Economía

España supera a Japón y acorta distancias con Italia y Francia en PIB per cápita

En países como España, el sector servicios representa ya más del 70 % del PIB, muy por encima del peso que tiene en economías como la alemana o la japonesa

Por Marta Menéndez

Lo que hace apenas una década parecía impensable hoy es una realidad avalada por los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI): España ha superado a Japón en PIB per cápita. Este fenómeno, que puede sonar anecdótico, el país del turismo y los chiringuitos por delante de la economía de los robots y la alta tecnología, refleja en realidad una transformación mucho más profunda: el peso creciente del sector servicios en la economía global y el retroceso relativo de los modelos basados en la industria y la producción de bienes.

En términos concretos, en 2012 la diferencia entre el PIB per cápita de Japón y España era de más de 21.000 dólares. Hoy, España se sitúa en torno a los 35.000 dólares, mientras que Japón apenas alcanza los 32.500. Un sorpasso que parecía utópico se ha hecho realidad, y las previsiones del FMI apuntan a que España mantendrá esta ventaja al menos hasta 2030.

A lo largo de los últimos años, España ha atravesado una etapa de dinamismo económico marcada por un fuerte crecimiento del empleo, una mayor apertura al turismo y un notable incremento del número de trabajadores, especialmente gracias a la inmigración. Japón, en cambio, ha permanecido estancado, atrapado en una combinación de envejecimiento poblacional, caída de la productividad, escasa inmigración y una deuda pública que supera el 200 % del PIB. Su economía, muy dependiente de la industria tecnológica y automotriz, apenas creció un 0,1 % en 2024, en un contexto de inflación al alza y demanda interna debilitada.

Este cambio en el orden económico también se explica por la transformación de los patrones de consumo a nivel global. Sectores como el turismo, la hostelería y la restauración han ganado protagonismo frente a la producción industrial. En países como España, el sector servicios representa ya más del 70 % del PIB, muy por encima del peso que tiene en economías como la alemana o la japonesa, donde la industria sigue siendo el eje central.

La Organización Mundial del Comercio recoge esta tendencia de fondo: la participación del sector servicios en el PIB mundial ha pasado del 53 % en 1970 al 67 % en la actualidad. España ha sabido alinearse con esta evolución, con un modelo económico basado en el atractivo de sus ciudades, su clima y su estilo de vida, lo que ha permitido canalizar un volumen creciente de consumo internacional orientado a las experiencias.

El avance de España en términos relativos, especialmente frente a Japón, refleja una transformación en la distribución del crecimiento económico mundial. Las economías con un fuerte componente de servicios, experiencias y movilidad están registrando un mayor dinamismo que aquellas centradas en la industria y la producción. Aunque el PIB per cápita de España sigue por debajo del de países como Francia, Italia, Alemania o Israel, su evolución reciente muestra una trayectoria ascendente, sostenida por el peso del turismo, la expansión demográfica y su integración en nuevas dinámicas de consumo global.

Comparada con sus vecinos europeos, España todavía presenta una brecha considerable en renta por habitante. En 2024, Alemania supera los 55.000 dólares de PIB per cápita, Francia ronda los 46.000 e Italia se sitúa algo por encima de los 40.000. España aún está por detrás, pero su ritmo de crecimiento ha sido notable: un 3,2 % en 2023 y un 3,1 % en 2024, frente al estancamiento de Alemania (+0,2 %) o el crecimiento débil de Francia e Italia, ambos por debajo del 1 %.

Israel, por su parte, representa otro modelo de referencia en el contexto internacional. Con un PIB per cápita que también supera los 56.000 dólares, su economía se apoya en sectores como la tecnología avanzada, la ciberseguridad o la biotecnología. A diferencia de Japón, su crecimiento reciente ha sido más robusto, aunque también enfrenta desafíos propios, como las tensiones geopolíticas, la desigualdad y la presión demográfica. Y el contraste es aún más evidente si se observa el caso de Rusia. Con un PIB per cápita que apenas alcanza los 15.000 dólares, el país euroasiático se sitúa muy por detrás de España y de la mayoría de las economías europeas avanzadas. A pesar de contar con abundantes recursos naturales, su economía continúa siendo vulnerable, altamente dependiente del precio de las materias primas y limitada por factores estructurales que dificultan su desarrollo.

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