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Opinión

Un país subvencionado

"El error parte de la política económica resultante del intento de enfrentar a ricos y pobres sobre el relato de "un reparto justo y reclamar más a los que más tienen'" Resultado del todo sorprendente las recientes declaraciones del Gobierno sobre los presupuestos “más expansivos de la democracia española” con uno techo de gasto que ronda los doscientos mil millones de euros, cuando ya desde el propio Banco de España y el BBVA inciden en que las proyecciones utilizadas para elaborar estas cuentas públicas parten de estimaciones que ambos corrigen a la baja. Concretamente, el Banco de España ha destrozado las estimaciones y proyecta una desaceleración de hasta el 1,4% del PIB en 2023, lo que, a juicio de cualquier de nosotros, vaticina que los presupuestos están claramente inflados. Estamos asistiendo a una carrera electoral con dinero público, una especie de último recurso para intentar ganar unas elecciones regando con ingentes cantidades de dinero a todo tipo de colectivos a costa claramente de nuestra deteriorada economía. Todo ello en un momento en que ya estamos rozando la recesión, lo que parece una irresponsabilidad manifiesta en clave del futuro de España: solo en los últimos 15 años, el empleo privado ha caído un 6% mientras el número de funcionarios ha crecido el 16%. Esta huida hacia adelante se complementa con una voracidad fiscal a empresarios que merman día a día su capacidad sostenible y que se traduce en un incremento de concursos –incluso superior a la época de la pandemia–. Todo ello con un impacto muy directo tanto en la inflación como en los tipos de interés, claves para financiar la actividad empresarial y económica de España. La bomba de relojería está en marcha, cada vez es más difícil encontrar un colectivo que no esté subvencionado, lo que se traduce en…
"El próximo varapalo está apuntando a los llamados 'ricos', pero seguro que nos afecta a todos" Continuamos asistiendo al deterioro económico de Cataluña, que se traduce en cinco años de incertidumbre, mientras asistimos a una básica lucha entre partidos con el único objetivo de ostentar el poder y sumar más del 50%, cuando la realidad social de las encuestas ya pone en evidencia la necesidad de revertir los planteamientos de secesión en Cataluña. Cataluña es España. Seguir anclados en ideas de independencia es una quimera, que no se puede alargar más en el tiempo, nos perjudica a todos. Por supuesto a los empresarios y al conjunto de la sociedad catalana, pero también a la economía española en general. Creo que este es el matiz que no se está considerando desde la estrategia del actual gobierno, que pone más énfasis en su equilibrio para sostenerse en el poder que en impulsar un verdadero cambio. Y todo ello, claro, que vuelva a permitir a Cataluña situarse a la cabeza económica de nacional. La brecha es cada día mayor y lo va a ser más aún con la situación geopolítica que vivimos. La inversión va a ser más selectiva y se apalancará ante los escenarios de incertidumbre actual. Los continuos desafíos legales, como por ejemplo los recientes sobre el español en las escuelas, no hacen más que certificar que en Cataluña existe un eje de actuación que pone energía y los recursos en proyectos imposibles como la independencia, lo que a ojos de cualquier experto no hace más que certificar el empobrecimiento lento pero continuo que sufre esta importante región de España. Seguramente hay muchos ejemplos, pero uno de los más sonados es el fracaso de atracción de inversión para el proyecto de la extinta Nissan, que a pesar de ser un reflejo…
"El potencial de crecimiento de España, se mide por el aumento de la productividad, siendo una de las pocas economías europeas que la pierden" José Francisco Rodríguez, presidente de Capital Las puertas abiertas están para cruzarlas El titular “Se acabó el dinero fácil”, llevado al terreno de la startups vaticina un riesgo de retroceso en las inversiones que reciben estas empresas. No tanto por el volumen de la inversión, sino por el proceso de selección de los proyectos, que se va a complicar. Sobre todo, desde la perspectiva de pedir a las compañías retornos y rendimientos que, probablemente y en el contexto actual, ya no se puedan asegurar. Lo cierto, es que me parece una mala noticia para el tejido económico y empresarial español. Las startups son verdaderas impulsoras de la transformación e innovación, especialmente desde la perspectiva tecnológica y de nuevos servicios. Según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), el 7% de la población activa de nuestro país (entre 18 y 64 años) tiene intención de abrir un negocio en los próximos años. Pero el dato más relevante es que el 64% se pone límites para emprender por el miedo al fracaso y a no recuperar el dinero invertido. Lo que ya es una evidencia es que los inversores y el dinero están reconsiderando su estrategia de inversión, y algunos fondos de capital riesgo reconocen en público que toca hacer más números antes de apostar por un proyecto. A pesar de este riesgo, la creación de empresas continúa en positivo, según el Colegio de Registradores, con la creación de casi 29.000 en el primer trimestre. Pero hay que diferenciar estos datos del ecosistema emprendedor, principalmente por las fuentes de financiación de las startups. Según el citado informe (GEM), el 64,5% de la inversión proviene de ahorros personales, principalmente para activar el despegue.…
El reciente informe anual del Instituto Reuters 2022 elaborado por la Universidad de Oxford refleja, entre otros, que cada vez más personas perciben un mayor estrés informativo. Este estudio internacional sobre la situación de la prensa a nivel mundial se configura en base a una encuesta online a 92.000 personas en 46 países de seis continentes y en el que se analiza actitudes y hábitos de consumo de la información a nivel mundial y cifra la caída de la atención global a la actualidad en un 38%, un aumento importante si comparamos con que hace cinco años ese porcentaje estaba en un 29%. Lo cierto es que, según los expertos, el exceso de información provoca sobre todo que disminuya la capacidad reflexiva de manera que perdemos la capacidad para distinguir entre lo esencial y lo no esencial por el simple efecto de que disponer de más información no nos conduce necesariamente a mejores decisiones. Pero quizás el resultado más preocupante, especialmente en España, es el dato que refleja la encuesta de que solo el 32% de los encuestados considera que las noticias que recibe son fiables, y, según apunta el informen, hay un 39% de españoles que son más escépticos en relación a la información diaria que reciben. Es muy posible que una de las razones principales sean los nuevos formatos de consumo, que priman la noticia inmediata, sobre aquellos otros contenidos elaborados en contextos de mayor análisis. Si echamos la vista atrás a tanto solo hace 10 años, el 59% de los encuestados manifestaban leer prensa en papel al menos una vez en semana, porcentaje que se ha reducido al 17%. No cabe duda: el hábito de consumo de noticias en digital que de por sí es un canal que promueve el consumo inmediato y el salto en el acceso a las noticias a…
Desde el inicio de la pandemia, los directivos y las empresas hemos estado en busca de volver a la normalidad. En los primeros meses de Covid-19, todo el afán estuvo ligado a recuperar la normalidad para después diseñar estrategias que se basaban en un nuevo paradigma, en una nueva realidad. Recientemente escuchaba en una presentación que un 60% de las personas hemos cambiado de hábitos tras la pandemia. Pero, en todo caso, parece que 2022 nos está mostrando que ya no habrá una nueva normalidad, que estamos en el cambio. Son muchos los factores que nos han llevado hasta aquí y hay un reconocimiento colectivo de que la disrupción es la única constante confiable del futuro. Desde el cambio climático, la inestabilidad política y geopolítica, hasta los nuevos modelos comerciales y las nuevas aplicaciones de la tecnología. Desde la empresa ya no podemos confiar en las previsiones clásicas. De hecho, me consta que muchas compañías han abandonado la planificación a largo plazo.  Lo que es evidente es que vivimos en una especie de etapa de elasticidad que a medida que abandonamos una forma de trabajar, nos abre espacio para crear otra. Creo que sale reforzado el concepto de liderazgo empresarial, una idea que pone el desempeño y la transformación como eje vehicular de la estrategia. El nuevo papel de liderazgo debe incorporar un nuevo rol que antes veíamos solo en las etapas de emprendimiento. El nuevo ejecutivo debe incorporar un perfil emprendedor, y pasar de liderar de arriba hacia abajo a hacerlo horizontalmente, en toda la empresa. Antes, considerábamos este tipo de perfiles radicales, pero ahora se me antoja que es imprescindible, incluso fuera del ámbito empresarial, ya que ahora las empresas y las personas tenemos que aprender a adaptarnos a un entorno en constante y rápido cambio. Como escuché…
Ya lo decía Maslow, el de la pirámide: “Cuando la única herramienta que se posee es un martillo, cada problema empieza a parecerse a un clavo” El I+D español, un flotador para la empresa  La tendencia mundial hacia una economía más digital está propiciando que la tecnología y la innovación se conviertan en claras protagonistas del crecimiento de la economía y de las empresas. Según un reciente estudio en el que ha participado el Observatorio Social de la Caixa, llama la atención que España ha disminuido en los últimos años su participación sobre el total de la UE-27, poniendo énfasis especialmente en la necesidad de apoyar el I+D en la empresa.  Lo cierto es que el crecimiento del comercio electrónico ha provocado que la industria tecnológica haya sido foco de los procesos de fusiones y adquisiciones. De hecho, en el año 2021, las operaciones de M&A sobre tecnologías han liderado las cifras globales, con un incremento del 34% en volumen y con un valor de 1,1 billones de dólares, el 20% del total, según un informe de Baker & McKenzie. Estos datos no dejan de ser reveladores sobre la imperiosa necesidad de favorecer la innovación en la empresa española.  La reflexión es sencilla: La inversión global en tecnología crece, y la apuesta por la I+D de la empresa española pierde posición en la Unión Europea (UE). El desafío de incrementar el apoyo al tejido empresarial y a los emprendedores no se reduce a una estrategia que tiene que emanar de la propia empresa, que también, sino que todo el proceso fiscal y de subvenciones, tienen que tener una perspectiva más abierta y a más largo plazo, que ponga foco en la innovación.  Los PERTE, sin duda, pueden ser una herramienta, aunque su concentración y retrasos en su puesta en práctica…
“Los eventos generan experiencia de marca y proporcionan valor añadido directo en las relaciones entre las organizaciones y su público” La industria de los eventos factura 12.000 millones de euros anuales en España, emplea de forma directa a más de 80.000 personas a través de 700.000 empleos colaterales con más de cien perfiles diferentes de profesionales. Esta creciente e importante industria es un potente motor económico gracias a su potencial turístico convirtiéndola en epicentro de grandes celebraciones como grandes ferias, congresos o celebraciones deportivas.  La crisis sanitaria provocada por la pandemia mundial de la Covid-19 afectó profundamente a esta industria, la cual se vio seriamente dañada debido al repentino parón de su actividad, provocando una grave recesión en sectores que, por su actividad natural, requerían de la presencia de público. Esto hizo especialmente vulnerable a la industria de los eventos y su lenta reactivación estuvo condicionada por las medidas impuestas por las administraciones, diseñadas con la finalidad de reducir cualquier riesgo de contagio.  Durante estos dos años de incertidumbre, el coronavirus ganó el pulso a grandes celebraciones internacionales como el Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, los Juegos Olímpicos de Tokio o los Oscar de Hollywood, entre muchos otros acontecimientos cancelados de menor impacto mediático. La pandemia trajo consigo una grave crisis en el sector de los eventos a nivel mundial dejando nuevos formatos en la producción de actos.  Tras meses de inactividad, la industria se ha recuperado. Este tiempo de obligado parón ha servido para que los profesionales del sector den un nuevo enfoque, planteándose nuevas formas de, por un lado, recuperar la presencialidad de forma segura y, por otro, llegar de manera efectiva a un público online. El reto es recuperar la confianza de las empresas e instituciones, demostrar que se pueden lograr los mismos objetivos para que…
“Un dispositivo conectado probablemente estará recopilando datos que serán ‘vendidos’ o utilizados a nuestras espaldas” Teles tontas, fabricantes listos  Se calcula que actualmente ya hay 20.000 millones de dispositivos conectados, aunque, si se cumplen las previsiones para dentro de tan solo tres años, entonces se alcanzarán entre 50.000 y 75.000 millones. Cada vez resulta más complicado adquirir electrodomésticos, grandes y pequeños, que no se conecten a la red con el propósito de ofrecernos más prestaciones que las tradicionales. El ejemplo que siempre se ofrece en estos casos es el del frigorífico que, directamente, en función de los gustos y consumos que registra entre los miembros de la casa, elabora la lista de la compra y hasta es capaz de hacerla.  A medida que pasa el tiempo, lo que solo era una opción está empezando a ser “la” opción, pues cada vez resulta más complicado encontrar, sin ir más lejos, un aparato de televisión que no sea una Smart TV o una cafetera que no sea una Smart cafetera. Y, si bien es cierto que ese nuevo lugar en el mercado puede resultar muy beneficioso al usuario más tecky, también lo es que aquellos que van más despacio necesitan seguir teniendo posibilidades en las estanterías que les permitan seguir haciendo las cosas como hasta ahora, así como la posibilidad de formarse sobre los beneficios y las precauciones que han de tomarse ante esta fulgurante irrupción del Internet of Things (IoT o Internet de las Cosas) en nuestras vidas.  Y es que, si un dispositivo está conectado, probablemente esté recopilando datos que, en el caso de los consumidores, pueden ser sobre hábitos de sueño, salud o alimentación, por citar solamente unos cuantos. Estos datos, posteriormente, serán “vendidos” o utilizados a nuestras espaldas en un negocio más que lucrativo que escapa a nuestro…
La trágica guerra de Ucrania, así como la gran crisis energética, han desencadenado consecuencias negativas en un mundo que, de por sí, ya se encontraba en una época extremadamente inestable y azotada por la pandemia de la Covid-19. Este panorama de incertidumbre social se ha reflejado una vez más en la economía, creando un periodo distorsionado e inflacionista en el que los precios se disparan en dirección contraria al poder adquisitivo.   La reacción de los dirigentes políticos no ha tardado en llegar. El pasado 29 de marzo entró en el terreno de juego el Real Decreto-Ley 6/2022, por el que se adoptan medidas urgentes en el marco del Plan Nacional de respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania. En concreto, desde el punto de vista laboral, merece especial atención el título IV, que fija una serie de medidas de protección para los trabajadores y colectivos vulnerables. El fin último de este plan no es otro que frenar el impacto de la distorsión económica coyuntural y extraordinaria que estamos sufriendo, evitando así la destrucción de puestos de trabajo y del conglomerado empresarial.  Los agentes sociales implicados -CEOE, Cepyme, CCOO y UGT-, con intereses contrapuestos, no han quedado indiferentes ante estas medidas de garantía del empleo complementarias a los ERTE y a los mecanismos RED previstos en el artículo 47 y 47 bis del Estatuto de los Trabajadores. La raíz de estos instrumentos proteccionistas no es otra que el blindaje de las personas trabajadoras frente a un despido cuya causa sea provocada por la crisis energética o como consecuencia de la invasión de Ucrania, y el descontento de la patronal era de esperar.  En efecto, en línea con lo experimentado con las bonificaciones de las cotizaciones de los trabajadores afectados a los ERTEs, las empresas que se…
El término sostenibilidad se utiliza a menudo como sinónimo o complemento de otros como Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o Responsabilidad Social Corporativa (RSC) En el informe Brundland de 1987 el término sostenibilidad aparece como un intento de conciliar el desarrollo económico con la sostenibilidad ambiental, pero ya en la conferencia sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo celebrada en Río de Janeiro de 1992 la definición del Informe Brundtland muda hacia la idea de los tres pilares del desarrollo sostenible, el progreso económico, la justicia social y la conservación del medio ambiente. En septiembre de 2000 tras una década de reuniones, conferencias y cumbres en las Naciones Unidas los líderes mundiales se juntan en Nueva York para adoptar la Declaración del Milenio, una serie de compromisos que se traducen en ocho objetivos cuantificables –reducción de la pobreza extrema y el hambre a la mitad, la promoción de la igualdad de género o la reducción de la mortalidad infantil– a cumplir antes de 2015. En enero de 2016, los ODM fueron reemplazados por la nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por 193 estados miembros de Naciones Unidas, tras un proceso consultivo mundial sin precedentes de más de tres años. En este marco llegan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una nueva hoja de ruta que pone las Sostenibilidad en primer plano. “Estamos resueltos también a crear las condiciones necesarias para un crecimiento económico sostenible, inclusivo y sostenido, una prosperidad compartida y el trabajo decente para todos, teniendo en cuenta los diferentes niveles nacionales de desarrollo y capacidad”, dice el tercer punto del documento Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible aprobado por Naciones Unidas. Los ODS son una serie de metas comunes que necesitan la implicación activa de la sociedad, los…