La sostenibilidad empresarial se está imponiendo como una medida beneficiosa para el ecosistema. Sin embargo, algunas normativas como la nueva Directiva CSDDD están generando rechazo entre algunos países de la Unión Europea. De hecho, ahora mismo está en pausa tras haber recibido críticas de países tan importantes de la UE como Francia y Alemania, convertidos ambos en líderes de la oposición.
Más allá de estos líderes europeos, hay algunos, correspondientes al sector empresarial, que también se han pronunciado negativamente, dando pie todo ello a que la Comisión Europea retrase hasta 2028 la entrada en vigor de la conocida como Directiva de Diligencia Debida en Sostenibilidad Corporativa. Pero, ¿Cuáles son los motivos?
Este es el objetivo que persigue la Directiva CSDDD
Al analizar el principal motivo que ha impulsado dicha normativa, puede generar un sentimiento de sorpresa el rechazo provocado a nivel europeo. Y es que su principal objetivo consiste básicamente en lograr que las grandes empresas supervisen sus cadenas de suministro con tal de detectar abusos.
Tanto los de carácter medioambiental como aquellos relacionados con los derechos humanos serán detectados, presumiblemente, al aplicar la Directiva CSDDD a partir de 2028, en el supuesto caso de que no vuelva a posponerse.
Oposición y críticas por parte de líderes muy influyentes
Cabe la posibilidad de que la posposición que hemos mencionado en anteriores párrafos termine produciéndose. Y es que cada vez hay más preocupaciones que los líderes europeos no dudan en expresar abiertamente. Teniendo en cuenta lo influyentes que son algunos de ellos, como por ejemplo el canciller alemán Friedrich Merz, no sorprende que la Directiva CSDDD se haya convertido en algo que genera rechazo a muchos empresarios.
A la lista de grandes políticos que se han mostrado totalmente en contra de la aprobación de esta nueva normativa hay que sumar a Emmanuel Macron. Esto es debido a que, por ejemplo en este caso, las empresas francesas serían menos competitivas frente a aquellas de otros países que no tuvieran que hacer frente a la citada regulación.
Esta percepción es compartida por el canciller alemán y otras figuras públicas o políticas de gran calado a nivel internacional, puesto que creen que las cargas administrativas que la Directiva CSDDD impondría a las empresas son a todas luces excesivas. De hecho, se exigirá a las empresas asegurarse de que en sus cadenas de suministro impera la sostenibilidad, factor que es percibido como una especie de figura autoritaria que recuerda a la de los policías y que consideran que no compete a las empresas.
Cambios en la Directiva CSDDD para mitigar las críticas
Con tal de evitar el rechazo generado, la Comisión Europea ha tenido a bien proponer algunas modificaciones. Una de las más importantes guarda relación con la periodicidad de las supervisiones. Inicialmente, se habían planteado como anuales, pero todo parece indicar que terminarán siendo quinquenales.
Por otra parte, la diligencia debida dejaría de abarcar a la totalidad de socios comerciales, sino solamente a aquellos con los que se mantiene una relación directa. La Comisión Europea hará todo lo que esté en sus manos con tal de que las exigencias de la Directiva CSDDD sean menores y, por ende, la mayor flexibilidad derive en no perjudicar algo tan importante para nuestro continente como la competitividad de las empresas que forman parte de dicho territorio geopolítico.
Así afectará la Directiva CSDDD a las empresas en un futuro no muy lejano
Independientemente de la cantidad de ocasiones en las que se posponga, tarde o temprano esta normativa europea terminará aprobándose y, por tanto, suponiendo multitud de cambios para las empresas.
En primer lugar, atrás quedarán los tiempos en los que las tareas de homologación de proveedores se realizaban únicamente a modo de control interno. Con la Directiva CSDDD, será una herramienta de cumplimiento legal, por lo que adquirirá mucha más relevancia que antaño.
Será crucial que las empresas profesionalicen el citado proceso, recurriendo para tal fin a expertos en la materia como los de Nalanda que validan desde cuestionarios hasta documentos. Sus servicios incluyen alertas automatizadas, amén de la elaboración de informes que contienen toda la información necesaria.
Retomando lo referente a la Directiva CSDDD, hay que decir que las empresas, próximamente, también estarán obligadas a incluir criterios de sostenibilidad y mantener los registros actualizados. Solo así podrán demostrar su diligencia debida si se produce algún tipo de inspección o litigio.
A la hora de evaluar a los proveedores, a los criterios técnicos y/o económicos habrá que sumar los comportamientos relacionados con el respeto ambiental, las condiciones laborales y los derechos humanos.
Cuando la Directiva CSDDD finalmente entre en vigor, la empresa será responsable de los actos que cometan sus proveedores en caso de que no actúe con la diligencia oportuna. En definitiva, los procesos tanto de auditoría como de evaluación y control tendrán que ser más exhaustivos.
Con esta normativa europea, las empresas deberán implementar sistemas que permitan trazar y evaluar a todos los socios comerciales relevantes, incluyendo proveedores de segundo y tercer nivel. Así pues, la homologación se convertirá en una herramienta clave para demostrar el cumplimiento de la CSDDD.Finalmente, es reseñable que la directiva exige que se documenten y actualicen regularmente los procesos de diligencia debida, lo cual encaja con las prácticas habituales de homologación, pero ahora requerirán una profundidad mucho mayor.
