Revista Capital

La ardua tarea de poner un adjetivo a la política económica de Donald Trump

Los constantes anuncios del presidente de Estados Unidos afectan a las empresas, a los ciudadanos y a las relaciones del país con el resto del mundo. ¿Las razones tras esta dinámica? Tratamos de dar respuesta a esta pregunta de la mano de los expertos

Por Mario Talavera

Con aquello de que la historia es cíclica, convendría viajar al pasado para encontrar respuesta a los enigmas del presente. Entre todos ellos, el mundo económico y empresarial se mantiene perplejo ante el comportamiento de Donald Trump, que hoy hace un anuncio, mañana se desdice y pasado saca un nuevo as de su manga.  

Ante este ingente e impredecible reguero de decisiones, analistas políticos, economistas y periodistas tratan de buscar un nexo común, una explicación que sirva para unir todos los puntos. Varios medios, empezando por la BBC, han tratado de asimilar las decisiones de Trump a la teoría del loco. 

Esta teoría fue enunciada por primera vez por Nicolás Maquiavelo en el siglo XVI, aunque fue Richard Nixon quien le puso nombre, al conversar con su jefe de personal. Su propósito era dar todas las muestras de locura posibles, con el fin de que sus rivales temieran su reacción.  

Una muestra de esta actitud encaja con lo ocurrido en enero y que tuvo a España como protagonista. Donald Trump relacionó a España con los BRICS, la unión de países que lideran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. España, por supuesto, se alinea con la OTAN y la Unión Europea, lejos del otro grupo que se le opone.  

La política económica de Donald Trump se sustenta sobre dos pilares: imponer aranceles relajar la política monetaria

No obstante, Trump pretendía deslizar que, si España no cumplía con sus compromisos con respecto a Estados Unidos -sobre todo en su inversión en Defensa- acabaría imponiendo una actitud más dura contra todo lo que venga de nuestro país, como hace con los BRICS. 

No sabemos si Trump ha leído a Maquiavelo o al propio Nixon, pero lo que sí se puede afirmar es que su política económica se asienta sobre distintas teorías económicas, por lo que resulta difícil encuadrarla exclusivamente dentro de una de ellas. El incidente con España y los BRICS es un buen ejemplo de ello. 

La lógica de la contradicción 

"Es una situación de desconcierto, ha movido el tablero de ajedrez y las piezas se han caído", resume el economista y profesor del IESE José Ramón Pin. En su opinión, los objetivos a corto y largo plazo de la política de Donald Trump están en contradicción.  

De entre las características de esa política, se pueden identificar dos factores principales. El primero es la imposición de aranceles y la segunda es la relajación de la política monetaria. Estos dos factores también se contradicen, dado que ambos contribuirían a elevar los precios. 

Pin subraya que estas dos cuestiones persiguen la recolocación de la industria en Estados Unidos: que las empresas devuelvan sus fábricas al país, en lugar de mantenerlas en otros puntos como México o Asia. Sin embargo, los aranceles pueden tener un efecto negativo, como que las materias primas necesarias para afrontar una inversión así son más caras: "Se siguen necesitando los materiales importados hasta que la industria se recoloque". 

Llegados a ese punto, la Reserva Federal, que gestiona la política monetaria del país, el enfoque ortodoxo la llevaría a elevar los tipos de interés para frenar la inflación. Lo contrario, es decir, reducirlos, tendría el efecto positivo que busca Trump, que sea más barato para las empresas endeudarse y afrontar las inversiones para recolocar sus industrias en el país. 

En el caso de que estas dos políticas consiguieran lo que Trump quieren, hablaríamos de un aumento del empleo, del cumplimiento de la promesa que ha hecho, sobre todo a los centros industriales del centro del país. Para los economistas, se daría el cóctel perfecto para un aumento de precios que pagarían los consumidores y también las empresas. 

Los economistas inciden en que son los propios estadounidenses los que se benefician del comercio exterior, al acceder a productos más baratos que se fabrican fuera del país

Otra contradicción la indica Valentín Bote, director de Randstad Research: una oleada de proteccionismo de cara al exterior, que se mezcla con la eliminación de numerosas normativas e impuestos en el interior del país. 

"Cualquier alumno de primero de economía sabe que los aranceles están limitando las posibilidades comerciales de esos países y eso repercute siempre en el empobrecimiento de los dos países", recalca Bote. Según Trump, su estrategia se enfoca a recuperar el equilibrio perdido con el resto de países, debido a su déficit comercial. 

No obstante, Pin recuerda que son los propios estadounidenses los que se benefician de ello, al acceder a productos más baratos que se fabrican fuera del país. Sin embargo, el presidente de Estados Unidos cree que esa situación perjudica a su país, en la medida en que los empleos que se han creado en otros países, deberían recuperarse. 

"Hace siglos existía una teoría que se demostró equivocada, acerca de que el comercio es un juego de suma cero", comienza Bote, "esa teoría decía que si uno gana, es que el otro pierde". "Eso ha quedado demostrado hace siglos que es falso", destaca el economista. 

El razonamiento que guía las motivaciones de Trump es que, si no importa esos productos y servicios, fomenta la industria de su país. "Ha quedado demostrado que es al contrario, lo que genera bienestar y riqueza es que cada país se especialice en aquello para lo que es verdaderamente bueno", resume Bote. 

En opinión de este economista, todos los países sufrirán consecuencias negativas, tanto Europa, como China, como los propios Estados Unidos. Gran parte de esas consecuencias ya las están anticipando los mercados, que reflejan el desconcierto que provocan estas medidas. Desde la toma de posesión de Donald Trump, y a cierre de esta edición, el índice S&P 500 ha perdido entorno al 6% de su valor. 

Un aumento de la inflación, combinado con la inacción de la Reserva Federal o la bajada de tipos podría llevar a una crisis financiera

"Cualquier actividad de largo plazo requiere un entorno conocido, así que no beneficia a las empresas que se experimenten bandazos", explica Valentín Bote. Como mínimo, nadie tomaría una decisión de inversión en un momento como este y esperaría al menos hasta que se aclaren las circunstancias. 

José Carlos Díez, economista y profesor de la Universidad de Alcalá, hace otro apunte. Si se diera la reubicación de las empresas en Estados Unidos, estas tendría que afrontar el problema de los costes salariales. "Un salario en Texas es diez veces el salario en Monterrey", afirma. En su opinión, los aranceles "los van a pagar los consumidores americanos". 

Con respecto a su intento de influir en la política monetaria, Díez señala que "Trump es empresario, no tiene por qué saber cómo influye en la inflación". "Yo doy clases en la Universidad de Alcalá, en un convento del siglo XVI, y allí ya se hablaba de inflación y le explicaban al rey qué pasaba cuando traían el oro y se lo gastaban en guerras", ilustra Díez.  

En todo caso, el economista coincide con la visión de los otros dos expertos: "Los aranceles parecen más una dinámica de negociación, una decisión política más que económica". En ese sentido, si se cumplieran las diferentes amenazas con los aranceles, Díez cree que la inflación podría elevarse entre uno y dos puntos, por lo que rozaría el 5%. 

En tal caso, si la Fed no sube los tipos, lo que subiría es el tipo de interés a largo plazo. "Ahí viene el peligro, si la curva coge mucha pendiente y los tipos de la deuda a largo plazo suben, el que sufrirá es el dólar". 

En este momento, las bolsas "se han hundido y han optado por la deuda de largo plazo como refugio", recalca Díez. Como indicaba antes, cree que, si los tipos de interés a largo plazo empiezan a subir, puede haber riesgo de que se produzca una crisis financiera. 

Se espera que los aranceles sobre los productos españoles no tengan un efecto directo, pero sí pueden restar alguna décima de crecimiento del PIB

Proyecto 2025 

Si seguimos tras la pista de situar la política de Trump en una corriente económica concreta, nuestros pasos nos llevan al Proyecto 2025 de la Fundación Heritage. Esta fundación conservadora está relacionada desde su fundación en 1973 con el Partido Republicano y los principios de este proyecto coinciden en gran medida con la política que está aplicando Donald Trump, como ya informamos en la web de Capital. 

El propio Trump se desvinculó de este proyecto, pero lo cierto es que muchos de sus actos coinciden con los principios que plantea. Entre ellos, los recortes fiscales que está llevando a cabo, la marcha atrás de la regulación medioambiental, las medidas proteccionistas, como son los aranceles, así como otras medidas de corte social. 

En ese sentido, propone medidas liberales, como los recortes fiscales, la desregulación laboral y, en general, la reducción del peso del Estado en ciertos ámbitos como la salud, a la vez que introduce incentivos a la manufactura local y en políticas comerciales más agresivas, incluyendo nuevos aranceles a productos extranjeros. Estas iniciativas contradicen el corte ideológico liberal. 

¿Cómo afectan los aranceles a España? 

Para España, como para el resto de países, los aranceles suponen un jarro de agua fría, sobre todo para las empresas que exportan a Estados Unidos. "Es una mala noticia para ciertos productos agrícolas e implicaría que tendremos que buscar otros mercados a los que exportar", explica Valentín Bote. 

En cambio, no cree que lo más preocupante sea el efecto directo de estas exportaciones, sino el efecto inducido por los aranceles de otros productos europeos. "Europa podría crecer más despacio, lo que nos penalizaría, por ejemplo, en sectores como el turismo", razona. 

"El problema no es tanto comercial, sino que las empresas a un lado y a otro del Océano venderán menos y eso implica menos ingresos para las empresas, para los trabajadores, para los accionistas y, en definitiva, una economía más débil", resume el economista. 

En ese sentido, descarta que vaya a tener un impacto "crítico" para la economía española: "No nos va a llevar a una recesión, pero nos puede restar alguna décima de crecimiento del PIB, sin duda", considera. 

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