El entramado empresarial de Amancio Ortega se sostiene sobre una estructura tan sencilla como eficiente: Inditex genera beneficios, paga dividendos y Pontegadea, su brazo inversor, canaliza esos recursos hacia la adquisición de activos inmobiliarios de primer nivel y, más recientemente, hacia sectores como la energía y la logística. A pesar de la creciente diversificación, el negocio de Pontegadea sigue dependiendo -en una proporción abrumadora- de los resultados de Inditex.
En 2023, las empresas controladas por Ortega, entre ellas Pontegadea Inversiones y Partler 2006, lograron un beneficio conjunto cercano a los 7.943 millones de euros, un 21 % más que el año anterior. De esa cifra, más del 90 % provino directa o indirectamente del desempeño de Inditex, que cerró su ejercicio con un beneficio neto de 5.381 millones de euros y una facturación que rozó los 36.000 millones. La relación es tan directa como evidente: cuando Inditex crece, Pontegadea se fortalece.
La magnitud de esta simbiosis queda clara al observar los dividendos que genera Inditex. Solo de 2024, Ortega percibirá más de 3.100 millones de euros gracias a los títulos que posee, en su mayoría a través de Pontegadea Inversiones (con un 50,010 % del capital de la textil) y Partler 2006 (con un 9,28 %). Esta cifra supera los beneficios anuales de grandes compañías del Ibex 35 y representa la principal vía de ingresos del holding inversor, que destina buena parte de ese dinero a la adquisición de inmuebles, sobre todo en ubicaciones prime de capitales globales.
Una estrategia consolidada
La estrategia está consolidada: convertir los dividendos de Inditex en activos estables, como edificios de oficinas en Londres, Nueva York, Toronto, Edimburgo o Barcelona. En 2024, Pontegadea cerró la compra de un edificio de oficinas en la ciudad condal por 250 millones de euros, y negocia otro en la capital escocesa por cerca de 89 millones de libras. Además, ha intensificado su apuesta por el sector logístico y energético, adquiriendo centros de distribución en Estados Unidos, Alemania e Italia, y participaciones en operadores de renovables como Repsol Renovables o Red Eléctrica.
El propio Ortega ha triplicado en los últimos dos años su inversión en energías limpias, según confirmó recientemente la agencia Reuters, que cifró en más de 1.200 millones de euros el capital destinado a este sector. Pero ni estas incursiones estratégicas ni el crecimiento del portafolio inmobiliario -que ya supera los 20.000 millones de euros en valor de activos- cambian el hecho fundamental: el corazón financiero de Pontegadea sigue siendo Inditex.
Aunque el objetivo es avanzar hacia una mayor diversificación, el retorno que ofrece Inditex es difícilmente replicable. Su modelo de negocio altamente rentable, su control férreo de la cadena de producción y su resiliencia ante los vaivenes del consumo la convierten en una fuente de liquidez privilegiada.
En cualquier caso, la maquinaria textil de Inditex sigue marcando el compás. Cada nueva tienda, cada línea de ropa exitosa y cada euro de margen operativo terminan alimentando un ecosistema donde la moda financia ladrillo y energía. Una fórmula de concentración de riqueza sin apenas fisuras que, por ahora, no muestra signos de agotamiento.


