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Monetizar el déficit genera inflación

Argentina es ahora mismo el país con una mayor inflación en todo el planeta. Y, sin embargo, los culpables de haber generado ese desastre monetario, los ideólogos del peronismo kirchnerista, siguen obstinados no sólo en no reconocer sus errores (que hasta cierto punto es una resistencia muy humana) sino en perseverar en los mismos.  Sin ir demasiado lejos, la diputada kirchnerista Julia Strada abogó en la televisión por financiar el déficit público del Gobierno mediante la creación de nuevos pesos: si durante la pandemia se pudo hacer sin ninguna consecuencia negativa, ¿por qué no podrían volver a hacerlo hoy?  De entrada, es mentira que Argentina no haya experimentado ningún tipo de problema por haber financiado sus enormes déficits públicos de los últimos años a través de la emisión de dinero: la altísima inflación actual es justamente una consecuencia de ese despropósito de política monetario-fiscal… tal como el propio ministro de Economía peronista, Sergio Massa, llegó a admitir en el año 2022. Pero, por si acaso no se entendiera por qué emitir dinero para financiar el endeudamiento del gobierno tiende a generar inflación, intentemos explicarlo.  Primero, un gobierno incurre en déficit cuando gasta más de lo que ingresa en impuestos. Expresado en términos de PIB, imaginemos que el Estado se apropia tributariamente en especie del 20% del PIB, pero, sin embargo, quiere disponer del 50% del PIB: la diferencia entre el PIB que reclama como propio (impuestos) y aquél del que quiere disponer (gasto) es el déficit público, esto es, el déficit serían en este caso 30 puntos de PIB.  En principio, el déficit debería financiarse con emisión de deuda: si de momento hacemos abstracción del dinero, debería suceder que los dueños de esos 30 puntos de PIB de déficit accedan a vendérselo al Estado a cambio de cobrarlos más adelante…
La ministra de Hacienda y Función Pública en funciones, María Jesús Montero El ‘agujero’ del Estado aumenta un 57% hasta julio, y el de las comunidades, un 49% en año electoral La capacidad de resistencia de la economía española sigue sorprendiendo hasta a los analistas más optimistas. Además, el relevo en la presidencia del Instituto Nacional de Estadística (INE), realizado durante el verano de 2022 por motivos ‘profesionales’, ha acelerado el cambio metodológico en el cálculo del PIB para revolucionar los datos macroeconómicos de nuestro país. La institución ha hecho aflorar, tras las elecciones, que la capacidad de generación de riqueza de España es de, al menos, 20.000 millones de euros más cada año. Principalmente, por el aumento del gasto público, tanto productivo, como improductivo.  Como ya dijimos en estas mismas líneas hace algo más de un año, cuando el organismo responsable de radiografiar las cuentas españolas estrenaba presidenta en la figura de Elena Manzanera, las grandes cifras macroeconómicas esconden una serie de desequilibrios que, a pesar de los cambios metodológicos, no pueden seguir ocultándose. El más grave es el del déficit del Estado, que, en un año electoral como el actual, se ha vuelto a disparar pese a la senda de correcciones que había registrado tras la pandemia. Pongámoslo en contexto.  El PIB de España creció un 2,2% en el segundo trimestre -según el INE- y la recaudación tributaria, hasta julio, mantuvo la senda alcista como consecuencia del aumento de la actividad y registró un alza del 5,2% -según la Agencia Tributaria (AEAT)-. Con estos mimbres, mayor crecimiento y mayor recaudación, el Estado debería haber sido capaz de reducir el déficit público, que, no lo olvidemos, es una de las obligaciones de la Comisión Europea (CE) para los países miembros.  La realidad es que lo…
El déficit público se situó en 2021 en 82.819 millones de euros, cifra un 28,1% inferior a la del ejercicio anterior La deuda pública, es decir, del conjunto de las administraciones públicas cerró el ejercicio 2021 en 1,427 billones de euros, lo que supone el 118,4% del PIB, más de un punto por debajo del objetivo del Gobierno, de acuerdo con los datos publicados este jueves por el Banco de España. El organismo que encabeza Pablo Hernández de Cos ha confirmado así que el porcentaje de deuda sobre el PIB con el que se cerró el año pasado es inferior a la estimación del Gobierno del 119,5% para el conjunto de 2021 y se ha recortado en 1,5 puntos respecto al cierre de 2020. En términos interanuales (diciembre de 2021 sobre el mismo mes de 2020), la deuda pública se ha incrementado un 6,1% por los mayores gastos y los menores ingresos derivados de la crisis del coronavirus. El déficit público baja El déficit público baja un 28% en 2021, hasta 82.819 millones de euros, y mejora la previsión del Gobierno. Así se desprende de los datos de las Cuentas Trimestrales no Financieras de los sectores institucionales correspondientes al cuarto trimestre de 2021 publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE) recogidos por Europa Press. Utilizando el dato del Producto Interior Bruto (PIB) de 2021, estos 82.819 millones de euros equivalen al 6,87% del PIB, lo que supone que el déficit de 2021 ha mejorado la previsión de déficit del Gobierno (8,4% del PIB) en algo más de 1,5 puntos. También mejora la estimación realizada por el Banco de España el pasado mes de diciembre, que situó el déficit público de 2021 en el 7,5% del PIB. La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, ya…
El déficit provisional del gas se sitúa en 62 millones, frente a los 306 millones de 2020 El déficit de tarifa provisional del sistema eléctrico, que se produce porque los costes reconocidos de la actividad regulada son superiores a los ingresos obtenidos a través de los peajes, se situó en 993 millones de euros en la novena liquidación, correspondiente al mes de septiembre, cifra un 58,4% inferior al desajuste de 2.386,6 millones de euros del mismo periodo del año pasado, según informó la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y publicó Europa Press. El total de ingresos se elevó a 10.890,1 millones de euros, mientras que los costes fueron de 11.883,2 millones de euros. Dado que los ingresos no han sido suficientes para cubrir todos los costes reconocidos, el coeficiente de cobertura (la relación entre los costes que se pueden pagar con los ingresos disponibles y los que se deberían pagar con cargo a las liquidaciones provisionales) fue del 90,3%. Por su parte, la demanda en consumo se situó en 94.784 gigavatios hora (GWh), un 37,6% inferior que en el mismo periodo del año pasado, cuando alcanzó los 151.918 GWh. En lo que se refiere a las renovables, se han liquidado 63.873 instalaciones. Así, la liquidación provisional acumulada y a cuenta para esta novena liquidación de 2021 asciende a 4.732,5 millones de euros (antes de IVA o impuesto equivalente). La cantidad a cuenta que hay que pagar a los productores ascendió a 553,7 millones de euros (antes de IVA o impuesto equivalente). La liquidación provisional a cuenta correspondiente al mismo periodo con cargo a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) fue de 59 millones de euros (antes de IVA o impuesto equivalente). A la fecha del cierre de la liquidación se han recibido ingresos del Tesoro Público…
Por Juan Ramón Rallo, doctor en Economía. Profesor en la Universidad Francisco Marroquín, en el centro de estudios OMMA, en IE University y en IE Business School Toda previsión de futuro, especialmente en medio de un contexto tan fluctuante como el actual, debe hacerse con prudencia. Máxime, cuando del relativo optimismo “burbujístico” de esas previsiones puede depender la solvencia de un país. En tal caso, más nos valdría confeccionar los Presupuestos Generales del Estado sobre bases más conservadoras. De ese modo, si crecemos más de lo conservadoramente esperado, nuestras finanzas públicas mejorarán por encima de lo ya previsto, y si crecemos lo conservadoramente esperado, nuestras finanzas públicas no se descuadrarán respecto a lo previsto. En cambio, si basamos los presupuestos en previsiones optimistas, nuestra posición financiera quedará tocada si crecemos menos de lo esperado. Pues bien, el Gobierno ha decidido elaborar los Presupuestos Generales del Estado más engordados de gasto de toda nuestra historia partiendo de un cuadro macroeconómico optimista, y, por tanto, imprudente. Primero, el Ejecutivo confía en que en 2022 el PIB real crecerá a una tasa del 7%. Ya en aislado, constituye un objetivo probablemente inflado, habida cuenta de que en este 2021 ni siquiera nos expandiremos al ritmo del 6,5% que pronosticaba el Gobierno. Tras el jarro de agua fría que constituyó la evolución del PIB del segundo trimestre de este año, la mayoría de organismos nacionales e internacionales están rebajando la previsión del crecimiento a una franja entre el 5% y el 6%. ¿De verdad creceremos en 2022 sustancialmente más de lo que lo hemos hecho en 2021? No es desde luego imposible, pero tampoco debería ser ése el escenario central, dado que en 2021 hemos rebotado con respecto a los bajos fondos del pandémico 2020. Segundo, esa expectativa de crecimiento se apoya, a su…