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Economía

Las claves del milagro portugués

Por Redacción Capital

La explicación y evolución económica de Portugal en un contexto marcado por las similitudes con España

Los portugueses están llamados a las urnas este 30 de enero para renovar la Asamblea de la República de Portugal, en unos comicios adelantados por el fracaso en la aprobación de las cuentas públicas. ¿Qué pasó? El Consejo de Estado portugués aprobó el pasado 3 de noviembre la disolución del Parlamento de Portugal a propuesta del presidente, Marcelo Rebelo de Sousa.

El Gobierno socialista del primer ministro, Antonio Costa, presentó en el undécimo mes del año la ley presupuestaria para este 2022, iniciativa que el Parlamento de Portugal rechazó y conllevó a la cita anticipada de los portugueses en las urnas, unos comicios que deberían de haberse celebrado a no más tardar el 8 de octubre de 2023.

El socialista António Costa logra una histórica mayoría absoluta en Portugal

El socialista Costa quien partía como favorito, pero en los sondeos se situaba por debajo del umbral de la mayoría absoluta, ha logrado una histórica victoria.

El rescate de Portugal

La economía ha tocado fondo. El 2007 marcó el antecedente del futuro rescate europeo, que no llegaría hasta 2011. La deuda pública portuguesa subió hasta los 127.626 millones de euros, la séptima parte del PIB del país, mientras que la española ascendió hasta los 384.662 millones, reflejando el 35,8% del PIB (PIB anual de 1.075.539 millones de euros). Estas cifras resultaron para España un antes y un después.

La historia de los mandatarios portugueses ha estado marcada por presiones económicas y advertencias en relación con la deuda pública, que alcanzaba los 135.478 millones de euros en 2008. Hecho que va más allá, pues fue en 2011 cuando José Sócrates, primer ministro en aquel momento, solicitó la ayuda financiera de la Unión Europea para su país con el fin de poner solución a una situación insostenible que se alargaba desde el inicio de la crisis en el año 2008.

Finalmente, no llegó hasta el 16 de mayo de 2011, cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó dicha ayuda, momento en el que, la deuda portuguesa, de 201.459 millones de euros ya había crecido un 114,40% en relación con el PIB.

España, desde la Gran Recesión al 2011, presentó una subida de la deuda pública de los 440.211 millones a los 743.043 millones, es decir, casi el 70% del PIB español de aquel momento.

El rescate para Portugal fue de 78.000 millones de euros (52.000 millones aportados por la UE y 26.000 millones por el FMI) y duró tres años. La burbuja de inversión fue lo que los llevó a esta necesidad de intervención, donde se incluyó una partida de 12.000 millones de euros.

La cuadratura del círculo

Cuando hablamos de la cuadratura del círculo nos referimos a algo imposible de alcanzar. Va más allá. En este caso, se ejemplifica a través de un problema central de la teoría política contemporánea, que necesita permanentemente una solución: la tensión entre igualdad política y desigualdad económica. Y, para algunos, los portugueses lo lograron.

En 2016 Portugal redujo el déficit fiscal a la mitad, hasta alcanzar el 1,9% del Producto Interior Bruto (PIB). Al mismo tiempo, aumentaron los salarios y las pensiones de los empleados, funcionarios y jubilados. En España, la situación fue similar, ya que el gobierno de Rajoy registró un déficit público del 4,31% (-47.953 millones de euros) del PIB, un 1,05% menos que en el 2015.

Desde 2016, el país luso ya había anotado dos años previos de crecimiento económico. En un contexto marcado por el mandato del socialista Costa, quien apostaba por una austeridad acérrima, el resto los países europeos, reclamaban unas medidas que motivaran la demanda interna para poder impulsar el crecimiento.

A la par que mantuvo la austeridad, el Ejecutivo de Costa aumentaba con creces los impuestos. Lo que supuso una plaga de nuevas tasas con duración prevista de un año, en algunos casos, similares a la época de José Sócrates, quien fue primer ministro entre 2005 y 2011.

Recordemos la ‘sobretaxa’, el impuesto extraordinario aplicado desde 2013 con motivo de recaudar fondos durante la crisis que atravesaba Portugal el año de su imposición, que en principio iba a ser eliminado y en 2017 aún seguía presente.

Los presupuestos lusos en 2017 apostaban por la recuperación de las rentas, con una menor carga fiscal y un aumento de las pensiones. Sin embargo, en la letra pequeña se podía leer que la medida estrella sería el incremento de los impuestos indirectos con la tasa a las grandes riquezas inmobiliarias. 

Las consecuencias fueron positivas, ya que Portugal cerró el 2018 con un déficit del 0,3% (716 millones de euros) del PIB (siendo el anual de 205.184 millones de euros), el más bajo desde que se instauró la democracia en 1974. El Ejecutivo había previsto un 0,7% en los Presupuestos de 2018.

Mientras tanto, en el país español, el déficit público alcanzó el 2,5% (-30.044 millones de euros) del PIB (1.203.259 millones de euros), lo que supuso un descenso de casi el 2% (17.909 millones de euros) frente a las cifras del 2016. 

El milagro portugués

Una subida de gastos, sobre todo a título personal, en relación con los sueldos de funcionarios y pensiones, en un contexto marcado por la masa laboral activa con una parte importante atada al sector público. Esta fue la realidad portuguesa, un país con numerosos funcionarios y pensionistas, que consiguieron incrementar sus sueldos. Como consecuencia, esto se tradujo en una mayor demanda y, por tanto, en una mayor recaudación.

El milagro portugués es un concepto confuso al tratarse de una cuestión de atracción de capital, una mayor inversión y la perspectiva interna que el país proyecta. La relación entre la economía portuguesa y las medidas socialistas ha dado pie a buscar soluciones como, por ejemplo, el incentivo de la actividad privada a través de la reducción de los impuestos a las empresas.

La llegada de la Covid-19 ha dado un vuelco al escenario portugués. En 2019, el PIB superó la mayoría de las previsiones hasta avanzar al 2,7% (214.375 millones de euros). Además, las cuentas públicas cerraron el año con superávit y el desempleo se situó en el 6,5%. No obstante, España tuvo la segunda tasa de paro más alta de la Unión Europea (14,1%), solo superada por Grecia (17,3%).

En el periodo 2016-2020, el salario mínimo mensual pasó de 708 a 843 euros en Portugal y de 801 a 1.147 euros en España. Del 2010 al 2019, el PIB de país luso siempre fue menor al español, con trayectorias similares. En cuanto a la deuda de las administraciones públicas (en % del PIB) fue siempre mayor en Portugal que España, y en la mención temporal anterior se incluye el máximo y ambos países coinciden en 2014 (Portugal con un 132,9% y España con un 100,7%).

Sin embargo, el 2020, siendo considerado el primer año de pandemia, acabó con una caída del PIB del 8,4% para Portugal, un descenso hasta los 200.088 millones de euros que supuso la mayor bajada desde 1995.

Con el inicio de la vacunación se auguraba un fuerte despegue en la recuperación para el año 2021 y estas previsiones comenzaron a tomar forma cuando, en el tercer trimestre del año, creció el PIB un 2,9%, una subida de 53.605 millones de euros respecto al trimestre anterior.

En ese contexto, Portugal envió en abril su plan de inversiones y reformas a la Comisión Europea para acceder a los fondos de recuperación, basado en los pilares de resiliencia, clima y transición digital. No fue hasta junio del pasado año cuando el Ejecutivo comunitario dio luz verde al plan con el que el país luso aspiraba a obtener 16.600 millones de euros durante los próximos cinco años.

Y con esto, se plantea el reto para los próximos comicios, ya que, el Gobierno que los ciudadanos portugueses elijan en las urnas, tendrá que invertir los 16.600 millones del plan de recuperación europeo en solventar las debilidades estructurales y económicas que todavía afectan a Portugal, y será Costa quien deba afrontar el nuevo rumbo del país.

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