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Opinión

Redacción Capital

El día a día es real

"El día a día de la empresa es mucho más tangible y, aunque el IVA se reduzca al 5%, que, por cierto, se llevan meses solicitando y ya llegan tarde, no dejamos de estar ante nuevos parches"

Hay una frase muy ilustrativa de la realidad que vivimos, de Jorge Enrique Adoum que dice que “cuando sabíamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas”. Lo cierto es que creo que, en estos últimos años, nadie nos ha sabido anticipar una respuesta sólida y fundamentada, sino todo lo contrario: una avalancha de previsiones incumplidas, reales decretos inefectivos. Y lo que es peor: una visión ajena a la realidad que vive la empresa y la economía española. Esta situación viene refrendada siempre por la posición que ocupa España en cualquier tipo de comparación europea, busquemos el indicador que busquemos.

El escenario de este otoño no es nada halagüeño, ya que es muy probable con el proceso electoral 2023 a la vista vivamos una onda expansiva de más medidas cortoplacistas y basada en criterios exclusivamente sociales que van a seguir profundizando en los problemas reales que vive la empresa española.

El día a día real de una empresa son los problemas de tesorería, de financiación, de plazos de pago de impuestos, de créditos que cumplen, de afrontar una incesante indefensión ante los continuos cambios regulatorios y que traducido al castellano se llama 'un encarecimiento del interés medio del crédito de hasta un 22% (dependiendo de la cantidad financiada) en lo que va de año'.

Además, se une el deterioro de la situación económica especialmente en España, lo que ya está afectando financieramente a miles de empresas, puesto que las marcas se van a ver obligadas a repercutir los costes de producción a los precios. Y esto, con casi con toda probabilidad, hará resentirse al consumo.

Esta opinión no trata de ser catastrofista, sino volver a insistir en la importancia que tiene el tejido empresarial para una economía moderna –excluyo obviamente aquellas regidas por políticas comunistas–. Pero ahora que se acerca una intensa batalla electoral no podemos seguir denostando a los empresarios desde el propio Gobierno o incitar a sindicatos contra las empresas.

Tenemos por delante una agenda compleja, probablemente aún más de lo vivido hasta ahora porque al acercarse las elecciones los diferentes socios de la coalición actual harán valer su posición para maximizar sus reivindicaciones, ya sea en el terreno de los social –que a la postre se traduce en más impuestos que pagamos entre todos– y, por supuesto, también con medidas de carácter políticas y su repercusión en el futuro de la estructura del Estado.

La negociación de los próximos Presupuestos va a ser una carrera y probablemente la última oportunidad para los socios actuales del gobierno de coalición por obtener concesiones que puedan utilizar en las próximas campañas, con lo que casi con toda probabilidad habrá aspectos tan relevantes como es la financiación autonómica, la reforma fiscal, el pacto de rentas o la sostenibilidad del modelo de pensiones que quedarán aparcados. Y, en este contexto, no olvidemos que España va a presidir por turno la Unión Europea en el segundo semestre de 2023.

El día a día de la empresa es mucho más tangible y, aunque el IVA se reduzca al 5%, que, por cierto, se llevan meses solicitando y ya llegan tarde para noches, no dejamos de estar ante nuevos parches.

Nuestra economía está en una situación mala, pero nuestro día a día aún puede empeorar más si no se adoptan medidas, más allá de la Ley Concursal –que también va tatrde– de cara a la capacidad de financiación de la empresa. No me extrañaría que se vuelvan a recuperar los ICOs y los ERTEs de la pandemia.

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