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El Balón de Oro como activo invisible: el dinero que va más allá del trofeo

Un futbolista que levanta el Balón de Oro se convierte automáticamente en un embajador global con capacidad de arrastrar audiencias en redes sociales y en televisión

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Por Redacción Capital

El Balón de Oro no entrega un cheque millonario al ganador. El trofeo, fabricado en París por la joyería Mellerio, cuesta apenas unos miles de euros. Sin embargo, lo que se pone en juego cada año en torno a este galardón es mucho más valioso que cualquier recompensa directa: contratos, cláusulas, patrocinios y el prestigio que multiplica la cotización del futbolista.

En los despachos de los grandes clubes, saben que tener a un Balón de Oro en plantilla es mucho más que un título simbólico. La etiqueta dispara el valor de mercado del jugador, abre nuevas puertas en la negociación con patrocinadores y, en ocasiones, incluso permite renegociar salarios. El impacto económico es indirecto, pero real.

Las marcas también lo entienden. Un futbolista que levanta el Balón de Oro se convierte automáticamente en un embajador global con capacidad de arrastrar audiencias en redes sociales y en televisión. No hay campaña de marketing que iguale esa visibilidad, y por eso el premio se traduce en contratos más jugosos y en un merchandising que se dispara.

El Balón de Oro, en definitiva, funciona como un multiplicador de valor. No aparece en las cuentas anuales de inmediato, pero puede ser la diferencia entre que un fichaje de 100 millones se justifique o se quede en un capricho caro.

La batalla de las marcas en la alfombra roja del fútbol

Cada otoño, la gala del Balón de Oro se convierte en un escaparate global. La atención mediática no recae solo en los futbolistas: también en las marcas que les acompañan. Y en ese terreno, Adidas y Nike libran su particular guerra fría.

El dato habla por sí solo: más del 80% de los nominados al premio calzan botas de una de estas dos firmas. La imagen del ganador levantando el trofeo no solo consagra al jugador; también funciona como anuncio de alcance planetario para la marca que viste sus pies. De ahí que las activaciones de marketing alrededor de la gala sean tan importantes como el resultado final.

Pero no se trata únicamente de botas. Desde patrocinadores oficiales de la gala hasta acuerdos con relojeras, tecnológicas o aseguradoras, el Balón de Oro es un caramelo para cualquier compañía que quiera asociarse al fútbol de élite. Las campañas especiales, las ediciones limitadas de productos y los anuncios sincronizados con la entrega del premio forman ya parte de un ritual de mercado.

En la alfombra roja del fútbol, todos juegan. El ganador del Balón de Oro se lleva la gloria deportiva; las marcas, en cambio, compiten por algo igual de valioso: la exposición global que solo este trofeo es capaz de garantizar.

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