Cada vez más visibles en las grandes ciudades europeas, las parejas DINK (Double Income, No Kids) han evolucionado. En 2025, este modelo ha integrado de manera natural la inteligencia artificial en su vida cotidiana, dando lugar a lo que algunos ya llaman DINK+AI. Se trata de parejas jóvenes, sin hijos, con dos fuentes de ingresos y una aproximación cada vez más sofisticada a su tiempo, su consumo y su bienestar. No son tecnofílicos extremos, pero tampoco ajenos a la innovación: usan la tecnología con sentido práctico, no por moda.
Este perfil urbano, profesional y mayoritariamente treintañero, prioriza el equilibrio personal, la libertad de decisión y la calidad de vida. En un contexto económico incierto, marcado por alquileres elevados, inflación persistente y un acceso limitado a la vivienda, estas parejas han optado por una vía alternativa: renunciar a la paternidad sin renunciar al disfrute, al ahorro ni al desarrollo personal. "Nuestro lujo es el tiempo libre", asegura Natalia, una joven de 30 años. "De manera conjunta nuestros mayores gastos, a parte del alquiler, son la gastronomía y los viajes. De manera individual, varía algo más porque para mi pareja su mayor gasto está en el ocio digital, como los videojuegos, y la mía está en otro tipo de cultura como son los libros", confiesa. Eduardo, de 35 años, nos cuenta que para su mujer y para él, "el lujo no tiene nada que ver con cosas materiales. Es levantarme un lunes sin prisas, poder hacer deporte entre semana y cenar con mi pareja sin mirar el reloj".
Lejos de ser un fenómeno exclusivamente económico, DINK+AI es también un estilo de vida con implicaciones. Al no tener hijos, estas parejas diseñan su día a día en torno a sus propios ritmos. La tecnología, especialmente la IA, se convierte en una herramienta para organizar mejor su agenda, gestionar gastos o incluso planificar viajes y ocio. Algunas recurren a algoritmos para optimizar presupuestos mensuales o comparar precios éticamente sostenibles, mientras que otras se valen de plataformas con inteligencia artificial para practicar idiomas, recibir rutinas deportivas personalizadas o acceder a contenidos culturales hipersegmentados.
“No somos activistas, pero sí conscientes. Intentamos evitar productos innecesarios, y si algo es sostenible y no nos complica la vida, lo elegimos sin pensarlo. A veces, lo más ecológico es lo que te permite vivir más simple: cocinar en casa, comprar cerca y no acumular” - Eduardo (35 años)
La IA está integrada en su cotidianidad, pero sin necesidad de invadir su intimidad. Asistentes de voz o domótica no siempre son bienvenidos: el uso tiende a ser racional y está condicionado por una alta sensibilidad hacia la privacidad de los datos. Esta cautela no impide que aprovechen lo útil del ecosistema digital: agendas compartidas, calendarios inteligentes y sistemas de automatización financiera están entre sus básicos.
En el plano económico, el doble ingreso sin cargas familiares les permite un margen de maniobra superior al de muchas otras unidades de convivencia. Aunque el alquiler suele absorber un buen porcentaje del presupuesto, son consumidores estratégicos: prefieren experiencias a bienes materiales y valoran más un buen viaje, una escapada gastronómica o una suscripción cultural que un coche o una vivienda en propiedad. Este perfil gasta más en ocio y bienestar -gimnasios premium, terapias físicas o actividades creativas- que en tecnología de consumo. El lujo ya no es ostentación, sino bienestar funcional y tiempo disponible. "Ahora mismo nos funciona el Fitboxing, no es tan barato como estos gimnasios, pero sí que no solo vemos resultados, sino que se acopla muy bien a nuestra rutina", explica Natalia. Y añade: "Para mi pareja, por ejemplo, también las consultas de fisioterapia se están volviendo en una rutina, no solo por el deporte, si no por descargar el estrés del día a día".
"Pese a que venimos de familias en las que tanto nuestros padres como tíos, todos han tenido descendencia, creo que vamos a romper el molde" - Natalia (30 años)
A pesar de su estabilidad económica, muchas de estas parejas aún no se han lanzado al mundo de la inversión. Predomina la prudencia: conocen la importancia del ahorro y tratan de reservar una parte fija de sus ingresos cada mes, pero su perfil es más conservador. Criptomonedas o fondos indexados suenan lejanos si no hay una base sólida de formación financiera detrás, y la mayoría no dispone de asesoramiento experto ni tiempo para formarse por cuenta propia. El ahorro, por tanto, se convierte en objetivo más que en estrategia. "Estamos bastante concienciados con el ahorro y de hecho, intentamos que, pese a que nuestro gran gasto mensual es el alquiler, podamos ahorrar mensualmente lo máximo posible. Pero lo cierto es que no tenemos una estrategia determinada de ahorro", nos cuenta Natalia.
El hecho de no tener hijos no es una decisión improvisada. En muchos casos, responde a una reflexión profunda sobre el estado del mundo, la precariedad de ciertos servicios públicos o simplemente a una escala de prioridades que sitúa el autocuidado, la pareja y los vínculos elegidos por encima de la reproducción. Aunque provienen de familias donde lo habitual era tener hijos, han optado por redefinir el concepto de familia sin dramatismos ni necesidad de reivindicación. “No sentimos que falte nada. Nuestro modelo no niega el de otros, simplemente responde a nuestra realidad”, nos explican algunas de estas parejas.
“Teletrabajo tres días a la semana y eso me cambió la vida. Si ahora tuviera que volver a fichar en oficina a diario, creo que no aceptaría ese empleo. La conciliación sin hijos es más fácil, claro. Pero no por eso menos importante” - Eduardo (35 años)
Esta libertad vital también les permite mantener una vida social más activa, tanto con sus amistades como con sus familias de origen. Mientras otros comienzan a formar núcleos familiares más tradicionales, ellos siguen disponibles, flexibles, abiertos al cambio. No es raro que participen en protestas sociales, pero no están adscritos necesariamente a movimientos formales. Su compromiso suele ser más puntual que estructural, más práctico que ideológico.
En el ámbito del desarrollo personal, la formación continua es un deseo latente que muchas veces choca con el ritmo laboral. Aun así, es habitual que estas parejas mantengan vivas ciertas inquietudes: desde cursos online de escritura o creatividad hasta formaciones técnicas en idiomas, datos o gestión digital. En lugar de centrarse en la acumulación de títulos, buscan habilidades útiles que puedan aplicar tanto en lo profesional como en su proyecto de vida conjunto.
El modelo DINK+AI es, en resumen, una expresión contemporánea de independencia, planificación y sentido común en un mundo donde las certezas escasean. No representa una moda pasajera, sino una forma de habitar el presente con autonomía, acceso digital y visión crítica. No tienen hijos, pero sí proyectos. No tienen hipoteca, pero sí colchón. No tienen un asistente de voz que gestione su hogar, pero sí algoritmos que gestionan su tiempo.
Mientras muchas instituciones aún giran en torno al ideal familiar tradicional, estas parejas están diseñando una nueva normalidad: una en la que la inteligencia artificial se combina con la inteligencia emocional, y donde el futuro no se hereda… se elige.
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