China ha ordenado este lunes a sus aerolíneas suspender de forma inmediata la recepción de nuevos aviones de Boeing, así como la compra de piezas y equipos de aviación procedentes de Estados Unidos. La medida, revelada por Bloomberg y confirmada por fuentes oficiales, se enmarca en la escalada de tensiones comerciales entre las dos potencias económicas.
La decisión llega después de que el gobierno de Donald Trump impusiera aranceles del 145% a las importaciones chinas, lo que ha provocado una dura represalia por parte de Pekín. Las autoridades chinas también han frenado la exportación de tierras raras y componentes estratégicos clave para la industria tecnológica estadounidense.
Golpe directo a Boeing: pérdidas millonarias en juego
El veto chino supone un mazazo para Boeing, que tiene en el país asiático uno de sus principales mercados. Según datos del fabricante, China representa cerca del 20% de la demanda global de aviones comerciales para las próximas dos décadas, con una previsión de entrega de más de 9.000 aeronaves.
Entre 2025 y 2027, las aerolíneas estatales Air China, China Eastern y China Southern tenían previsto incorporar hasta 179 aviones del fabricante estadounidense. Ahora, con las entregas suspendidas, se estima que Boeing podría perder hasta 1.200 millones de dólares en flujo de caja este mismo año. Las acciones de la compañía reaccionaron con una caída del 3% en las operaciones previas a la apertura del mercado.
Airbus y COMAC, los beneficiados indirectos
Aunque la decisión de Pekín busca presionar a Washington, también abre nuevas oportunidades para sus competidores. Airbus, el fabricante europeo, podría absorber parte de la demanda dejada por Boeing. No obstante, la gran apuesta china es COMAC, su propio constructor aeronáutico, aunque este aún depende de numerosos componentes fabricados en EE. UU., lo que complica su despegue definitivo.
Escalada sin freno en la guerra comercial
El veto a Boeing no es un hecho aislado, sino parte de una respuesta estructurada del gobierno chino frente a la política comercial de Estados Unidos. Además de paralizar las entregas de aviones, China ha restringido la exportación de varios metales críticos para la industria de defensa y tecnología estadounidense.
Con esta última ofensiva, la guerra comercial entra en una nueva fase, más estratégica y más costosa para ambos bandos. Lo que empezó como una disputa arancelaria amenaza ahora con romper cadenas de suministro globales y redefinir alianzas industriales en sectores clave como la aviación, la energía y la tecnología.
