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Economía

El incierto futuro de la economía española en 2023

Por Pablo Poyo

La guerra en Ucrania, la socarronería de Putin y la inflación que azota al mundo desde hace algún tiempo están alargando una situación convulsa que parece complicada de predecir

El panorama internacional es cada vez más difícil de escrudiñar a medida que la desconfianza se instala en los mercados europeos. Nuestro país no es ajeno a la realidad global, ni mucho menos a las vicisitudes por las que están pasando nuestros vecinos europeos. Con el invierno a la vista, se espera que los precios del gas continúen al alza, al tiempo que el centro del continente se prepara para tomar medidas drásticas contra la que se les viene encima. 

España, por fortuna, no tiene de momento esa urgente necesidad de almacenar gas u otro tipo de energías de forma desesperada. Sin embargo, a pesar de haber salido (de momento) bien parados de la agria realidad energética, nuestro país sí que debe afrontar retos de gran calibre en lo que a economía y empleo se refiere. 

La deuda pública: el primer escollo a salvar 

España tiene una de las deudas más públicas de la zona euro en relación a su PIB, aunque se queda lejos de las escandalosas cifras que arrojan los datos en Italia (147% del PIB) o en Grecia (177%).  

La economía española ha caído de forma preocupante en los últimos años, debido a la pandemia y al goteo incesante de cierres en sectores tan estratégicos como la hostelería y el turismo. A pesar de que en este 2022 se han visto ciertos "brotes verdes", lo cierto es que no son ni de lejos suficientes para hablar de una recuperación a largo plazo. 

La deuda pública española ha ido ascendiendo de forma vertiginosa desde el inicio de la crisis del 2008. En aquellos tiempos, nuestro país se colocó como una de las principales potencias económicas del mundo durante el período previo al colapso económico, pero sus ingresos estuvieron basados en un ficticio equilibrio que pivotaba entre el auge de la construcción y la llegada masiva de turistas. Esto último es algo que, por suerte, sigue permitiendo a nuestra economía disfrutar de miles de millones de ingresos extra. 

En 2019, antes del descalabro pandémico, la actividad turística generaba en nuestro país casi 160.000 millones de euros al año, lo que representaba un 12,5% del PIB. Además, mantenía ocupadas a más de 2,3 millones de personas. En 2019, España era el líder en el ranking de turismo mundial; posición otorgada por el World Economic Forum (WEF). 

Con el confinamiento del 2020, los datos se redujeron hasta caer a unos 60.000 millones de euros anuales (casi tres veces menos que el año anterior), lo que supuso que el porcentaje del PIB relacionado con este sector cayera hasta el 5,5%, siete puntos menos que en 2019. Así lo reflejan, al menos, los datos del Instituto Mundial de Estadística. 

Aunque en 2022 hemos recuperado la senda del crecimiento turístico, los datos del déficit público tampoco son nada halagüeños. Respecto a la deuda pública, ha continuado con su ascenso catapultada por la inestabilidad económica que arrastra España desde la crisis del 2008. En ese año, apenas alcanzaba el 39,7% del PIB. En 2013, solo cinco años más tarde, se había multiplicado hasta superar el 100%. Y no se detuvo ahí. 

Los siguientes años fueron algo más benignos, dentro de la intrincada espiral de deuda que achacaba al país. En solo un año aumentó un 5%, aunque se fue reduciendo paulatinamente hasta situarse en un "tolerable" 98% en 2019. 

Pero, al poco tiempo, la Covid-19 cayó como una losa sobre nuestras vidas, y su reflejo se pudo ver en casi todos los aspectos de la vida cotidiana. La deuda pública de nuevo ascendió hasta un delicado 120%, aunque en 2021 se redujo hasta el 118%, y hoy se sitúa en ese 116% comentado anteriormente. 

Las previsiones del Fondo Monetario Internacional para España en este campo auguran, de momento, una bajada de nuestra deuda hasta el 113% del total del PIB. El organismo también se moja sobre los resultados de 2025, insistiendo en que la deuda hispánica bajará hasta situarse en el 109%.  

En su informe, el FMI avisa de la importancia de mantener unas reservas públicas, o "amortiguadores", que sirvan para evitar un aumento descontrolado de la deuda en el caso de que surjan nuevas crisis. Pero advierte que la mayoría de países no se han preocupado de reconstruirlos ante un escenario en el que la inflación está en niveles muy superiores a los de antes de la pandemia. 

La inflación y las subidas de tipos  

Es cierto que los datos sobre la deuda parecen mejores que en los ejercicios anteriores, pero se debe a una desesperada reorganización de las entidades gobernantes ante la recesión en la que se está sumergiendo Europa. 

Si hablamos de inflación, las previsiones son menos positivas a corto plazo. Es cierto que este octubre se ha visto cómo la inflación caía desde el 10,5% hasta el 9%, mejorando la media de la Unión Europea, que se sitúa en el 10,1%, según los datos del Eurostat. 

Por desgracia, esta bajada no es más que un maquillaje ante la desagradable situación que se espera para los próximos meses. El propio Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno advertía a mediados de octubre que habría "posibles retrocesos" en el tema de la inflación si a Vladimir Putin se le ocurría continuar poniendo a prueba la capacidad energética de Europa. 

Aun así, algunos organismos internacionales ven con buenos ojos la perspectiva de futuro para 2023 en España si la situación mejora en los próximos meses. Es el caso del Fondo Monetario Internacional, que pronostica un cierre de año con una inflación que rondará el 8,9%. Además, si todo sale según lo previsto, el organismo internacional cree que en el 2023 la inflación se verá moderada hasta cerrar dicho año en un 4,9%. 

No todos los datos apuntan en el mismo sentido. La misma Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) advierte de que el alza de la inflación en nuestro país está provocando un continuo deterioro de la economía. Se basan principalmente en el compuesto de indicadores líderes (CLI), que sirve como termómetro para detectar cambios de tendencia. 

Según la OCDE, España se ha situado en 97,91 en septiembre, un dato levemente inferior al de 98,11 puntos del mes anterior. Las dudas de la organización vienen dadas por la pérdida de casi cuatro puntos en relación con el nivel registrado el año anterior. 

Por otro lado, el Banco de España es algo más optimista y rebaja la inflación hasta el 8,8% para fin de año, y hasta el 5,6%  para finales de 2023. 

Donde sí hay más consenso es en el riesgo que supone la subida de los tipos de interés. Ante la persistencia de la inflación, los principales bancos centrales han emprendido una senda de subida de tipos de interés en un intento de enfriar la demanda. La consultora Funcas prevé que el Banco Central Europeo llegue hasta unos tipos del 2,5% en el segundo trimestre de 2023, señala estas alzas como factores del frenazo económico, y alerta de las consecuencias de pasarse de frenada. 

El modelo sobre el que trabaja el centro de estudios prevé que el gasto en intereses se incrementará en 5.000 millones para empresas, y que para las familias serán 2.500 millones. 

El déficit español y las previsiones de crecimiento 

El déficit público también es otro indicador que preocupa, o debería preocupar a los gobernantes españoles. Las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional para España arrojan unos datos alarmantes: el déficit público no bajará del 4% hasta 2027

En concreto, según se desprende de las previsiones incluidas en el informe Monitor Fiscal, publicado por el FMI, España registrará un déficit del 4,4% en 2023, que bajará al 4,2% en 2024 y al 4,1% en 2025. En 2026 y 2027 se estancará en el 4,3%.  

Los datos macroeconómicos son más llamativos si atendemos a las previsiones de crecimiento para nuestro país en los próximos años.  

El Banco de España, recoge, por ejemplo, la tasa de variación que ha tenido el Producto Interior Bruto español en los últimos años. Sin duda, el momento más delicado fue el confinamiento de 2020, momento en el que el PIB del país llegó a caer casi un 11,5%. 

Tras esto, la economía española ha ido recuperándose, pero sin prisa. En 2021, el PIB creció un 5,5%, y para 2022, el Banco de España espera que dicho crecimiento se reduzca un punto más, hasta el 4,5%. El problema, es que para 2023, la economía española solo crecerá hasta el 1,4%. Lo cierto es que todo depende de cómo se desarrolle el final de este caótico año. 

¿Qué opinan los organismos internacionales al respecto? Pues bien, el Fondo Monetario Internacional ha rebajado este octubre sus previsiones de crecimiento para nuestro país, hasta situarlo en un escueto 1,2% para el 2023. 

Es poco, pero el propio FMI también ha dictaminado que España será la gran economía de Europa que más crecerá el año que viene. Y esto se debe a que otras potencias como Alemania o Italia entrarán en recesión técnica. 

En concreto, la primera se contraerá un 0,3% en el año, lo que supone un recorte de 1,1 puntos en sus previsiones de crecimiento respecto a los últimos pronósticos del FMI. La segunda se contraerá un 0,2%, lo que supone un recorte de nueve décimas. De su lado, Francia registrará una expansión del 0,7% el año que viene, tres décimas menos.  

De esta forma, en el conjunto de la eurozona se registrará un crecimiento del 3,1% en 2022, lo que supone una mejora de cinco décimas respecto a las previsiones de junio, mientras que las estimaciones para 2023 se han recortado en siete décimas, hasta el 0,5%. 

Viendo que a día de hoy uno de los mayores problemas que acechan al Viejo Continente es el problema energético, el FMI considera que se debe permitir a los precios de la energía que se ajusten para preservar los incentivos de limitar su uso y elevar la demanda. En el entorno actual, el organismo considera que los subsidios, rebajas de impuestos o límites de precios para atajar las facturas energéticas serán medidas costosas a nivel presupuestario e ineficaces.  

Por último, conviene revisar dos indicadores preocupantes tanto del Instituto Nacional de Estadística como del Banco de España. 

La tasa de paro y el empleo, en concepto de horas trabajadas, no mejorarán en nuestro país. La tasa de paro actual se sitúa en el 12,8%, pero en vez de reducirse, repuntará un ligero 0,1% en 2023, hasta el 12,9%.  

En cuanto al empleo (horas trabajadas), el Banco de España estipulaba que en 2022 se había producido una reducción que dejaba la cifra en un crecimiento del 4%, en comparación con el 7,2% anterior.  

Para 2023, las cifras son peores, pues el crecimiento se reducirá a solo un 0,8%, aunque también hay noticias positivas, pues en 2024 se espera un crecimiento del 2,5%. Todo dependerá de cómo empiece el año una Europa sumida en un mar de dudas.  

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