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poder global

¿Hacia dónde va el poder global?

“El país no había estado tan dividido desde los años 70 o la Guerra Civil. Hace diez años no había tanta fragmentación”, afirma Paul Isbell, Senior Fellow del Center for Transatlantic Relations de la Johns Hopkins University SAIS. Esta amalgama de circunstancias, añadida a la entrada de empresas extranjeras en el país por la apertura comercial y el derrumbe de industrias norteamericanas como la automovilística, redunda en una aparente pérdida de influencia del país. Más aún si se considera el probable fracaso del TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones), que en algunos ambientes se interpreta como una caída de relevancia de Estados Unidos. Pero ellos no se resisten a perder su papel. “No hay una sensación de inevitabilidad en cuanto a que China pueda convertirse más tarde o más temprano en el país más poderoso del mundo. No hay esa percepción”, señala Paul Isbell. Pero sí “hay mucha autocrítica respecto a la política exterior. Siguiendo la evolución actual, el avance de China podría suceder, pero no tiene por qué ocurrir. Esa es la principal tarea que el país tiene después de las elecciones”, añade este experto. Como se vio en la última campaña electoral, recuperar la clase media es uno de los objetivos. En esta línea iban, por ejemplo, medidas como la anunciada por Hillary Clinton de subir los impuestos al 5% de los más ricos. Con ese aumento de ingresos se abonaría la matrícula anual de los universitarios, un modo claro de aliviar la carga financiera de la clase media-media baja e intentar impulsar la formación de ese importante segmento de población. También cubriría la apuesta por las energías renovables, que requeriría de abundante mano de obra, mucho mayor que cualquier proyecto relacionado con energías fósiles. Esos puestos de trabajo irían dirigidos a los ciudadanos del país. Estos mimbres…