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Revista Capital

El negocio en torno a Alexa

Por Redacción Capital

La voz ya es un medio más para ejecutar órdenes a través de dispositivos. Teléfonos, coches y altavoces inteligentes están dotados de asistentes virtuales preparados para ayudar a los usuarios en cualquier necesidad. El éxito de asistentes como Alexa de Amazon, Siri de Apple o Google Assistant depende, sin embargo, en buena parte, de la utilidad y calidad de sus aplicaciones. La compañía de Jeff Bezos, líder en el sector de altavoces inteligentes, ha vendido, desde el lanzamiento de Amazon Echo, 100 millones de unidades en Estados Unidos, y su mercado de aplicaciones de voz ofrece ya 80.000 skills (nombre que pone a sus aplicaciones). Pero este crecimiento imparable del mercado de las skills puede volverse en su contra. Los profesores de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC, Robert Clarisó y César Córcoles, lo analizan.

«El mercado de las skills tiene un potencial enorme con la penetración que tienen los altavoces inteligentes y los móviles, pero a la vez presenta retos importantes», apunta Córcoles, también investigador del grupo TEKING de la UOC. Conseguir que el asistente virtual interprete la voz y su significado es más complicado, en general, que en otros sistemas. «A fecha de hoy, es una herramienta que puede ayudar al usuario a hacer operaciones paralelas cuando tiene las manos ocupadas o cuando tiene problemas de visión, pero a veces es todo un hito encontrar la palabra "mágica" que de acceso a lo que se busca».

Para que el éxito de los altavoces inteligentes sea sostenido en el tiempo es clave que las aplicaciones de voz aporten valor al usuario y que exista un desarrollo de calidad detrás. «Cuando se abre una nueva plataforma de aplicaciones, como el mercado de las skills, las primeras que se desarrollan son las más sencillas (calculadoras, previsión del tiempo, para pedir una pizza, etc.). Los programadores hacen una previsión del esfuerzo necesario ―y, por lo tanto, del coste― y el retorno que pueden obtener. Pero llega un punto en el que desarrollar una nueva no resulta rentable», señala Clarisó, también investigador del grupo SOM Research Lab del IN3 de la UOC.

Amazon lo sabe. Es consciente de que, si no promueve la aparición de aplicaciones estrella para los usuarios, puede haber el riesgo a largo plazo de un cierto desencanto por el uso de altavoces inteligentes u otros dispositivos que funcionen con voz. El número de skills para Alexa en Estados Unidos subió a 25.784 en 2018 y llegó a las 56.750 a principios de 2019, según un informe de Voicebot. Durante este periodo ha habido un crecimiento importante, del 120 %, de estas aplicaciones, pero el aumento fue mucho mayor entre 2017 y 2018, del 266 %.

Expertos internacionales han detectado que el mercado de las skills, desde el lanzamiento de Amazon Echo en 2015, no tiene ninguna aplicación de voz de un éxito tan relevante como el que han tenido otras aplicaciones para teléfonos inteligentes cuando aparecieron. Además, en las plataformas App Store o Play Store hay millones de críticas y valoraciones de los usuarios y, en cambio, en esta plataforma de aplicaciones de voz hay muy pocas: solo unos cientos para las aplicaciones más populares. Quizás, por todo ello, la compañía, desde 2017, busca reforzar este ecosistema abriendo un programa de remuneración económica desarrolladores de skills externos a la empresa.

Un programa de recompensas que, tras ofrecerse en Estados Unidos y aterrizar posteriormente en Reino Unido, Alemania, Japón y la India, acaba de llegar a España, Francia e Italia para extender el mercado de las skills y tenerlas también en otros idiomas. La empresa premia cada mes a los desarrolladores que consiguen más interacciones de los consumidores en categorías que para ellos son clave: educación y referencia, alimentos y bebidas, juegos y curiosidades, infancia, salud y bienestar, estilo de vida, música y audio, y productividad.

Amazon asegura que ha pagado millones de dólares a creadores de skills independientes en más de veinte países desde el lanzamiento de este programa. No se sabe el importe exacto. Es, además, una cantidad distribuida entre muchos programadores repartidos por todo el mundo. Se sabe de algunos casos que el primer mes han llegado a cobrar un cheque de 1.500 dólares, 2.000 o más. Lo que quiere la compañía, según el director de Amazon Alexa, Rob Pulciani, es que cada skill creada haga más inteligente o más útil a este asistente virtual. En CNET, Pulciani explica que no lo pueden hacer por ellos mismos, y que lo que quieren es capacitar a los desarrolladores externos para que innoven y extiendan las capacidades de Alexa a un ritmo rápido. «Si la comunidad de desarrolladores tiene éxito, nosotros también lo tendremos».

La nueva economía de Alexa está empezando a tomar forma, según programadores, ejecutivos de marketing y analistas de la industria. Desde hace un año aproximadamente, los desarrolladores también pueden incluir pagos dentro de la aplicación. Al principio, Alexa quiso que todas las aplicaciones fueran gratuitas para sus usuarios, pero esto suponía para los desarrolladores mucho esfuerzo para crear una skill y un retorno económico que no compensaba el trabajo hecho. Ahora, con los pagos dentro de la aplicación, es un incentivo más para crear nuevas skills innovadoras y de calidad.

Clarisó, sin embargo, recuerda que a veces es arriesgado que personas no vinculadas a la empresa desarrollen aplicaciones para plataformas controladas por terceros, como es Alexa. «Las condiciones de uso de la plataforma pueden cambiar y hacer que la aplicación que han creado ya no esté permitida, o bien que si esta tiene mucho éxito, acabe siendo copiada o incorporada por la plataforma como servicio básico, haciendo peligrar la supervivencia del negocio del desarrollador», advierte. Esto es lo que les ha ocurrido recientemente a desarrolladores de apps para dispositivos móviles, y que explicaba The New York Times este mes de abril. El sistema iOS de Apple introdujo funciones para ayudar a los usuarios a limitar el tiempo que ellos o sus hijos pasan conectados a los dispositivos, como el iPhone o el iPad. Desde que aparecieron estas funciones, Apple ha ido restringiendo o eliminando todas las aplicaciones que ofrecían este mismo servicio.

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