Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Lifestyle

Ruth Beitia: "El valor deportivo más importante es el respeto por el rival" 

Por Redacción Capital

“Echar de menos la competición sería muy egoísta por mi parte” 

“Hay gente que hace trampas y te quita tu gloria, me robaron tres medallas que luego he recuperado” 

Solo una mujer puede decir que es la única atleta española con un oro olímpico. Ruth Beitia, ex atleta de salto de altura, acumula en su palmarés dos medallas olímpicas, 10 medallas en campeonatos mundiales en pista cubierta, una plata mundial y tres campeonatos de Europa. Cinco años tras su retiro del atletismo y varios años años después de su salida de la política, Beitia pasará a la historia por ser, hasta la fecha, la deportista española que ha logrado más triunfos en la prueba de salto de altura.  

La deportista cántabra centra hoy su vida en la docencia universitaria en la Universidad Europea del Atlántico de Santander y en su labor en la Federación Española de Atletismo, como responsable de Protocolo & Relaciones Institucionales. Capital charla con Ruth Beitia sobre su etapa como deportista de alto rendimiento y la medalla olímpica que ha recibido una década después, a causa del dopaje de una de sus rivales. Además, la entrevista analiza el impacto de la fama o el deporte femenino y su faceta como profesora de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. 

Es la única atleta española que obtuvo un oro olímpico, además de llevar años dedicada al atletismo. ¿Echa de menos la competición o es una etapa ya pasada? 

Hace mucho que me retiré, cinco años ya. Me retiré con 38 años y ahora tengo 43. Echar de menos la competición sería muy egoísta por mi parte. Cierto es que cada vez que veo a las saltadoras en plena competición, sí que me da ese gusanillo, pero no. No me apetece todo lo que viene detrás de una competición. Todas esas horas de entrenamiento o las de entrenamiento invisible, que son las horas restantes del día que no estás entrenando, pero tienes que cuidarte porque debes estar a expensas del siguiente entrenamiento o competición.

Con lo cual no, no lo echo de menos. Me retiré de una prueba técnica, además de que, normalmente, un deportista se retira mucho antes que con 38 años. 

No solo tiene el oro olímpico en Río 2016, sino también el bronce de Londres 2012, pero se lo entregaron casi una década después. ¿Qué sintió cuando supo que esa medalla era suya? ¿Sintió pena o rabia al no poder haber vivido ese momento de estar en el pódium y recibir la medalla? 

Sentí justicia porque, evidentemente, esa medalla era nuestra, tanto de mi entrenador como mía. Sabía que algún día iba a llegar. En esos Juegos salí con un maravilloso cuarto puesto, pero con una sensación de decepción. No había conseguido el que era mi sueño, conseguir una medalla olímpica, y me quedé con la sensación de que en algún momento una de las rusas iba a dar positivo. 

Es una sensación agridulce, perder la oportunidad de subir al podio en un estadio olímpico, recibir el calor del público, el abrazo, el aplauso… Toda esa recompensa al trabajo de tantos y tantos años nunca lo voy a recuperar y no va a volver. Diez años después, es bonito recibir algo que es tuyo, además lo hicieron muy protocolario y muy bonito en el Comité Olímpico Español (COE), pero no es lo mismo. Te roban tu gloria, tu momento y te roban también la satisfacción de decir: “He llegado a este campeonato entrenando, como todas las demás”. Hay gente que hace trampas y te está robando ese espacio. 

¿Y qué se siente cuando se consigue un oro olímpico? 

Esa ha sido la recompensa a toda nuestra trayectoria como entrenador y deportista, de Ramón y mía. Me siento orgullosa, feliz, que lo he conseguido todo en este deporte. Siento que puedo demostrar todo lo que he aprendido gracias a ese triunfo y a todo el camino, decepciones y aprendizajes que he tenido. 

Me siento preparada para mostrárselo al mundo desde otra faceta y me gusta, me gusta muchísimo. Si me tengo que quedar con dos momentos, ese oro olímpico es lo que el deporte me ha dado como deportista. Y el Fair Play de 2017 es lo que el deporte me ha enseñado como persona. Son mis dos grandes premios.  

Antes de saltar, ¿sabía si un salto iba a ser bueno, se tiene alguna intuición de que va a ir bien? 

La preparación viene marcada mucho por las semanas previas, por tu estado de entrenamiento o el estado emocional, ya que sabes que cuando llegas a un gran campeonato, es la gran cita. Eso también ha sido un aprendizaje durante toda mi carrera en la que sabías perfectamente cómo llegabas, pero, a veces, te traicionaban los nervios o un catarro, una lesión o una pequeña molestia. Incluso la cabeza, que, en una prueba tan psicológica, tan táctica y tan técnica, en ocasiones jugaba malas pasadas. 

El deporte femenino parece que poco a poco va ganando visibilidad y reconocimiento, pero todavía queda camino por recorrer. ¿Cómo cree que se podría reducir esta brecha? ¿En algún momento de su carrera notó que podría enfrentarse a trabas por ser mujer? 

Las que somos de deporte individual lo tenemos mucho más sencillo, sobre todo a nivel mediático. No se entiende la natación sin Mireia Belmonte; ni el bádminton sin Carolina Marín o la halterofilia, que es un deporte más vinculado a lo masculino, sin Lydia Valentín; o, en mi caso, el salto de altura. Nosotras nos sentimos en el compromiso de apoyar a todas las deportistas y sentir que deportistas de equipo. que están consiguiendo tantos o mejores resultados que los masculinos, no tienen la misma repercusión mediática o una brecha salarial importante. 

Yo, en lo personal, nunca lo he vivido. No me he sentido discriminada por el mero hecho de ser mujer, pero sí que me siento en la tesitura de decir que tengo que luchar por la igualdad, que es lo que pretendo. No quiero que demos pasos hacia atrás por el mero hecho de decir “voy a apoyar el deporte femenino”. Quiero que se apoye al deporte y que se vea como una igualdad plena que es lo necesario realmente. Nunca me he considerado ni más ni menos que nadie, siempre me he considerado deportista. Y así es como me gustaría que me considerase la gente. 

Estuvo muchos años también dedicada al mundo político. ¿En qué se parece la mente de un deportista y un político?, ¿qué pueden aprender el uno del otro? 

Yo creo que nadie tiene que aprender nada de nadie, sino que cada uno tenemos que aprender de nosotros mismos, sobre todo de ser conscientes de donde estamos. Para mí, la política fue un servicio público que en un momento dado pensé que ya no quería estar ahí por motivos personales. Quemé esa etapa y dejé paso a otras personas que estaban preparadas. Yo sé lo que he aprendido del deporte, los valores que he aprendido y cómo los puedo extrapolar a cualquier aspecto de mi vida. 

Son muchísimos los valores que te ofrece el deporte. Creo que el valor deportivo más importante es el respeto por el rival. Muchos de ellos son amigos, con lo cual es fantástico. Espíritu de sacrificio, saber ganar, saber perder; y la perseverancia, que es el valor que más me ha acompañado durante toda mi vida. Estuve 27 años con el mismo entrenador y hemos caminado, nos hemos caído, nos hemos levantado, pero siempre con la sensación de pararnos cinco minutos, pensar dónde está el error y continuar hacia delante con el error aprendido y subsanado. 

Es importante saber que no puedes estar golpeándote contra una pared constantemente. Y la honestidad, que es importantísima. Ya me han robado. Me han robado siendo atleta tres medallas que luego las he ido recuperando. No es tanto lo que he conseguido, sino cómo lo he conseguido, a base de trabajo, trabajo y trabajo.  

Su nivel de reconocimientos y logros es muy alto y hubo un momento en el que todo el mundo hablaba de Ruth Beitia. La parte de ser un personaje público que implica ser deportista, ¿cómo la gestionaba? ¿Qué es lo mejor y lo peor de la fama? 

La gente es muy respetuosa con depende de qué sectores. Por ejemplo, un jugador de fútbol tiene a miles de personas en cada entrenamiento y, al final, es un poco agobiante, pero los atletas donde más repercusión tienen es dentro del estadio y la pista. En tu vida normal, sí que tienes gente que viene, pero es muy respetuosa y con muchísimo cariño. Siempre lo he llevado muy bien. Quizá lo ha llevado peor alguna persona que estaba a mi lado cenando o un día que te vas de fiesta y ella no entiende que la gente venga o “te agobie”. Eso lo llevaban un poco peor las personas que estaban cerca de mío. 

¿Qué consejo le daría a alguien que quiere dedicarse profesionalmente al deporte? ¿A qué vivencias renuncia un deportista de élite? 

Va a renunciar a lo que él quiera renunciar. Al final, esto es un trabajo de día a día, de pensar en prioridades ante lo que tú sueñas ser. No cambiaría un ápice de mi vida. Soy lo que soy gracias al deporte, con lo cual me ha dado mucho más de lo que yo he podido dar al deporte. Me ha dado la oportunidad de viajar y de conocer distintas razas o culturas en su lugar de origen. Ahora, con la globalización, es más sencillo todo, pero antes era impensable irte a saltar a los cinco continentes. Me ha dado la oportunidad de cumplir mis sueños desde muy joven, que para el resto es complicado. 

A los futuros deportistas les diría que disfruten, que disfruten de cada uno de los pasos. Que sus padres, cuando sean pequeños, nunca les pregunten si han ganado o perdido, que les pregunten si han disfrutado. Si aprenden a disfrutar con el deporte desde la base tienen un camino hecho muy importante para cuando las cosas se ponen serias y tienen que discriminar. Deben pensar, saber o elegir dónde quieren llegar o cómo quieren llegar. 

“La sensación que puede vivir un deportista no está en los libros” 

Ruth Beitia, ex atleta y medallista olímpica

¿Ha sido difícil alguna elección? 

No. Sí que es verdad que me hubiese gustado mucho estudiar medicina. Yo sabía que la medicina implicaba muchísimas horas de estudio y de prácticas y no podía estar compaginándolo con viajar hoy, mañana y pasado. Entonces, ahí sí que es cierto que sacrifiqué esa parte de mi vida, pero no. 

Mis amigos siguen siendo los mismos y mi familia me ha respetado al 100%. Es más, han sido mis mayores fans y mi mayor apoyo al decir “tú eres una persona normal y corriente y vas a seguir siéndolo igual". Mis padres han valorado a sus cinco hijos por igual, cosa que ha sido para mí muy importante. He sido una privilegiada con mi vida. 

Es profesora de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad Europea del Atlántico en Santander, ¿qué le gustaría que sus alumnos aprendieran de usted? 

Para empezar, me encantaría que hubiese más chicas, pero me gustaría que aprendieran a no cometer errores con la base. Ese es el mayor poso que quiero que les quede. Que respeten ese proceso fisiológico de cada uno, y que los vean como personas y no como cuotas ni como campeones.

Que respeten a cada uno de ellos porque así lo viví yo desde pequeña con un entrenador que supo hacer un entrenamiento a la carta a todos sus atletas, que entendía que en época de competición teníamos que estar al 100%, pero que también comprendía que si tocaba carga cuando estábamos de exámenes igual esa semana era mejor de descarga. 

Esa semana él prefería que fuese más relajada para que pudiésemos estudiar y entrenar con calidad de no lesionarnos. Eso es lo que yo pretendo. También que hagan disfrutar a los niños si algún día tienen niños a la hora de entrenar con ellos. El primer día les hace ilusión que yo sea su profesora, luego intento ser Ruth la profesora y tratar a todos por igual. Les intento transmitir la sensación que puede vivir un deportista en cada momento o la relación que se puede tener con el entrenador, que eso no está en los libros. 

Echando la vista atrás, ¿hay algo qué le quedó por hacer?, ¿qué sueños tiene Ruth Beitia aún por cumplir? 

Me queda un sueño por cumplir que lo voy a cumplir ya, que es ser madre. No estoy embarazada, estoy embarazada de un expediente. Me voy a Vietnam a por un bebé en breve. Me he criado en una familia numerosa con muchísimo cariño por parte de la familia, por lo que soy muy familiar y me faltaba ese pilar de ser madre y lo voy a ser. Al final, creo que el resto de sueños los he cumplido con creces. 

Estoy nerviosa, bueno, más bien expectante, el nervio vendrá después. Esto lo empecé hace tres años y pico, pero con el tema de la Covid-19 se ha dilatado mucho en el tiempo. Lo notifiqué viendo en los Juegos de Tokio desfilar a Vietnam. Fue como que ese paso lo salté, estaba desfilando Vietnam y pensé: “Algún día estaré en Vietnam recogiendo un bebé”. 

Fotografías: Dominic Ebenbichler Reuters, Agence France-Presse, Getty Images y Reuters 

Únete a nuestra Newsletter

A través de nuestra Newsletter con Capital te hacemos llegar lo más importante que ocurre en el mundo de la #economía, los #negocios, las #empresas, etc… Desde las últimas noticias hasta un resumen con toda la información más relevante al final del día, con toda comodidad.