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Trump

¿Guerra comercial? Implicaciones económicas y mercados afectados

  Las medidas que Trump propone se argumentan en el hecho de que según el, China se aprovecha de exportar bienes y servicios a Estados Unidos en un momento en el que la economía norteamericana es incapaz de alcanzar la productividad del gigante asiático. Es cierto que China ha sido el país que más se ha beneficiado del comercio internacional durante las últimas décadas, al menos si atendemos al peso de esta variable dentro del PIB, pero lo cierto es que, al menos en los desarrollados, ningún país se ha aprovechado claramente de otro.   De hecho son precisamente los “socios” comerciales de Estados Unidos, tanto Japón como Australia, los países que más han visto crecer el saldo de su balanza comercial con respecto al PIB en los dos últimos años.   La guerra comercial puede suponer un importante punto de inflexión para los mercados financieros en tres ámbitos: el de las materias primas, en el de la renta variable y en el del mercado de divisas. Dentro de las materias primas, son el petróleo y el aluminio los que más pueden verse afectados ya que, en el primer caso, China es el segundo mayor importador de crudo estadounidense y, por su parte, EEUU importa un tercio del aluminio que necesita al país asiático. Un desabastecimiento de cualquiera de los dos implicaría un alza en los precios y una caída de márgenes para las empresas que dependen de los mismos. Por otra parte, materias agrícolas como la soja, el maíz y el algodón podrían verse afectadas pero en menor medida ya que, a pesar de que ambos países tienen intereses en el comercio de las mismas, hay otros mercados como  Bangladesh, en el caso del algodón o Brasil y Argentina, en el caso de la soja, que podrían aliviar los…
“El país no había estado tan dividido desde los años 70 o la Guerra Civil. Hace diez años no había tanta fragmentación”, afirma Paul Isbell, Senior Fellow del Center for Transatlantic Relations de la Johns Hopkins University SAIS. Esta amalgama de circunstancias, añadida a la entrada de empresas extranjeras en el país por la apertura comercial y el derrumbe de industrias norteamericanas como la automovilística, redunda en una aparente pérdida de influencia del país. Más aún si se considera el probable fracaso del TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones), que en algunos ambientes se interpreta como una caída de relevancia de Estados Unidos. Pero ellos no se resisten a perder su papel. “No hay una sensación de inevitabilidad en cuanto a que China pueda convertirse más tarde o más temprano en el país más poderoso del mundo. No hay esa percepción”, señala Paul Isbell. Pero sí “hay mucha autocrítica respecto a la política exterior. Siguiendo la evolución actual, el avance de China podría suceder, pero no tiene por qué ocurrir. Esa es la principal tarea que el país tiene después de las elecciones”, añade este experto. Como se vio en la última campaña electoral, recuperar la clase media es uno de los objetivos. En esta línea iban, por ejemplo, medidas como la anunciada por Hillary Clinton de subir los impuestos al 5% de los más ricos. Con ese aumento de ingresos se abonaría la matrícula anual de los universitarios, un modo claro de aliviar la carga financiera de la clase media-media baja e intentar impulsar la formación de ese importante segmento de población. También cubriría la apuesta por las energías renovables, que requeriría de abundante mano de obra, mucho mayor que cualquier proyecto relacionado con energías fósiles. Esos puestos de trabajo irían dirigidos a los ciudadanos del país. Estos mimbres…