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jordi benitez

1984

En estos tiempos de elecciones, es interesante leer o releer la novela 1984, de George Orwell. Los pasajes de los dos minutos del odio, en los que se vocifera contra el enemigo aparecido en una pantalla, recuerdan algunas escenas de esta campaña. La policía del pensamiento y el temor o la advertencia a ser reprimido por siquiera imaginar algo distinto a lo aprobado globalmente, ha presidido mítines y debates. El Gran Hermano que nos vigila, en definitiva, está cada vez más presente a través de un creciente intervencionismo y conocimiento de todas nuestras actividades. A pesar de todo ello, el conocido sociólogo Amando de Miguel comentaba hace unos meses en estas páginas que estamos en un gran momento para nuestra democracia. En buena medida, lo atribuía a la llegada de Vox, que ha introducido en la opinión pública una serie de mensajes que nadie se atrevía a pronunciar. Los 2,7 millones de personas que les han votado se sienten ahora representadas, y eso es una buena noticia para la defensa de la pluralidad, como lo fue la llegada de Podemos o de Ciudadanos. Los próximos debates en el Congreso prometen ser entretenidos. Las actuaciones de Santiago Abascal u Ortega-Smith y sus enfrentamientos con Pablo Iglesias, Albert Rivera, Pedro Sánchez o Pablo Casado darán que hablar y llenarán espacio en telediarios, tertulias y otros medios informativos. Pero aparte del entretenimiento, habrá que ver si son constructivos y aportan al país, que es lo que nos interesa. En las semanas previas a la convocatoria de elecciones, entidades como el Círculo de Empresarios o el Instituto de Estudios Económicos criticaban y alertaban del peligro que en su opinión representaban los Presupuestos de Sánchez para la economía española. El resultado de las elecciones ha demostrado que la mayoría de los españoles no lo ve…
Hace unas semanas contacté con una persona que había trabajado en la Administración de Donald Trump. No dio tiempo a incluir la conversación en nuestra edición de noviembre, y sospecho que tiene interés. Le pregunté sobre mi inquietud: qué plan tienen con la economía de Estados Unidos a partir de 2020. Como ustedes saben, hay muchos analistas que fijan en esa fecha el final del efecto de la bajada de impuestos impulsada por el Gobierno, y piensan que entonces el país podría entrar en una recesión. Como el Ejecutivo de Trump ha sido capaz de hacer crecer la economía por encima de las expectativas y de mantener el desempleo al nivel más bajo desde 1969, esperaba que tuvieran una buena respuesta. Me contó Chris García, que trabajó con Trump en el departamento de Comercio, que el objetivo es mantener los impuestos bajos durante toda la legislatura, pero él le daba la misma importancia, o más, a la desregulación que han hecho de la economía. Esa liberación de leyes y cargas burocráticas se ha traducido en un ahorro de 23.000 millones de dólares para los negocios y las familias americanas en los dos primeros años de mandato de Trump. Es una contraposición a Obama, que aumentó los costes en 245.000 millones con los excesos regulatorios de sus dos primeros años de Gobierno. La bajada de impuestos y la desregulación han favorecido una exitosa primera fase de crecimiento que ahora se complementará, si a Trump le dejan llevarlo a cabo, con una balanza comercial más a su favor gracias a los acuerdos que ha negociado con países como México, Canadá, y probablemente pronto, China; un ambicioso plan de infraestructuras de 1,5 trillones que hará crecer el PIB 0,2 puntos en la próxima década y un atractivo plan de empleo en el que…
Jordi Benítez es director de la revista Capital. Hace unas semanas, mientras caminaba por algunas calles de Madrid visiblemente sucias, procuraba no torcerme el tobillo entre el creciente número de agujeros y grietas que va apareciendo en sus carreteras urbanas, iba incómodo en unos vagones de metro abarrotados de gente o veía al mismo pensionista casi a diario pidiendo dinero a la salida de mi parada, me preguntaba qué hacían esos políticos dedicando horas y horas, sesiones y sesiones, a hablar del máster que parecía no haber hecho la presidenta de la comunidad en la que vivo. ¿De verdad no tienen temas más importantes de los que hablar? ¿Para eso les pagamos? Evidentemente, la falta de ejemplaridad, sea en el partido que sea, ha de tener sus consecuencias. Pero no deja de ser paradójico que los supuestos servidores de la ciudadanía prioricen dedicar tanto tiempo a una cuestión que básicamente les interesa a ellos (quítate tú para ponerme yo), mientras hay bombas de relojería como las pensiones sobre las que no se actúa más que situando algún parche de vez en cuando, según estimen que puede afectarles a su permanencia en el parlamento. El desenlace del caso Cifuentes se ha producido con un vídeo cuya retención durante tanto tiempo y su difusión dará que hablar, y con el hundimiento de la imagen de una persona que tendría que dar que pensar (sea Cifuentes u otra). La dictadura de la audiencia lleva desgraciadamente a menudo a olvidarse de estas cuestiones. El periodismo basura se alimenta de estos filones, que crean odio con un grado de sensacionalismo tan abochornante como se ha visto en la cobertura de algunas televisiones con los casos del niño Gabriel y el lamentable de la Manada. La atmósfera que crea este tipo de noticias puede conducir a…