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Tecnología

Bnext: la tienda de los productos financieros

Por Redacción Capital

Guillermo Vicandi trabajaba en el BBVA cuando se le ocurrió la posibilidad de “hacer banca sin ser un banco”. Buscaba una fórmula con una regulación más flexible y que permitiera hacer dinero con operaciones que deberían facilitarlo. Para comprobar que su idea y la de su socio Juan Antonio no era una locura, la presentó a diversos inversores, y el resultado fue bueno. Primero les llegó una ronda de financiación de 300.000 euros, luego vino un préstamo Enisa de 100.000 euros, y después una ampliación de capital de 1,5 millones de euros.

Bnext ofrece a los usuarios abrir una cuenta corriente con una tarjeta Visa asociada. El gancho son algunas ventajas, como retiradas de dinero gratis de los cajeros o mejores tipos de cambio en el extranjero. Además, la aplicación da acceso a una tienda de productos financieros de distintos proveedores. Se ofrecen préstamos al consumo, hipotecas, seguros de viaje, avales… Hasta siete productos que irán aumentando y manteniendo en función del éxito que tengan entre sus clientes. La ventaja está en que los interesados pueden consultarlos en la misma aplicación, sin necesidad de tener que llamar a cada proveedor.

De momento, lo más contratado son los préstamos de hasta 1.000 euros (cien cada semana) y las hipotecas (sesenta cada siete días). Bnext cobra a cada proveedor una cantidad fija (entre 7 y 600 euros) o variable (entre el 2% y el 12% de la cantidad prestada, invertida o de la póliza contratada).

Vicandi, su socio Juan Antonio Rullán, los inversores y los veintiún empleados de la empresa no saben si seguirán creciendo como hasta ahora, venderán si llega una buena oferta o aparecerán en Bolsa algún día. De momento, tratan de cuidar un producto que parece estar gustando a sus clientes. “Acabamos de alcanzar la cifra que esperábamos para final de año”, señala Vicandi. “El 65% de los nuevos usuarios llega por recomendaciones de los actuales”, añade. Parte del éxito puede venir de su empeño en la atención al cliente. Además del equipo propio que tienen (una persona por cada 15.000 clientes), que responde las dudas que hagan falta, cuentan con una comunidad en la que los propios usuarios contestan a las preguntas de otros potenciales usuarios. Así de implicados están. “Les resulta más fácil controlar lo que gastan y entender sus finanzas. También tienen más acceso a productos que en su banco”, estima Vicandi. Además, el producto sale más rentable si el número de usuarios es mayor, y cobran 5 euros por cada cliente nuevo que traigan (otros, como Bankia, dan 60 euros por el primero y 25 por los siguientes).

El reto de Bnext es seguir mejorando y conquistando más clientes. Parte del cumplimiento de ese objetivo pasa por estar a la altura en el plano tecnológico. De esa parte se ocupa Álvaro González. Este ecuatoriano se ha puesto al frente del departamento técnico después de haber estado once años trabajando en esas tareas en The Royal Bank of Scotland (RBS) en España. “No es fácil cambiar las cosas y hacerlas como quieres en un banco como RBS, que tiene 150 años. Aquí hay muchas más cosas por montar y mucha más cancha para hacer cosas interesantes”, señala González.

También es verdad que allí podía gestionar un presupuesto de diez millones de euros, mucho más de lo que tiene ahora a su disposición. Ante un cambio como este, de una empresa centenaria a una startup tecnológica, su mujer le apoyó, y su madre le preguntó si estaba loco. González ve en esta ocasión una oportunidad de condensar en una posición las tareas que ha ido desempeñando en RBS: jefe de proyecto, jefe de equipo, organizador de procesos y de equipos… A sus 40 años, se ha convertido por primera vez en mucho tiempo en el veterano de la empresa. Pero el cambio no le da vértigo; tampoco Vicandi, que tiene 33 años, cree que deba dárselo. “Se habla mucho del riesgo de estar en una startup, y poco del que supone estar mucho tiempo en una empresa”, dice el cofundador y CEO.

Lo que convenció a González fue que Bnext tenía un plan de negocio claro, algo de lo que adolecían ofertas de este tipo que le habían llegado anteriormente. “Otros levantan dinero, ¿y luego qué?”, se pregunta. De momento, por la licencia de que disponen, la compañía ofrece sus servicios solo en España. Antes del verano les gustaría lanzarse en México. ¿Lo conseguirán? Su acierto o no con la demanda marcará el éxito o el fracaso. 

Artículo publicado en el número de octubre de 2018 de la Revista Capital.

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