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Opinión

Redacción Capital

España sigue suspendiendo

“La falta de empleo entre los jóvenes limita con obviedad su capacidad de consumo” 

Me ha venido a la cabeza esa famosa frase de John F. Kennedy -“el momento para reparar el tejado es cuando brilla el sol y no podemos postergarlo”- mientras leía el reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), titulado Education at a Glance, que, entre otros aspectos, pone de manifiesto que el 22% de los jóvenes españoles de entre 18 y 24 años en España ni estudia ni trabaja. A esto se une otro dato demoledor que nos hace liderar el ranking negativo a nivel europeo: tenemos un 30% de jóvenes de entre 25 y 30 años sin cualificación, que no tienen ni Bachillerato ni Formación Profesional, cuando la media europea es del 15%.  

Evidentemente, estamos asistiendo a una gran contradicción económica. Se nos dice que no hay jóvenes para sostener las pensiones futuras, que no hay talento ni profesionales formados para cubrir la demanda de empleo y que el desempleo entre los jóvenes es uno de los más altos en Europa. Pero, a su vez, se implanta una nueva ley educativa que, a la vista de los resultados, no pone foco suficiente en la necesaria meritocracia educativa.  

Tengo clarísimo que plantear la formación desde una perspectiva ideológica de las materias y de la dirección educativa no va a solventar esta enorme brecha que tenemos en España. El mismo informe revela que nuestra inversión en educación es del 4,3% del PIB, 0,6 puntos menos que la media. 

Es muy probable que el espíritu de la ley Celaá, facilitando el aprobado, era mejorar el indicador de abandono, pero con esta laxa actitud educativa, las barreras para incorporarse al mercado laboral no van a desaparecer, porque la transición entre la educación y la empleabilidad pasa por la capacitación real. 

Por eso existe una correlación directa entre la educación media y superior con el desarrollo económico del país. De hecho, el referido informe de la OCDE se refiere a la formación como “el requisito mínimo para evolucionar en la economía moderna”. 

En la actualidad existen varios colectivos que tienden a tener menos oportunidades en el mundo laboral. En el caso de los jóvenes, es uno de los colectivos que tiene la tasa de desempleo por encima de la media. Para que nuestro sistema educativo resulte efectivo y atractivo para los empresarios, debe conseguir que los jóvenes permanezcan en el sistema educativo. 

La reforma debe mejorar tanto la Formación Profesional como el Bachillerato para impulsar la capacitación en Ciencias. A la vista de los recientes Presupuestos Generales del Estado, dedicar solo 350 millones al Plan Código Escuela 4.0 que anunció la ministra Pilar Alegría es un claro síntoma del escaso impulso del Gobierno por la situación que viven nuestros jóvenes. 

La falta de empleo entre este colectivo limita con obviedad su capacidad de consumo. Por eso se convierte en urgente adoptar nuevas medidas efectivas y no más subvenciones para romper con la tendencia del desempleo. Hay que dejar de ser el bochorno europeo donde, con casi tres millones de parados, siempre hay unos 100.000 puestos vacantes. 

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