Por Miriam Puelles y Borja Carrascosa.
El eterno proceso de cambio de modelo productivo de la economía española, una de las que más ha sufrido la crisis de la Covid-19, abraza la digitalización como salvavidas para recuperar el crecimiento. La tecnología debe ser el catalizador, y para ello se han formalizado las ayudas del plan Next Generation de la UE. La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, recibe a Capital y destaca tres claves para desarrollar este proyecto: el cambio cultural, la formación y la inversión. Tanto pública, como privada.
¿Cómo puede ayudar la tecnología a acelerar la recuperación y la evolución de la economía? ¿Hasta qué punto es importante?
El año 2021 va a ser el de la recuperación económica de nuestro país. Venimos de una crisis sanitaria muy profunda que se ha convertido en una crisis económica. Por tanto, este 2021 pasa sin duda por la recuperación, y ésta, por la clave digital. Lo hemos visto durante la pandemia, cómo se han acelerado los procesos de digitalización que ya habíamos previsto que iban a ocurrir, porque en los últimos diez años se ha producido un cambio en el modelo productivo. Pero, sin duda, la pandemia lo ha acelerado.
Por ejemplo, hay estudios que dicen que se ha acelerado siete años la adopción de servicios digitales y en la venta online en España se incrementó el último año en un 40%. Lo más importante es saber que estos cambios no son pasajeros, viene para quedarse. La economía va a ser digital. De hecho, ya lo es. Actualmente lo digital ya está contribuyendo un 19% al PIB español, el segundo sector por detrás de la construcción. A finales de 2022, el 40% de nuestro PIB vendrá del sector digital. Por lo tanto, el gran reto para España pasa por cambiar la composición de nuestro PIB.
2020 fue el año del cambio y el inicio de un periodo en el que se han replanteado muchas cosas. ¿La pandemia ha sido indirectamente el motor que necesitaba España para apostar e implementar la digitalización y la tecnología en su día a día?
No hacía falta, porque ya estábamos en este carril. La razón porque la que se hace esta Secretaría de Estado desde cero es porque identificamos la hoja de ruta de nuestro país en una clave más moderna y más inclusiva. Este país no sólo debe ser consumidor de tecnología, sino un actor de nuevos modelos de negocio que ofrece la economía digital. Y, sobre todo, para generar empleo de calidad. Somos una generación de transición, estamos a caballo entre dos grandes transformaciones, entre un modelo que ya no sirve y un modelo digital. Y todo esto junto a la transición ecológica. Porque la digital y la ecológica son las dos grandes palancas de transformación de esta economía y de nuestra sociedad.
Esto se ve clarísimamente en el Plan España 2025 que ha puesto en marcha el Gobierno. En esta hoja de ruta ya se contemplaban estas dos grandes transformaciones, pero esto requiere un cambio cultural. La pandemia ha permitido acelerar la conciencia de pequeñas empresas, del empresario y del ciudadano, que veía que esto no era para él. Lo que ha puesto de manifiesto esta crisis es que la digitalización va con todos. La diferencia entre seguir en contacto con tus seres queridos o no ha dependido de una buena conexión a internet, de ciertas habilidades digitales y de un ordenador. Esto es lo que realmente ha marcado la diferencia. Ahora mismo, todos sabemos leer un código QR a través del móvil. Cuando es imprescindible, necesario, los cambios culturales ocurren y no tenemos ningún problema en adaptar la tecnología a nuestro día a día. El problema es tomar conciencia y saber que cambia tu vida.
La tecnología será el motor del desarrollo empresarial, pero existe una gran brecha de recursos entre pymes y grandes empresas. ¿Cómo se va a ayudar a las pymes?
Necesitamos acciones de gran calado. La digitalización ha puesto de manifiesto esas brechas, que corren el riesgo de agrandarse por el impacto que tendrán en el futuro. La prioridad es cerrar estas brechas socioeconómicas, de género, territoriales y generacionales. No queremos dejar a nadie atrás, y la agenda 2025 lo tiene muy presente. España es el país de toda Europa que más dinero procedente de los fondos de recuperación y resiliencia europeos va a destinar a la digitalización. De esos 72.000 millones de euros a fondo perdido, el 33% va a ir a parar a transformación digital.
Tenemos algunos asuntos pendientes. España, según el índice DESI, se ubica en el puesto número 11 de la eurozona en términos de digitalización. Pero es engañoso, porque este puesto se alimenta de varios indicadores. En algunos estamos muy por encima de Europa, como en redes de conectividad de banda ancha. De hecho, somos el único país en el que no ha caído Netflix durante la pandemia. El otro es la administración digital, pero, aunque pensemos que no, España está en puestos de cabeza en este apartado. Los puntos más preocupantes son los que se refieren a las competencias digitales de la ciudadanía y en la digitalización de las pymes. El nivel de acceso a la tecnología es desigual. Esto tenemos que abordarlo de manera urgente y hemos puesto en marcha un Plan de Digitalización de las Pymes con 5.000 millones de euros en los próximos cinco años.
Ahí pretendemos cubrir a millón y medio de pymes la promoción de casi dos millones. Las compañías de menos de cinco trabajadores tienen un índice muy bajo de digitalización y tenemos que empezar a adoptarlo. Para eso tenemos Digital Two con 3.000 millones de euros para la adopción tecnológica de estas empresas y que no se queden atrás. Luego hay un foco específico en las empresas que tenemos que ayudarlas a transformarse digitalmente de tamaño medio. Esto va a requerir la colaboración público-privada y abrir todas las redes que tenemos locales y autonómicas. Todos tienen que participar, es un reto sin precedentes.
Lee la entrevista completa en el número de mayo de Capital, ya disponible en kioscos.
