“La IA proporcionará la capacidad de generar conocimientos obtenidos de la experiencia y no contaminados por el sesgo del ser humano”
El cambio tecnológico promueve el crecimiento económico, y la inteligencia artificial (IA) es el mayor desarrollo de toda una generación. Según estimaciones de McKinsey, esta tecnología generará entre 3,5 y 5,8 billones de dólares anuales, por lo que no es de extrañar que el ambiente esté ‘caldeado’. Sigue habiendo muchas dudas sobre cómo se formarán las cadenas de valor, lo que se unido a que, de los seis gigantes tecnológicos que se disputan la primacía, solo quedará uno, igual que ya sucedió hace años con la batalla entre VHS y Betamax.
Amazon, Micorsot, Apple, Facebook, Google y Nvidia son los más firmes candidatos a lograr esa deseada supremacía, pero se enfrentan a tres retos para lograr el éxito basados en lograr un diseño de IA revolucionario, conseguir crear un modelo de negocio sólido y, sobre todo, que genere ventajas competitivas duraderas.
La historia reciente nos demuestra que no siempre el mercado adopta los mejores diseños técnicos, ya que, en cualquier ecosistema para el desarrollo de una plataforma, prevalece que esta debe tener un equilibrio entre las arquitecturas abiertas y las innovaciones cerradas. El error que cualquiera de ellos puede cometer se basaría en crear sistemas muy específicos o personalizados, sin olvidar la imprescindible evaluación de los recursos requeridos para su desarrollo futuro.
Como su nombre indica, la disrupción supone un cambio radical en la economía, la empresa y los mercados. De manera habitual en las etapas iniciales, siempre se producen una gran cantidad de desarrollos orientadas a diferentes segmentos, por eso surge esa expectativa de quién será el actor dominante.
Aún tenemos series dudas por parte de las empresas de cara a las inversiones a realizar. La verdadera eclosión se producirá cuando llegue al consumidor final, integrando ya nuevos sistemas de interfaz hombre-máquina más sofisticados y que tengan cada vez más capacidades sociales y habilidades autogenerativas.
Pero no perdamos de vista que hay áreas como la formación y la atracción del talento que se han convertido ya en una necesidad imperiosa para la empresa, y diría que para las administraciones. El impacto, no solo en la competitividad, sino también en la propia supervivencia de muchos proyectos y empresas empieza a ser crucial.
Además de necesitar ingenieros especializados con cualificación adecuada, las empresas tendrán que garantizar la formación y el desarrollo a nivel organizativo para poder aprovechar las ventajas competitivas que crea la IA. Y, sinceramente, esto no es algo que se pueda hacer de un día para otro.
Como decía al inicio, sigue siendo prematura, pero todo apunta a que la IA será un servicio diferencial, porque proporcionará a las empresas la capacidad de generar conocimientos obtenidos de la experiencia que no están contaminados por los sesgos de los seres humanos.
Las estrategias de datos estarán en la vanguardia de las operaciones y la toma de decisiones, con perspectivas y predicciones inmensamente mejoradas. Las organizaciones responsables del ‘área de los datos se situarán dentro de los organigramas en los primeros niveles, en los que será clave el diseño de los marcos informáticos para gestionarlos. Sobre todo, con flexibilidad y agilidad.
Parece, a día de hoy, que la IA se convertirá en un producto o servicio masivo, un escenario en el que casi con toda seguridad, el consumidor incorporará aún más capacidad de conocimiento y decisión, lo que determinará que empresas conseguirán tener una ventaja competitiva y cuáles se quedarán rezagadas.