capacidad de comunicación era menor que la de Suárez y González", señala Pin. “Los primeros líderes de la democracia fueron grandes emprendedores”, estima José Luis González, profesor de Insead y autor del libro Los presidentes españoles. Ideología y personalidad, las claves del liderazgo político. “Adolfo Suárez creó un partido poco serio, pero un partido. Pujol (aunque ahora haya caído en desgracia) fue un emprendedor político espectacular: fundó un partido y una hegemonía. Felipe González venció en la lucha por la marca. En un momento en el que había políticos como Tierno Galván, fue un emprendedor de partido”, añade González. En opinión de este experto, la actualidad ha creado el caldo de cultivo necesario para la aparición de nuevos emprendedores políticos. “No hay referencias. Los que no ponen en duda la Constitución, tampoco la defienden abiertamente. Nadie plantea salir de Europa, pero sí sus políticas. Parece que da todo igual”, estima González. Este ambiente ha propiciado la llegada de líderes como Pablo Iglesias o Albert Rivera. Tras Felipe González, Aznar marcó el cambio. “Estuvo a medio camino del emprendedor de partido. Refundó el PP, lo reunificó de una constelación de baronías. Es lo que ocurre ahora en el PSOE”, recuerda González. Tras él, “los líderes de PP y PSOE son herederos del aparato. Rajoy siempre ha estado en el partido. Luena, Hernando, López y Sánchez van más a defender su puesto, a mantenerse, que a imponer su ideología. La situación de ahora en el PSOE se asemeja a una lucha entre funcionarios”, sostiene González. Los nuevos líderes se caracterizan por un personalismo espectacular, aunque Iglesias está más acompañado que Rivera. La credibilidad es una de las principales lagunas a las que pueden enfrentarse estas nuevas caras visibles. “El estilo, el desparpajo y la brillantez oratoria de Pablo Iglesias le lleva a no ser explícito en su propuestas o en sus verdaderas intenciones”, afirma José Luis González. “Son tan jóvenes que se puede decir pocas cosas de ellos. ¿Hasta qué punto está Sánchez dispuesto a ceder en cuestiones territoriales? No sabemos si iría o no a un referéndum en Cataluña; tampoco sabemos si Pablo Iglesias gobernaría en dirección a Venezuela. De Rivera no sabemos casi nada”, estima este experto. “Votas a Sánchez y no sabes qué votas. En general se vota a un carácter, que es lo que te ayuda a predecir cómo actuará el gobernante. Excepto Rajoy, no hay nadie predecible”, señala González. Albert Rivera ha tratado de diferenciarse identificándose con Adolfo Suárez. José Luis González ve similitudes entre ellos. “Los dos son muy individualistas, y los dos salieron de la nada. Suárez era un chico listo de provincias”, señala. Como el ex presidente, el líder de Ciudadanos ha tratado de situar a su partido por encima de los demás, al margen de los partidos tradicionales. Sus 40 diputados en diciembre indicaron que la jugada no le salió mal, pero tampoco excesivamente bien. Lo que está claro es que los líderes políticos en España no acaban su andadura saliendo por la puerta grande. Aunque a Suárez se le recuerda bien, su estancia fue corta, y su partido acabó desapareciendo. González salió expulsado por los GAL y la corrupción; Aznar se fue después del 11M, Zapatero perdió la mitad de los votos, Rajoy se quedó el 20D con cincuenta escaños menos… Quizá una de las claves está en la poca capacidad de aguante de los españoles. “A la gente no le gusta ser gobernada. Lo acepta transitoriamente, pero un líder fuerte es muy agotador. Aznar cansó al país porque era un líder durísimo. Es tremendo el rechazo que tuvo”, señala González. Líderes que separan. Como él, este experto estima que Zapatero también fue un líder divisivo. De ahí que ni Aznar ni Zapatero sean referencia en sus actuales partidos. Tampoco González, aunque el profesor de Insead estima que en este caso es porque era mucho mejor que los líderes actuales de su formación. La democracia aún es corta en España como para que se haga lo que hacen en Estados Unidos. Allí hay rankings elaborados a partir de la opinión de profesores y académicos, y hay un consenso en la estimación acerca de los presidentes que ha tenido la nación. Aquí aún hay muchos que están vivos. No hay suficiente perspectiva. Habrá que ver cuál es la visión de los presidentes actuales dentro de unas décadas. Un análisis riguroso ayudará a no cometer errores del pasado. Para que sirva a todos, habrá que juzgar con altura de miras y honestidad intelectual, algo que a día de hoy se antoja muy difícil en España. Quizá la tarea sea más fácil si encontramos a ese líder perdido que aúne al país. (este artículo se publicó en nuestro número de febrero de 2016)]]>

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