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El liberalismo económico y social, un “arma” educativa contra el populismo

La Fundación Friedrich Naumann (FNF) para la Libertad fomenta la búsqueda de oportunidades para la generación que ha sufrido dos crisis consecutivas "Los populismos ponen el riesgo el proyecto europeo y hay que educar a los jóvenes en el emprendimiento y la educación financiera", afirma David Hennenberg, director de la oficina de FNF en Madrid El liberalismo atraviesa un camino rodeado de alambres en Europa. Tras dos crisis -una con raíces financieras (2008) y otra, con origen sanitario (2020)- cuyos efectos económicos son similares a los que hubiera podido provocar una guerra, la doctrina liberal arrastra el mantra de la culpabilidad. Su vínculo con el modelo de crecimiento capitalista sufre a diario los ataques de los movimientos populistas. Su respuesta se basa en la educación como gancho para atraer a los más jóvenes. En este contexto, la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad (en adelante, FNF, por sus siglas en inglés) aspira a liderar el debate educativo en torno al modelo liberal, tanto a nivel europeo como en las relaciones del continente con el norte de Europa. Fundada en 1958 en Alemania, de la mano del ex presidente Theodor Heuss, las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial provocaron entonces “una falta de conocimiento básico de educación cívica y política después de lo que había sucedido”, según explica a Capital David Henneberger, director de la oficina de FNF en Madrid y responsable de la coordinación de España, Italia y Portugal. Hoy, sus principios no han cambiado. “Nuestra idea es la promoción del liberalismo tanto en lo económico como en lo social”, explica Hennenberg, que detalla que han elegido España para liderar sus actividades en el Sur de Europa porque, añade, “nos entendemos más que con otros vecinos. Hay pocos países más europeístas que Alemania y España”. Y, además, por ubicación geográfica,…
Antonio Garrigues Walker necesita poca presentación. Su carrera larga y exitosa es ampliamente conocida en España. Nacido en 1934, estudió Derecho en la actual Universidad Complutense de Madrid y se incorporó en 1954 al despacho que fundaron su padre y su tío. Desde entonces permaneció en él. Entre 1962 y 2014 ha sido su presidente y ha convertido el despacho en uno de los más importantes del mundo. Ha asesorado al Gobierno español y a grandes multinacionales en su aterrizaje en nuestras fronteras; a los gobiernos de Estados Unidos y Japón en sus relaciones con nuestro país; fue un político frustrado en su intento de conquistar el centro reformista liberal con Miquel Roca; ha alentado en España la lucha contra la corrupción impulsando el capítulo español de Transparencia Internacional; es presidente de honor de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD). En definitiva, se trata de una voz autorizada y prestigiosa para analizar la realidad que vive España. Cuando usted entró en el despacho, nuestro país estaba a punto de iniciar su milagro económico: la etapa de mayor crecimiento en nuestra historia impulsada por Alberto Ullastres. A partir de ahí, España emergió. Luego llegó la Transición, la democracia, hubo desempleo, crisis, de nuevo recuperación económica... ¿Cómo ve a España en la actualidad? Para responder a esa pregunta, tenemos que compararnos con el resto del mundo. Dramatizar la situación de España es irresponsable si no hacemos ese ejercicio. Hoy en día no estamos peor que Italia, Francia, Gran Bretaña o Alemania. Tenemos una calidad democrática muy aceptable, aunque sea perfectible. Contamos con un crecimiento económico limitado pero superior a la media de Europa. Poseemos un grado de convivencia razonable. Tenemos problemas, como todos. No hay ningún país que no tenga problemas serios. Hay una recesión económica; las sociedades se han…
Manuel Martín Algarra es catedrático de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. La guerra en Podemos entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias fue el tema hace unas semanas. Todavía está caliente el enfrentamiento entre Susana Díaz y Pedro Sánchez por el PSOE, y la guerra entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal en el PP terminó con las dos fuera del tablero. Incluso en la mermada IU, Llamazares y Garzón se enfrentaron. El conflicto se ha instalado también en los partidos políticos de Suecia, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, EE.UU.... No deja de ser paradójico, pues la política es la alternativa a la guerra. Al reconocer la dignidad y derechos de cada ciudadano, la democracia logra que los conflictos normales en la vida colectiva se resuelvan entre todos. Es más complejo, pero es mejor. Precisa de un conocimiento profundo de la condición humana y de la creación de mecanismos para hacerlo posible. El conocimiento básico sobre el que se construye la democracia es la certeza de que todos los seres humanos somos iguales en dignidad. Y los principales mecanismos que permiten una convivencia pacífica son leyes respetuosas con la dignidad humana e instituciones que representen a los ciudadanos y garanticen su igualdad ante la ley. Por eso las instituciones en los países democráticos, las que encarnan personas como el jefe del estado o el de gobierno, o las formadas en órganos colectivos como parlamentos, tribunales o partidos políticos, deben asumir escrupulosamente la dignidad de los ciudadanos, el imperio de la ley y la transparencia en la vida pública. Esto no evita los conflictos, pero garantiza que su resolución será respetuosa con la dignidad y los derechos de cada uno. ¿Qué pasa hoy a la democracia? ¿Por qué la política se ha convertido en un…