El primer ministro de Canadá, Mark Carney, ha optado por no responder de forma inmediata a la decisión de la Administración Trump de duplicar los aranceles al acero y al aluminio. Ambos países están actualmente inmersos en «intensas discusiones» sobre su relación comercial, según ha declarado Carney en Ottawa. El mandatario ha señalado que dichos diálogos están progresando y que el gobierno canadiense se tomará un tiempo prudente para evaluar su reacción ante la medida estadounidense de elevar al 50% los aranceles sobre metales extranjeros.
Dominic LeBlanc, encargado de las negociaciones con EE.UU. en el gabinete de Carney, tuvo un encuentro en Washington con el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick. Este encuentro es parte de una serie de visitas que LeBlanc ha realizado a la capital estadounidense en los últimos días.
En contraste con su predecesor, Justin Trudeau, quien solía responder a aranceles estadounidenses con medidas equivalentes, Carney ha adoptado un enfoque más cauteloso. Además, ha eximido a ciertos productos de los contraaranceles, mostrando un cambio estratégico en su política comercial frente a EE.UU. A pesar de las críticas, ya en abril, su gobierno anunció una pausa de seis meses en impuestos para algunos productos esenciales para los sectores crítico.
Los aranceles son «injustificados, ilegales, perjudiciales para los trabajadores estadounidenses, para la industria estadounidense y, por supuesto, también para la industria canadiense».
Canadá se enfrenta a presiones internas para responder a los nuevos aranceles de Donald Trump, dado que es el mayor proveedor extranjero de acero de EE.UU., con un 6% del consumo estadounidense en 2024. La implicación canadiense es más significativa en el aluminio, siendo el principal exportador a EE.UU. en este sector. A pesar de la fuerte dependencia comercial, el gobierno prefiere una postura calculada, centrada en proteger intereses nacionales y minimizar el impacto negativo en las industrias de ambos países.
