“Hacen falta más visión, mayor voluntad política y muchos más recursos para que el patrimonio cultural sea percibido y valorado”
Antonello Dellanotte, fotógrafo y divulgador del patrimonio global de Madrid, fue el profesional que hizo las fotos para que el Paisaje de la Luz de Madrid fuera designado como Patrimonio Mundial. Está especializado desde hace más de una década en el Parque del Retiro y en la zona de El Prado y es retratista oficial de los lugares de la candidatura distinguida por la Unesco en 2021. Capital repasa con él su trayectoria.
¿Qué es lo que le inspiró para seleccionar las imágenes que finalmente se incluyeron en el dossier de la candidatura de Madrid como Patrimonio Mundial de la Unesco?
En realidad, en general, la selección de imágenes para la candidatura del Paisaje de la Luz se basó más en criterios técnicos que estéticos. De todos modos, también aporté algunas imágenes más pictóricas o artísticas cuando el expediente así lo requirió.
¿Qué ha supuesto para usted, profesionalmente, ser parte de este éxito para Madrid?
Principalmente implicó una gran satisfacción y un orgullo, como divulgador y como madrileño. Pero, además, y especialmente tras la consecución de la inscripción, supuso un impulso importante para mi carrera, así como la posibilidad de establecer relaciones más sólidas con los responsables institucionales de los bienes inscritos, tanto en el ámbito municipal y autonómico, como en lo que se refiere a las empresas e instituciones que también forman parte del Paisaje de la Luz.
Un ejemplo de ello es la Expo de la Luz, que tuvo lugar en The Westin Palace entre los meses de junio y septiembre y a la que han acudido cerca de 10.000 personas, y que ha conmemorado el primer aniversario de la inclusión de este paisaje cultural en la lista de Patrimonio Mundial.
La candidatura de Madrid incorporaba un innovador órgano de debate y elaboración de propuestas como fue el “Consejo Cívico y Social”. ¿Cuáles fueron las claves para que las imágenes recogieran el sentir social?
En realidad, el área que comprende el expediente es un espacio público amplio y variado que no se puede concebir sin el llamado “factor de uso”. El caso del Parque del Retiro es paradigmático: es un espacio muy querido que además soporta un uso realmente intenso. La divulgación del patrimonio global y la magnífica oportunidad de puesta en valor que implica su inclusión en la lista de la Unesco tienen que servir no sólo para mostrar y explicar su valor histórico-artístico y medioambiental, sino también -y sobre todo- para promover su buen uso y su cuidado. Ese sentir social ha de encaminarse hacia una cultura de respeto y conservación.
Madrid se ha convertido en un importante eje de desarrollo cultural y económico con perspectiva internacional. ¿Cómo cree que se puede trasladar ese vigor desde la fotografía de profesionales como usted?
Madrid es una ciudad hermosa y vibrante que ofrece infinitos escenarios para el fotógrafo. Las redes sociales, y sobre todo las publicaciones que se hacen desde perfiles no oficiales de blogueros o meros aficionados a la fotografía, cumplen hoy en día una labor fundamental en la comunicación de la cultura en todas sus facetas. Pero una buena pieza, en mi opinión, tiene que ir acompañada de un texto explicativo que ayude a entender y apreciar el valor de lo que se muestra.
La fotografía es una ventana al conocimiento, no solo para el espectador, sino también para el autor. Investigar sobre aquello que fotografiamos para luego explicarlo es un proceso que enriquece tremendamente al autor. Yo siempre animo a mis alumnos a que lo hagan.
La empresa tiene una relación muy directa con la creatividad, a través del marketing y la imagen, con el objetivo de trasladar mensajes a los clientes. ¿Cuál es su visión sobre las tendencias que moldean el sector de la publicidad y la comunicación visual?
Sin duda, la digitalización y la irrupción de las redes sociales han supuesto un antes y un después en todo lo relacionado con la comunicación. El acceso de la sociedad civil a la creación y publicación de contenidos ha cambiado drásticamente el panorama. Por ejemplo, los llamados influencers son ahora actores protagonistas en el campo de la comunicación de producto; aunque la revolución es global. Este escenario ha traído cosas muy buenas, como ese acceso casi universal a la posibilidad de difundir y divulgar contenidos, y otras no tanto, como la proliferación de las fake news o la vulnerabilidad de la privacidad.
España tiene realmente una riqueza cultural inmensa, y difícil de reflejar en unas pocas imágenes. ¿Cómo cree que desde la fotografía podríamos mostrar al mundo esa riqueza cultural de la que carecen otros muchos países?
La fotografía es esencial, aunque por sí sola no es capaz de cumplir esa fundamental función de puesta en valor a la que se refiere la pregunta. En mi opinión, hacen falta más visión, mayor voluntad política y muchos más recursos para que el patrimonio cultural sea percibido y valorado adecuadamente; no solo por quienes nos visitan, sino también por nosotros mismos.
¿Cuál es esa fotografía o proyecto que aún no ha podido hacer y cuál sería su aspiración ideal?
En realidad, yo voy un poco por donde me lleva el viento y el próximo proyecto siempre es el ideal, porque procuro hacer solo cosas que me interesen o enriquezcan. Pero, por concretar, tengo en mente ya la segunda edición de la Expo de la Luz para 2023 y otro proyecto expositivo: ‘Las primaveras robadas’, basado en dos grandes reportajes que hice en El Retiro durante los cierres que sufrió en 2020 por el Covid y en 2021 por Filomena. En aquellas dos ocasiones fui el único fotógrafo autorizado a entrar en el parque para documentar su estado en aquellos dos periodos primaverales en los que la ciudadanía no pudo disfrutar del Retiro.
