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Richard Vaughan

Richard Vaughan: “Emprender no tiene nada de romántico”

Cumplidos sus 65 años, ¿ha pensado en jubilarse, o usted es de los que nunca lo hará? Si la salud física y mental me acompañan, seguiré haciendo las cosas que aún hago bien: las mediáticas, tipo radio, televisión, charlas… Lo que ya no hago bien es la gestión de personas y procesos. Pierdo la paciencia. Por algo en todos los idiomas existe la expresión viejo cascarrabias. El viejo tiene menos paciencia con los problemas de siempre. Seguiré trabajando mientras deseen que esté y yo perciba que aporto y disfruto. ¿Qué le mantiene aquí? A diferencia de otras empresas, esta compañía es divertida. Tenemos treinta nacionalidades diferentes: bielorrusos, iraníes, polacos, españoles… No se perciben los típicos piques que se dan en una misma tribu. Es un ambiente fantástico, a pesar de los marrones, los retos y los problemas que siempre lleva consigo una actividad empresarial. ¿Qué dedicación tiene ahora? Unas treinta horas semanales menos que antes. Un emprendedor empresario ha de estar dispuesto a trabajar unas sesenta horas de lunes a viernes durante años. Eso es lo que hice entre 1974 y 2006. He estado fines de semana enteros trabajando dieciséis horas al día para rehacer una traducción mal hecha por un traductor externo. Se ha romantizado la idea de emprendedor. No hay nada de romántico en ella, excepto la libertad que te da el no tener jefe. En su lugar tienes muchos jefes: el banco, los clientes, los proveedores como la luz y el agua… A Endesa no hay más remedio que decirle sí buana. ¿Cómo triunfa un emprendedor? Muchas de las actividades y el éxito no los encuentras en los libros de texto; ni siquiera en los de Harvard o Stanford. Yo monté Vaughan por chiripa. Si abrimos las páginas amarillas, creo que la mitad de entidades pequeñas, medianas…