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Lifestyle

Andorra, el corazón blanco de los Pirineos

Por Enrique Fernández

El Principado de Andorra se convierte en los meses de invierno en uno de los destinos más demandados de Europa por sus increíbles paisajes y, sobre todo, por las laderas blancas que envuelven los Pirineos convirtiéndose en la mayor extensión esquiable del sur de Europa. 

Para comenzar la visita del país, el punto de partida debe ser Andorra la Vella, la capital más alta de Europa. Concretamente, la visita de la capital parte de la plaza Príncep Benlloch, lugar desde el que empieza el casco antiguo siendo además el mejor ejemplo de fusión perfecta de historia, naturaleza y shopping que esconden las calles de la ciudad. Presidiendo la plaza, dos edificios que revelan la evolución de la ciudad: el Comú d’Andorra la Vella (ayuntamiento) de finales del siglo XX y la imponente iglesia medieval de Sant Esteve. 

Adentrándose más en el casco histórico, con sus calles empedradas y sus casas medievales, la pieza clave para conocer la historia de la ciudad es la Casa de la Vall. El que fuera Parlamento andorrano desde 1702 hasta 2011 supone una entidad clave en la vida del lugar como pieza clave en la preservación de la independencia del país y la evolución de sus funciones a lo largo de casi seis siglos. El interior conserva la esencia del medio con la preciosa sala del Tribunal Penal, en la planta baja (conservando el magnífico mobiliario y la decoración de madera); y, en el primer piso, con la Sala de los Pasos Perdidos, donde se mantiene el curioso Armario de las Siete Llaves, que solo podía abrirse en presencia de los representantes de las siete parroquias (municipios) del país, cada uno con su llave. 

Para los amantes de las compras, Andorra posee la ‘atractiva’ Shopping Mile. La columna vertebral comercial de la ciudad conformada por varias asociaciones de comerciantes que decidieron en 2019 montar esta villa comercial de más de kilómetro y medio de tiendas, hoteles, restaurantes, centros comerciales, grandes marcas internacionales… la villa de oro para todos los amantes de las compras con el ‘aliciente fiscal’ que esa ubicación también ofrece (un IVA del 4,5%). 

Para recuperarse tras una intensa jornada de turismo y compras por la ciudad, el balneario de Caldea supone el destino preferido. El spa termal más grande del sur de Europa supone el lugar perfecto para relajarse y disfrutar de las propiedades del agua, así como apreciar la rompedora y vanguardista arquitectura del edificio. 

Ruta románica

La localización ‘casi’ inexpugnable que los Pirineos han ofrecido a lo largo de la historia ha permitido la conservación de elementos arquitectónicos históricos en un estado de conservación casi perfecto. El Principado cuenta con 44 iglesias románicas construidas entre finales del siglo VIII y el XIII con piedra de pizarra, repartidas por los diversos pueblos que llenan las montañas. Visitar todas en un viaje es casi imposible, pero sí es recomendable acercarse a algunas de las más importantes.  

Entre ellas, la primera parada debe ser al pueblo de Pal. Este lugar supone uno de los enclaves más característicos de Andorra para apreciar el arte románico con la Iglesia de San Climent (del siglo XI) y su campanario de tres plantas como protagonista. Además, en este poblado se encuentra el Santuario de Meritxell, templo religioso más importante del país. Este santuario ‘desnudo’ destaca por la peculiaridad de su arquitectura, ya que, tras sufrir un devastador incendio en 1972, de la construcción románica original únicamente se conservan elementos de las bases, habiendo sufrido una ‘renovación’ disruptiva a manos del arquitecto español Ricardo Bofill que deja a la vista el esqueleto de todo el templo. 

La segunda para debe ser Ordino, considerado como la capital cultural de Andorra. Un pueblo montañés de piedras con piezas dignas de visitar como la iglesia de Sant Corneli i Sant Cebrià, la Casa de Areny-Plandolit y sus museos.  

Para completar esta ruta estarían los pueblos de Les Bons, donde se encuentra la iglesia de Sant Romà; Escaldes con la iglesia de San Miguel d’Engolasters, y por último el precioso pueblo de Llorts, punto de partida de la Ruta del Hierro. 

Aventura y naturaleza

La ubicación privilegiada de Andorra, en pleno corazón de los Pirineos, dota a cada población de unas vistas inigualables. Por ello, más allá de la oferta cultural que aporta cada una de las ciudades, la naturaleza de la zona supone un atractivo único por si sola. 

Para todos los amantes del trekking y el senderismo, Andorra cuenta con un formidable circuito natural de rutas. Desde los lagos de Tristaina, pasando por el florido Valle de Sorteny, el Valle del Madriu-Perafita-Claror (patrimonio de la humanidad por la UNESCO), subiendo hasta el pico de Comapedrosa y al mirador Roc del Quer; o disfrutando de la montaña de la manera más original en Naturlandia. Este parque de aventuras situado a 2.000 metros de altitud y rodeado de más de 800 hectáreas de bosque cuenta con el Tobotronc como atracción estrella. El tobogán de naturaleza más largo del mundo con un recorrido de 5,3 km atravesando el bosque sentado sobre un trineo. 

Las deseadas laderas blancas

Si por algo se conoce a Andorra en los meses de invierno es por sus envidiables pistas de esquí. Con más de 300 km esquiables, las pistas andorranas suponen el principal atractivo turístico del país. A media hora de Andorra la Vella, las blancas montañas ofrecen el escenario soñado para todos los amantes de los deportes de invierno (excursiones en motos de nieve, trineos de perros, raquetas de nieve, vuelo en parapente…). 

Engalanada con sus mejores galas, Andorra está preparada para recibir a los miles esquiadores profesionales y amateur que preparan sus maletas para disfrutar de la práctica deportiva en las pistas de Grandvalira, Ordino Arcalís, Pal Arinsal y Naturland. 

El sabor de la montaña

La gastronomía de Andorra es sinónimo de sabor y esencia de la montaña. Guardando gran similitud con la gastronomía de su ‘vecina’ Cataluña, los platos andorranos destacan por la presencia de productos de la montaña y la caza. El plato nacional por excelencia es la escudella, plato similar al cocido montañés compuesto por carne de ternera, gallina, espinazo, albóndigas, patatas, zanahorias, garbanzos, puerro, nabo, apio, ajo, perejil, fideos y arroz. 

Otros platos típicos son el trinxat, puré de col verde y patatas acompañado de panceta frita, los caracoles con alioli de membrillo, la trucha a la pallaresa, la ensalada de achicorias (diente de león) y el civet de jabalí. Platos elaborados con productos de la montaña bien acompañados por su reconocida cerveza artesanal Alpha. En definitiva, una oferta más que completa para disfrutar de este entorno natural e histórico a solo unos kilómetros. 

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