La cuenta atrás ha comenzado. Este martes entra en vigor un cambio profundo en la manera en que millones de trabajadores por cuenta propia y pequeñas empresas hacen sus cuentas. Se trata del reglamento técnico VeriFactu, una norma promovida por la Agencia Tributaria para blindar la trazabilidad de las facturas y reducir el fraude fiscal. Pero lo que para Hacienda es un paso decisivo hacia la transparencia digital, para muchos autónomos representa un salto al vacío tecnológico.
La norma afecta a todos los sistemas informáticos de facturación, incluidos aquellos que generan facturas simplificadas, y obliga a los desarrolladores de software -unas 30.000 empresas en España- a adaptar sus productos al nuevo estándar técnico. Aunque los primeros obligados a implantarlo serán las sociedades a partir de enero de 2026 y los autónomos desde julio del mismo año, desde este martes los fabricantes de programas deben cumplir con los requisitos técnicos del reglamento. A efectos prácticos, esto significa que comienza una fase decisiva de adaptación tecnológica que marcará el futuro de más de seis millones de pymes y trabajadores por cuenta propia.
La medida no ha sorprendido al sector, pero sí lo ha pillado rezagado. Según un estudio elaborado por TeamSystem y Materia Prima, el 61% de los autónomos en España aún factura a mano, con papel, boli o plantillas de Excel. En pleno 2025, esta cifra retrata una realidad digital muy desigual: mientras algunos negocios ya operan con software en la nube y apps integradas con sus bancos, muchos otros siguen almacenando facturas impresas en carpetas azules de anillas.
Quienes no se adapten a tiempo podrían enfrentarse a sanciones de hasta 50.000 euros
La transición no será gratuita. Quienes no se adapten a tiempo podrían enfrentarse a sanciones de hasta 50.000 euros, especialmente si utilizan sistemas de doble uso, aquellos que permiten emitir facturas paralelas o modificar documentos ya emitidos, algo que quedará expresamente prohibido con la entrada en vigor de VeriFactu.
Pero más allá de las multas, lo que está en juego es una transformación estructural. Porque lo que busca Hacienda no es solo fiscalizar mejor, sino también empujar a las empresas hacia una digitalización que ya no es opcional. De hecho, los errores contables, duplicidades y tiempo improductivo derivados de la falta de tecnología suponen un coste oculto de más de 3.600 millones de euros al año, según cálculos del sector. La factura de no digitalizarse puede ser mayor que la de invertir en software.
En este contexto, el programa Kit Digital, financiado con fondos europeos, ofrece ayudas para que autónomos y micropymes puedan acceder a herramientas de gestión y facturación digital. Pero aquí también surgen barreras: el 50% de los negocios consultados no tiene interés en contratar un software, y entre quienes ya lo usan, un 28% ni siquiera sabe el nombre del programa que utiliza.
Esta medida, que afectará a más de seis millones de pymes y autónomos en España, forma parte de la Ley Antifraude y supone el principio del fin de la facturación manual con papel, boli o Excel
La llegada de VeriFactu pone, por tanto, en evidencia una brecha digital empresarial que va más allá de los recursos: tiene que ver con la formación, la cultura empresarial, la edad del emprendedor y su grado de confianza en la tecnología.
Mientras tanto, decenas de miles de autónomos seguirán escribiendo totales a mano, tachando números con Tipp-Ex o revisando facturas al final de cada trimestre con calculadora en mano. Al menos, hasta que la ley les obligue a dejar atrás el boli. Porque el cambio ya no es una opción. Es ley. Y empieza ya.
