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Revista Capital

Reliquias de la moda que los hijos heredan de sus padres

Por Marta Díaz de Santos

Auténticas reliquias que sobreviven de generación en generación para demostrarnos que la moda es, en esencia, un arte

Toda prenda tiene su historia. Unas quedaron en el recuerdo y otras se mantienen intactas gracias al legado de generaciones pasadas. El actual armario masculino y femenino puede presumir de haber recuperado piezas icónicas; auténticas reliquias que sobreviven de generación en generación para demostrarnos que la moda es, en esencia, un arte.

Levi’s 501, la historia del vaquero más vendido

Hablamos de los primeros vaqueros de la historia, un icono en el mundo de la moda que ha encontrado su lugar en el mundo. Sus orígenes se remontan a mediados del siglo XIX, cuando el alemán Levi Strauss comenzó a trabajar en Estados Unidos con el objetivo de fabricar ropa sumamente resistente para mineros, obreros, cowboys y demás trabajadores.

Su historia también es símbolo de rebelión juvenil. Es más, cuando el Levi’s 501 salió al mercado, nadie imaginó que tiempo después veríamos a James Dean luciéndolos como uniforme de “Rebelde sin causa” (1955)… Pero lo cierto es que antes de él los llevó una jovencísima Marilyn Monroe, desafiando a la moda de la época, pero sobre todo a la feminidad, en “Río sin retorno” (1954). Definitivamente, algo empezaba a cambiar en Hollywood y en el mundo.

El modelo 501 evolucionó hasta consolidarse en la década de los sesenta como un clásico definitivo de la firma que imitarían posteriormente las nuevas generaciones. Es imposible no mencionar a Bruce Springsteen enfundado en sus Levi’s 501 para la portada de “Born in the USA” y convirtiéndolos, por tanto, en un icono nacional. Es más, la revista Time los eligió en 1999 como la pieza de moda más relevante del siglo XX.

La minifalda, esa pieza polémica y revolucionaria

La minifalda es una prenda que representa como ninguna otra la liberación de la mujer durante la década de los sesenta. Nacida en plena revolución sexual, se consolidó como un instrumento de rebeldía que forma parte del armario femenino desde hace más de medio siglo; representando no sólo una revolución en el armario de las mujeres de la época, sino en el pensamiento de todas ellas.

Existe cierta polémica sobre su origen, aunque la mayoría de fuentes apuntan que fue la diseñadora británica Mary Quant la encargada de revolucionar el sector textil y transformarla en un verdadero icono de moda, cambiando la manera de vestir (y actuar) de muchas mujeres. Con el tiempo, la modista londinense confesaría que fue una creación que pedían a gritos sus clientas.

En definitiva, fue un fenómeno juvenil que marcó un hito también en España y, a día de hoy, parece no tener fin (los diseñadores no se cansan de rescatarla en sus desfiles). En nuestro país entró de manera progresiva gracias, en parte, al cine y la televisión, pero Balenciaga también tuvo algo que ver en todo esto. El modisto fue el encargado de diseñar un vestido de novia con falda corta para la boda de María Fernanda Thomas de Carranza con el pintor José Caballero en 1964. Una auténtica revolución (o, mejor dicho, atrevimiento) para la época.

Massiel dio un paso más y se consolidó como otra de las grandes precursoras de las minifaldas, en concreto del vestido minifaldero. De su elección fue testigo media Europa al proclamarse ganadora del Festival de Eurovisión en 1968 con una pieza francesa firmada por André Courrèges. El look elegido: un mini vestido blanco de campana con estampado de flores rosas elegante y a la par atrevido por la longitud del vestido.

La bota amarilla de Timberland

Es la pieza más joven de la selección que presentamos. Este tipo de botas, originariamente creadas para satisfacer las necesidades de los obreros y leñadores que trabajaban en condiciones atmosféricas de lluvia y nieve, enamoraron al público por su diseño y comodidad.
Un básico imprescindible cuya historia se remonta a 1973, cuando Sydney Swartz, el hijo del propietario de Abington Shoe Company, diseñó las primeras botas del mercado resistentes al agua.

Hoy las conocemos como las famosas botas amarillas (o yellow boots) y son la pieza estrella de la marca. Es más, son una de las pocas que no ha modificado su diseño desde que fueron lanzadas al mercado. No nos sorprende ver a padres e hijos intercambiándolas.

El Barbour, la prenda Real

El Barbour nació en South Shields, un pueblo costero de Inglaterra, en 1894. Su nombre viene de su ideólogo, John Barbour, quien abrió una tienda bajo el nombre Barbour&Sons; un rincón donde la familia fabricaba abrigos encerados e impermeables que repelían el agua para gente de campo, navegantes, pescadores, cazadores… Su lema era claro: “El Barbour no se lava, se encera”.

En 1940, la firma empezó a comercializar sus prendas más allá de estos sectores. Sin embargo, el pelotazo de salida llegó cuando, en 1974, se empezó a ver al Duque de Edimburgo recurriendo a él a diario. Y, más tarde, concediendo el honor a la firma de ser proveedor oficial de la Casa Real Británica.

Desde ese momento, la Familia Real inglesa y la firma Barbour han estado unidos hasta tal punto que en la cuarta temporada de la serie “The Crown” se puede apreciar un modelo diferente de la marca en cada uno de los capítulos. En definitiva, una auténtica exhibición que perdura hasta nuestros días.

Santos de Cartier, el primer reloj de pulso

Sólo algunos tienen el privilegio de haber heredado esta maravilla de coleccionistas: nos referimos al primer reloj de pulso, el Santos de Cartier.

Fue Louis Cartier el responsable de poner en 1904 una pieza de relojería funcional en la muñeca de un hombre, Alberto Santos Dumont, el padre de la aviación. De esta manera, Cartier cumplió el sueño del piloto: leer la hora en pleno vuelo sin tener que soltar los mandos del avión para consultar su reloj de bolsillo.

La gran novedad residía en que habían diseñado un reloj cuadrado en un mundo de relojes redondos cuyos tornillos, tradicionalmente ocultos en relojería, se dejaban ver en el bisel. Sin duda, un icono de la horología.

La hombrera XL

Las hombreras no dejan de reinventarse y vuelven a irrumpir con fuerza en 2022. El atributo más ochentero se ideó con el fin de añadir más volumen a las espaldas femeninas, dotándolas de un aspecto recatado y elegante, y proporcionando cierta seguridad a la imagen de muchas de ellas. Por aquel entonces, el concepto de mujer trabajadora estaba inevitablemente ligado a la palabra hombreras.

También fueron diseñadas con el fin de resaltar la cintura de la mujer, creando una especie de triángulo que estilizaba muchísimo.

En cualquier caso, el cine, una vez más, fue uno de sus grandes precursores. En concreto, Joan Crawford y Ann Blyth fueron sus grandes abanderadas… Y ya en los ochenta llegó Melanie Griffith. La actriz las incorporó a sus trajes de dos piezas para ir a la oficina en ‘Armas de Mujer. La lista es inmensa pero, entre las más destacadas, se encuentra Margaret Thatcher mostrando su imagen más dura.

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