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Revista Capital

Estos son los retos económicos para el próximo presidente de los Estados Unidos

Por Redacción Capital

A pocos días de conocer el resultado de las elecciones presidenciales de EEUU, que oficialmente se celebran este martes 3 de noviembre, los dos candidatos se muestran confiados en sus declaraciones. Mientras el republicano Donald Trump advirtió que la elección era elegir “entre una pesadilla socialista o el sueño americano bajo mi liderazgo” a los clubes económicos de Nueva York, Chicago o Washington, entre otros, el candidato demócrata Joe Biden espetaba en Florida que no confiaran en los CEOS de Wall Street, tras afirmar que “los únicos que habéis levantado este país habéis sido la clase media”.

La situación en Estados Unidos no es buena desde el punto de vista sanitario, el país encabeza el mayor número de fallecidos con 228.677 casos y casi 9 millones de contagiados por la Covid- 19, abarcando el 4% de la población mundial y el 23% de casos de coronavirus registrados. La lucha contra este virus representa sin duda el mayor reto económico y social para el próximo huésped de la Casa Blanca. La Reserva Federal prometió 7 billones de dólares para la lucha contra el virus al inicio de la pandemia, de los que sólo se han recibido 2,4 billones, en concepto de cheques de pago, ayudas para el desempleo y el programa de seguros médicos, ‘Medicaid’.

Cerca de la mitad de los 22 millones de estadounidenses que perdieron el trabajo a causa de la pandemia siguen en el paro, una importante cifra a la que deberán hacer frente desde el nuevo gobierno de la Casa Blanca. También deberán solucionar el problema con las ayudas del gobierno inexistentes desde hace meses y sobre todo llegar a un acuerdo de proyecto de ley contra la Covid-19 con la oposición, estimado en unos 2 billones de dólares y que hasta 2021 no parece que vaya a darse. Otro importante reto será calibrar las restricciones para permitir la recuperación económica al tiempo que limitan las consecuencias negativas del virus.

Los programas electorales son totalmente opuestos, mientras Trump aboga por la vacuna contra el virus a final de año y un proyecto de 5,4 billones de dólares destinados a un plan de inversión en infraestructura que lo situé a la vanguardia del 5G; Biden propone un plan de renovación de energía limpia y justicia ambiental de 1,7 billones de dólares. Mientras el demócrata defiende reincorporarse al ‘Acuerdo de París’, Trump apuesta por la construcción de la ‘Fuerza Espacial’ como nueva rama del ejército con una presencia permanente en la luna y una misión tripulada a Marte. El partido republicano promete evitar contratos federales con empresas que subcontratan a China y los demócratas pretenden levantar las restricciones a Irán a cambio de que limiten sus actividades nucleares.

La normalización de los déficits estructurales elevados en los últimos años ha provocado una gran deuda que amenaza con frenar el ritmo de crecimiento del país. Las previsiones son que el país acabe el año con un 98% de deuda pública sobre el PIB, y que en el año 2023 esa cifra sea el 107%, según la oficina presupuestaria del Congreso norteamericano.

Durante su mandato, Trump fomentó la ley de Reducción de Impuestos y Empleos, rebajando el impuesto de sociedades del 35% al 21%. Las tasas impositivas quieren ser aumentadas por Joe Biden en su programa mediante una carga fiscal del 37% al 39% para aquellos ciudadanos que ganen más de 400.000 dólares anuales, donde el 75% de la carga fiscal ya va dirigida al 1% más rico de EEUU.

Un reto económico para la próxima legislatura también es la solución del golpe arancelario a China, donde según la Reserva Federal de Nueva York los costes de importación fueron asumidos por las empresas y consumidores norteamericanos. Hay un superávit comercial de China con Estados Unidos de 29 billones de dólares en los 6 primeros meses de este 2020, que superan los 21 billones de promedio de los 5 años anteriores y que los aranceles querían disminuir. De momento las exportaciones norteamericanas han caído más que las chinas desde la implantación de nuevos aranceles, de ahí el incremento del déficit comercial.

Según el Centro de Pobreza y Política Social de la Universidad de Columbia, la ley CARES que emitió el gobierno republicano como medida durante el confinamiento, disparó el desempleo, pero sacó de la pobreza a miles de ciudadanos en abril, y permitió así que pudieran ahorrar más y amortizar sus deudas. Aunque según un estudio del ‘J.P. Morgan Chase Institute’ la tasa de pobreza mensual alcanzó el 16,7% en septiembre frente al 15% de febrero, provocando entre otros, el cierre de casi medio millón de pequeñas empresas entre marzo y mediados de agosto, el triple del ritmo habitual. De hecho, los despidos permanentes aumentaron a 3,8 millones en septiembre y había 1,3 millones tan sólo en febrero, niveles similares a la víspera de elecciones en el año 2008.

Un informe del ‘Franklin Templeton Fixed Income’ defiende que, tras la primera oleada de esta pandemia, la demanda contenida impulsó las ventas minoristas de EE.UU hasta niveles anteriores al Covid en junio. Según sus encuestas, a mediados de agosto los norteamericanos no estaban dispuestos a amortizar su deuda, conscientes de la incertidumbre sanitaria y económica que depende del resultado de estas elecciones.

Se espera que el PIB durante el tercer trimestre presente un repunte inter-trimestral, seguido de una recuperación más lenta en el cuarto trimestre, motivada por una reducción del rendimiento económico a causa principalmente de las elecciones presidenciales y la casi-imposible aprobación antes del 2021 de las medidas de apoyo fiscal en el Congreso. Desde la Reserva Federal se da la garantía de que no endurecerán las políticas, aunque la inflación se asiente con rapidez, mientras estiman que crecerá un 2% hasta 2023.

La solución a todos estos problemas caerá en manos continuistas si el presidente Trump se mantiene en la Casa Blanca o podrá virar a nuevas políticas si el aspirante Biden logra la victoria electoral. Si no hay una victoria clara este 3 de noviembre las incertidumbres económicas se pueden ver agravadas hasta que se sepa definitivamente quién será el inquilino de la residencia presidencial desde enero del 2021. Sea quién sea, la pandemia impone que haya una nueva época económica.

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