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Lifestyle

Suiza, un tesoro de naturaleza e historia

Por Enrique Fernández

Si hay un país que se debe visitar en los meses de invierno, ese es Suiza. Escondido en el epicentro de Europa, este país montañoso destaca por sus paisajes naturales montañosos y sus pueblos medievales de cuento. Para los amantes de la nieve, los meses de invierno son la mejor época para viajar, aunque es importante tener en cuenta las gélidas temperaturas con las que uno se va a encontrar al llegar (las temperaturas durante el invierno suizo están entre -14º/-1º centígrados). 

Berna, amor a primera vista

La capital suiza supone una de las ciudades de mayor encanto del país. Rodeada por el río Aar, el casco antiguo medieval (declarado Patrimonio de la Humanidad) es el lugar perfecto para perderse en el paso del tiempo.  

Dejando atrás el Palacio Federal de Suiza, todo el casco antiguo se puede recorrer paseando por la calle Kramgasse. Esta vía de más de 6 kilómetros destaca por los majestuosos edificios medievales de tejados rojizos que custodian cada lado, los pasadizos de sus soportales y las elegantes fuentes de estilo renacentista repartidas a lo largo de la calle. Al principio de la vía, rompiendo con la anchura de la misma, aparece uno de los edificios más reconocidos de la ciudad: Zytgloggeturm, la torre del reloj medieval que data del siglo XII. 

Desviándose un poco de Kramgasse, pero sin salir del casco histórico, se encuentra la Catedral de Berna. La iglesia más alta del país cuenta con una única torre central de más de 100 metros de altura que destaca por su marcado estilo gótico tardío y la calidad de sus relieves. En especial, la recreación del juicio final en el tímpano de la puerta principal de la Catedral.  

Siguiendo con la ruta de edificios históricos del casco antiguo, y al igual que la catedral, la siguiente parada es el Ayuntamiento de Berna, considerado como uno de los edificios medievales más bonitos de la ciudad. 

Para apreciar el encanto de la ciudad, el mejor plan que se puede hacer es alejarse del centro de la ciudad cruzando el puente Nydeggbrücke. Una vez se ha cambiado de orilla, se puede disfrutar de una vista panorámica de Berna desde el mirador de Grosser Muristalden y los parques de Bärenpark y Rosengarten -jardín de las Rosas-. Situados sobre una colina, Bärenpark cuenta con una reserva natural de osos (símbolo de la ciudad) mientras que Rosengarten supone un precioso jardín con más de 200 variedades de rosas. 

Tesoro de la naturaleza

La ubicación de Suiza, rodeada por la cordillera de los Alpes o la cordillera del Juran, dota al país de uno de los paisajes naturales más formidables del viejo continente. Desde las cataratas del Rin al norte, el mayor salto de agua de Europa Central, hasta la formidable estación de esquí de Zermatt en los Alpes. 

Cerca de la ciudad de Lucerna se encuentra el monte más visitado del país: el monte Pilatus. Para acceder a esta montaña de más de 2.000 metros de altura, los turistas pueden subirse en el funicular más empinado del mundo mientras disfrutan de unas vistas inigualables del lago de los Cuatro Cantones, la ciudad de Lucerna y el entorno de macizos que rodena todo el valle. 

Y para los amantes del montañismo, Interlaken. Un paraíso natural con numerosas actividades de naturaleza (senderismo, esquí o parapente entre otras) entre las que se incluye la escalada de glaciares. Una visita recomendada que se puede completar con las cataratas de Glissbach, a 20 km de Interlaken, 

Continuando el recorrido del país de norte a sur, la siguiente parada es Lauterbrunnen, conocido como el valle de las 72 cascadas. El valle se encuentra repleto de pueblos de casas de madera con increíbles vistas naturales pudiendo recorrerlos a pie o en los emblemáticos trenes cremallera como el de Wengernalpbahn. Desde ahí, merece la pena desplazarse hasta el puerto de montaña Jungfraujoch, considerado la cima de Europa y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

Y de las montañas rocosas del norte, a los lagos del sur con el irresistible Lago Blausse. Este lago de montaña de tonos verdes y turquesas es uno de los enclaves suizos más fotografiados.  

La ultima parada del turismo de naturaleza es el monte Cervino, la puerta de entrada a los Alpes suizos. El monte Cervino y sus 4.478 metros de altura suponen la cumbre más deseada por los escaladores siendo además una montaña “familiar” para muchos al ser la imagen que aparece en el envoltorio de las chocolatinas de la marca Toblerone. Desde el pueblo de Zermatt, se pueden realizar diversas excursiones de interés como la ruta de los 5 lagos o el puente colgante Charles Kuonen, una formidable obra de ingeniería de casi 500 metros de extensión. 

Revivir la historia

Para todos los amantes de la historia, y en especial para los apasionados del medievo, Suiza ofrece una formidable colección de pueblos y monumentos en los que sumergirse siglos atrás. 

Empezamos la ruta en Lucerna, una de las ciudades más bonitas de Suiza. Para acceder a la ciudad, se encuentra Kapellbrücke o Puente de la Capilla. Un bellísimo puente cubierto de madera del siglo XIV con más de 200 metros de longitud en el que, dispuesto a mitad del mismo custodiando el acceso a la ciudad, se encuentra la Torre de Agua.  

Al salir del puente, los turistas se adentran en una ciudad perdida en el tiempo con infinidad de elementos históricos como el Monumento al león (escultura de 10 metros tallada en la roca de la montaña como homenaje a los soldados suizos caídos defendiendo al rey Luis XVI durante la revolución francesa), la catedral renacentista de San Leodegario o Hofkirch, la muralla medieval o el puente de Spreuerbrücke. 

Al norte del país, la ciudad más conocida del país: Zúrich. El corazón financiero y cultural del país cuenta con un rico patrimonio histórico-cultural gracias a su casco antiguo, museos y barrios culturales como Oerlikon y Aussersihl. Ciudad clave para todos los amantes de las marcas de lujo. Si se dispone de medio de transporte, merece la pena subir hasta Stein and Rhein. Un pueblo de cuento con calles empedradas y edificios coloridos (cuyas fachadas ornamentadas relatan la historia de la localidad) de estilo renacentista situado a orillas del rio Rin. 

De camino al sur, dejando atrás la capital, toca parar en la ciudad amurallada de Friburgo. Una ciudad universitaria no incluida en muchas guías turísticas, pero con un rico patrimonio.  

Más al sur, es el turno del toque gastronómico suizo por excelencia; Gruyères. Esta pequeña ciudad medieval es famosa por el queso que lleva su nombre. Y a 50 kilómetros de la ciudad, otro de los monumentos más fotografiados del país: el Castillo de Chillon.  

Como última parada de la ruta, Thun. Una ciudad que guarda gran similitud con Lucerna y en la que se puede encontrar el castillo de Oberhofen. 

Viajar a Suiza en estos meses invernales supone una oportunidad de oro para combinar la pasión por los deportes de invierno con el turismo cultural. Los pueblos perdidos en la montaña son el mejor rincón en el que descansar tras un día de esquí, perderse por las calles históricas de Lucerna tras sumergirse por las montañas en rutas de senderismo o simplemente disfrutar del ocio de Zurich son algunos de los planes que están esperando a todos los que decidan viajar a este tesoro de historia y naturaleza. 

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