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Rafael Doménech

La economía española en el siglo XXI

Hace veinte años la economía española iniciaba su rumbo por el nuevo siglo XXI tras su incorporación en la eurozona, justo un año antes, en 1999. La entrada en el nuevo siglo se caracterizó por una situación cíclica expansiva, sin grandes desequilibrios desde el punto de vista macroeconómico, en parte por el cumplimiento de los criterios de Maastricht. Tras la crisis de la primera mitad de los años noventa, el crecimiento en los años siguientes dio lugar a una rápida y sostenida disminución de la tasa de desempleo, desde el 19,6% de 1994 al 10,5% de 2001. La crisis tras la burbuja puntocom y la incertidumbre generada por el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 supuso un ligero repunte del desempleo hasta el 11,4% para proseguir su disminución hasta 2007. El déficit de la balanza por cuenta corriente se situaba alrededor del 4%, todavía muy lejos del fuerte aumento que se produciría entre 2004 y 2008. Aunque la inflación y los costes laborales unitarios estaban ya creciendo por encima del conjunto de la eurozona, el precio de la vivienda y crédito al sector privado se encontraban todavía contenidos y cerca de sus valores de equilibrio. El crédito a los hogares representaba un 39% del PIB y el de las empresas un 48%, muy por debajo de sus niveles antes de la explosión de la burbuja inmobiliaria y financiera. Por su parte, el défi cit público se situaba cerca del 1% del PIB, aunque el déficit estructural era superior al 2%. La deuda pública representaba el 58% del PIB y disminuiría hasta el 35% a lo largo de la década. Para terminar de caracterizar la situación de la economía española en 2000, la renta por persona en edad de trabajar suponía el 61,5% de la de Estados Unidos y…
Tras seis años de recuperación, la economía española se encuentra en un doble impás. En lo político, tras cuatro elecciones en los últimos cuatro años no se sabe todavía si habrá gobierno y con qué respaldo contará para aprobar nuevos presupuestos generales e iniciativas legislativas que proporcionen un nuevo impulso reformador. En lo económico, el PIB se ha desacelerdo, acercándose a su crecimiento potencial. Tras crecer en el segundo y tercer trimestre de 2019 a una tasa trimestral de cuatro décimas, las previsiones de BBVA Research indican idéntico crecimiento en el cuarto trimestre, y que en 2020 se sitúe en el 1,6% anual. A pesar de este crecimiento, en los dos últimos trimestres la tasa de desempleo ha aumentado tres décimas hasta el 14,4%. Para poner este nivel en contexto, desde 1980 hasta 2018 la tasa de desempleo media fue del 15,7%. La decepcionante evolución del desempleo en 2019 muestra las dificultades de reducir el paro de manera sostenible y equilibrada, por debajo de su promedio histórico. Sin reducciones significativas del paro, la desigualdad se reducirá lentamente a corto plazo, puesto que el desempleo es su principal causa. Aunque la tasa de temporalidad es del 26,1%, 7 puntos por debajo del promedio anterior a la crisis, sigue estando muy por encima de otros países europeos. Las mejoras de productividad durante la crisis y los primeros años de la recuperación han ido languideciendo, a medida que los factores de oferta han sido sustituidos por los de demanda como fuente del crecimiento. El ajuste estructural del déficit público es insuficiente, como ha señalado la Comisión Europea, de manera que la deuda pública sobre PIB disminuye tan lentamente que apenas ganamos margen de maniobra para afrontar futuras crisis. Hace cuatro años publiqué con Javier Andrés el libro En Busca de la Prosperidad, los…