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Lorenzo Bernaldo de Quirós

Hacia el final del ciclo expansivo

La economía española está inmersa en una dinámica de desaceleración. La única duda es su intensidad. Por el momento, el consenso de los analistas y las proyecciones de los principales organismos internacionales sitúan al crecimiento del PIB en 2019 por encima del 2 por 100. Sin embargo, el ajuste tiene serias probabilidades de ser mayor a la vista de la evolución de la economía internacional, en especial de la europea, y de la política económica dibujada por el Gobierno. La combinación de ambos factores sugiere una mayor caída de la actividad el año venidero que podría, ceteris paribus, desembocar en un escenario de estancamiento e incluso de recesión en 2020. Quizá esta afirmación parezca exagerada, pero no lo es. De entrada, los elementos externos que contribuyeron a impulsar el ciclo expansivo a partir del tercer trimestre de 2013, un precio del petróleo bajo y unas condiciones monetarias laxas, han desaparecido o están en trance de desaparecer. El barril de crudo se ha colocado alrededor de los 80 dólares sin previsiones de descender y la política monetaria del BCE ha iniciado ya su normalización; el programa de compras de bonos soberanos termina a finales de diciembre. Esto significa que los tipos de interés a largo irán al alza y, tanto si el BCE los sube a corto como si no, ese movimiento será transmitido por el mercado al Euribor. En paralelo, la incertidumbre sobre la política comercial norteamericana y el riesgo de una acentuación del proteccionismo a escala global afectará de manera negativa al comercio y al crecimiento globales. Asimismo, la mix de expansión fiscal y restricción monetaria se traduce en una apreciación del dólar y en una elevación de los tipos de interés en EE.UU. con un efecto desestabilizador sobre las economías emergentes -encarecimiento de su deuda en divisa americana…