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Opinión

Redacción Capital

Los retos de Sánchez

La matemática parlamentaria marca pauta. No hay Gobierno posible con la suma de las tres candidaturas del centro/derecha-derecha; tampoco solo con la de la izquierda-izquierda radical nacionales. Ciudadanos o el PSOE pueden hacer una finta que desmienta sus afirmaciones de campaña (entre los dos suman 180 escaños, mayoría absoluta) para gobernar. Pero de esta matemática también puede salir una coalición similar a la que aupó a Pedro Sánchez a la Presidencia de Gobierno en la moción de censura. Aunque, para hacer esto último, bastaría con ERC sin contar con JpC. Si ninguna de estas dos alternativas es posible, la inestabilidad está servida con un Gobierno en minoría del PSOE en solitario que también se podría intentar sacar adelante con solo acuerdos de investidura. Por tanto, hay que esperar que Sánchez decida qué compañeros de viaje quiere para esta legislatura.

Estas elecciones han confirmado que España es complicada. Complicada en el eje izquierda-derecha y complicada por la existencia de los nacionalistas/independentistas, que esta vez tienen más peso en el Congreso. Complicada en el eje económico con una economía inserta en la UE y la necesidad de aumentar su competitividad. Si los dirigentes políticos quieren responder a estos retos, se necesitaría imaginación parlamentaria para el bien de los españoles.

¿Serán capaces de hacerlo? En los últimos años no lo han demostrado, sobre todo para resolver el conflicto territorial que es, sin duda, el reto más urgente, sin descartar algo que ha pasado desapercibido en la campaña: el reto de la tormenta económica que se cierne sobre Europa y por ello de aprobar unos Presupuestos Generales. Europa nos ha sacado de la vigilancia por exceso de déficit, pero, después de las últimas decisiones del Gobierno en los llamados “viernes sociales”, es posible que volvamos a esa situación, salvo que el próximo Gobierno sea más ortodoxo de lo que anunciaron esas decisiones ¿Lo podría hacer un Gobierno con Unidas Podemos sentados en la mesa del Consejo de Ministros? Sería casi imposible. Por contra, sería más posible con un Gobierno en el que estuviera presente C’s. Además, con esta última situación, los inversores estarían más tranquilos, y los poderes económicos, incluido el BCE, respirarían ante la amenaza populista de Podemos.

Por otra parte, Podemos es partidario de aumentar los impuestos a los que ellos llaman “los poderosos” económicos. Mientras que C’s es precisamente partidario de reducir el IRPF a todos. Subir impuestos parece más social, pero bajarlos favorece la creación de trabajo, que es uno de los problemas de España. Unidas Podemos apoyaría derogar la Reforma Laboral; C’s la profundizaría. Lo neutral es dejarla como está, porque el mercado laboral español es complejo y de momento la Reforma parece haber funcionado. De ahí la importancia de elegir un aliado u otro.

La ingeniería parlamentaria no sólo será necesaria para la investidura y la situación económica o territorial. También habrá que aplicarla en los Presupuestos y en todas y cada una de las leyes que se tramiten en las Cortes. Entre ellas, una que seguro que será casi imposible acordar: la ley electoral. Auguro que con estos resultados ninguno de los partidos parlamentarios querrá modificarla, aunque sería absolutamente necesaria para dar estabilidad al país.

En todo caso, no hay que olvidar que antes de las elecciones municipales y autonómicas del mes que viene nadie va a mostrar sus cartas. El PSOE debe reservar su españolidad para evitar un deterioro en gran parte de España. Eso ralentizará la formación del Gobierno izquierda/izquierda radical que necesita a los nacionalistas/independentistas. También la posible formación del pacto PSOE/C’s esperaría para que el electorado de Ciudadanos lo pudiera digerir después de las afirmaciones de la campaña y a la vista de las posibles coaliciones en los gobiernos locales y autonómicos.

Una última reflexión. Mi olfato me dice que, para sorpresa de todos, sea la solución que sea para el Gobierno, el Presidente Sánchez de la legislatura que empieza en 2019 irá moderándose hasta parecerse cada vez más al hombre de Estado que acabó siendo Felipe González a lo largo de su trayectoria como Presidente. La apelación de Sánchez a la Constitución en la noche electoral lo anunciaba. Ya tiene el sillón y ahora debe adoptar políticas territoriales y económicas que le ayuden a mantenerse en el poder.

Para el reto territorial, una línea de diálogo sosegaría a los poderes económicos y a los ciudadanos en general, que prefieren la evolución tranquila al sobresalto. Para la situación económica, la moderación tranquilizaría a los inversores, a Europa, BCE incluido, a los organismos internacionales, a empresarios y consumidores. Todo ello consolidaría a Pedro Sánchez como hombre de Estado, algo que le facilitaría una carrera europea o internacional cuando acabe sus mandatos en España. Es joven aún y le queda mucha marcha en política donde ha demostrado habilidad operativa. Ahora debe demostrarla como gobernante.

José Ramón Pin es profesor del IESE.

Columna publicada en el número de mayo de 2019 de la revista Capital.

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