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Opinión

Redacción Capital

Presumir por nada

"Nos hemos instalado en la política económica de la metáfora, para cada publicación de un dato negativo, una frase para presumir"

La creación de empleo se frena y el número de afiliados a la Seguridad Social cae por primera vez en 20 años en un mes de julio, que siempre se caracterizó por su buen comportamiento. Estos datos tienen más relevancia de lo que aparentan ya que anuncian algo que ya veníamos anticipando como es el cambio de ciclo y el escaso impacto de la reciente reforma laboral, que, como otras muchas leyes, se ha convertido en un espejismo más orientado a conseguir titulares puntuales que a desarrollar cambios estructurales en la economía para mejorar nuestra productividad, que es nuestro verdadero reto como país.

¿Que nos arrojan estos recientes datos? En primer lugar, que el rebote postpandemia ha concluido y hay señales muy preocupantes de un cambio de tendencia con nuevas subidas de paro, lo que incluso empeorará nuestra posición en Europa, donde lideramos tanto la tasa de desempleo, como la de jóvenes sin empleo. Otro de los aspectos destacados es que el sector clásico para generar empleo en julio, como es el turismo, no se ha convertido en el motor de recuperación y elevan las incertidumbres de cara al próximo otoño.

Julio es un mes tradicionalmente marcado por un alto volumen de contratación, pero este ha ido sorprendentemente flojo, y argumentar que se firman más contratos indefinidos que nunca no significa mucho si se firman menos que el pasado mes. No solo eso, sino que es el mes en el que menos se han firmado desde que finalizó el 'periodo de gracia' para aplicar la reforma laboral.  A grandes rasgos, parece que la tan “vendida” reforma laboral ha tocado techo, y en los últimos meses el peso de los indefinidos sobre el total de los contratos ha perdido peso. 

Finalmente, algo que me parece que pasa desapercibido como es el impacto de la temporalidad en la educación, lo que nos recuerda que en el sector público siguen sin hacerse los deberes, mientras el Gobierno se enfanga en políticas para arrinconar el español de la educación catalana.

Todo que coincidiendo con el final de la campaña turística y con el consumo ya agotado por el efecto de la subida de precios sobre las familias y los impuestos sobre los empresarios, España vivirá nuevos desequilibrios, acumulados a los que ya tenemos desde hace 3 años. Nos hemos instalado en la política económica de la metáfora, para cada publicación de un dato negativo, una frase para presumir. Decir que “que hay que leer los datos del paro con lentes diferentes” no deja de ser otro eufemismo vacío, mientras la prioridad vuelve a ser la negociación de presupuestos, que por experiencia nos volverá a sorprender con nuevas cesiones a cargo de más deuda que pagaremos todos.

El dato de empleo de julio es el peor dato en 20 años, y lo que es peor: con la equivocada política económica, el Gobierno ha logrado que los malos resultados se hayan anticipado a julio en lugar de aparecer una vez finalizada la temporada turística, síntoma de la escasa efectividad de la reforma laboral.

No habrá una recuperación activa, hasta que no se reconozca la puesta en marcha de políticas fiscales de apoyo a la empresa española, para lo que, sin lugar a dudas, el Ejecutivo se deberá de desprender de los criterios ideológicos que han marcado hasta ahora sus decisiones económicas en la próxima negociación de presupuestos.

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