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Opinión

Redacción Capital

El verdadero valor del oro

Por Tomás Epeldegui, director de Degussa Metales Preciosos

En el lenguaje que utilizamos para las actividades cotidianas de nuestra vida diaria, tendemos a igualar los conceptos “valor” y “precio”. Es más, si nos plantamos en una calle y preguntamos a los viandantes las diferencias entre ambos, posiblemente, habrá muchos que no sean capaces de darnos una explicación clara. La RAE nos ilumina. Define “precio”, en una de sus acepciones, como “valor pecuniario en que se estima algo”, mientras que asigna a “valor” la “cualidad de las cosas, en virtud de la cual se da por poseerlas cierta suma de dinero o equivalente”. La clave de la diferencia entre ambas definiciones se encuentra, a mi humilde entender, en que el precio “se estima”, mientras que el valor es una “cualidad” intrínseca.

Se preguntarán ustedes a qué viene esta divagación en un texto cuyo título hace referencia al oro. Se lo explico. Conocer la diferencia entre ambos conceptos es fundamental para todas aquellas personas que estén interesadas en invertir en oro físico, porque una de las cualidades fundamentales de este metal precioso es, precisamente, el hecho de que preserva su valor en el tiempo, de que es un depósito de valor a largo plazo. Y eso, ¿qué significa?

Se lo voy a explicar con un ejemplo muy claro. En 1970, un Seat 600 costaba 65.000 pesetas y se podía pagar con unas 25 onzas de oro de entonces. Hoy en día, esas 65.000 pesetas son unos 390 euros, mientras que 25 onzas de oro equivalen a cerca de 39.000 euros. No es necesario que les diga qué coche pueden comprar ahora con 390 euros y cuál con 39.000... Es la demostración de que, mientras el dinero fiduciario se va depreciando con el tiempo, el oro mantiene su valor.

Y lo mantiene porque lo posee intrínsecamente, y así lo han entendido todas las civilizaciones. Nunca lo va a perder, ya que es un elemento escaso en la naturaleza. Hay que tener en cuenta que todo el oro extraído a lo largo de la historia cabe en un cubo de 21,7 metros por cada lado, unas 190.000 toneladas, según el Consejo Mundial del Oro, y que solo quedan por extraer unas 50.000, de acuerdo con las estimaciones del Servicio de Geología de EEUU. De hecho, para cubrir la demanda mundial, dos tercios del oro que circula por el mundo proceden de las extracciones mineras, mientras que el tercio restante es reciclado. Además, los expertos auguran un incremento de la demanda de oro, porque, además de las tradicionales de inversión y joyería, también es un componente más de los dispositivos electrónicos.

Una vez que tenemos clara está característica fundamental del oro físico de inversión, que es la revalorización, podemos enumerar otras que también son muy importantes. Entre ellas destacan su liquidez –es valorado y convertible en moneda de curso legal en cualquier parte del mundo–, seguridad –su citada liquidez permite salvar al resto de inversiones y nuestro patrimonio ante un imprevisto– y tranquilidad –es algo físico y tangible que uno se lleva en sus manos cuando lo adquiere–. A lo que hay que añadir algo tan importante como que no puede suspender pagos, ya que su valor es intrínseco, respaldado por sí mismo, eliminando el riesgo de crédito que tienen todas las inversiones financieras.

Pero hay otro aspecto clave que debe tener en cuenta quien quiere invertir su patrimonio, o simplemente quiere invertir en oro físico, que es la diversificación, la búsqueda de productos alternativos y complementarios a los tradicionales de renta fija y renta variable, una inquietud que suele acompañar a quienes aprecian el verdadero valor de este metal precioso.

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