El pasado 4 de septiembre fallecía Giorgio Armani, una de las figuras más influyentes del mundo de la moda. Su nombre se ha convertido en sinónimo de elegancia, sofisticación y calidad. Sin embargo, más allá de su incuestionable talento como diseñador, Armani demostró ser un empresario visionario, capaz de construir un imperio que va mucho más allá de las pasarelas.
Su historia no es solo la de un creador de estilo, sino también la de un hombre de negocios excepcional, que supo transformar una marca personal en una de las firmas de moda más poderosas del planeta, una empresa que celebra su 50 aniversario. Este mes, ‘Con nombre propio’ rinde homenaje al emblemático y admirado diseñador italiano.
La historia
Giorgio Armani nació el 11 de julio de 1934 en Piacenza, una pequeña ciudad del norte de Italia. En un principio, no tenía intención de dedicarse a la moda. De hecho, estudió Medicina durante un tiempo en la Universidad de Milán, pero abandonó la carrera tras tres años. Luego trabajó como escaparatista en los grandes almacenes La Rinascente, donde empezó a desarrollar su sentido estético y a familiarizarse con el mundo del comercio minorista.
A mediados de los años 60, Armani comenzó a trabajar como diseñador freelance para diferentes marcas, hasta que en 1975 fundó su propia empresa junto a su socio y pareja de entonces, Sergio Galeotti: Giorgio Armani S.p.A.. Con una inversión modesta, lanzaron su primera colección masculina, caracterizada por un enfoque minimalista y una reinterpretación radical de la sastrería tradicional. Rápidamente, el estilo Armani -elegante, limpio y moderno- captó la atención de la crítica y del público.
A diferencia de muchos diseñadores que se centran únicamente en la parte creativa de su trabajo, Armani siempre tuvo una clara conciencia empresarial. Desde los primeros años de la marca, demostró un agudo instinto para los negocios y una férrea voluntad de mantener el control total de su empresa. Esta visión empresarial, combinada con su talento creativo, fue fundamental para el crecimiento sostenido de su firma.
A lo largo de las décadas, Giorgio Armani fue diversificando su oferta y construyendo un verdadero imperio de la moda. La marca pasó de centrarse exclusivamente en ropa masculina a ofrecer también colecciones femeninas, líneas de alta costura, prêt-à-porter, accesorios, perfumes, cosméticos e incluso muebles y hoteles de lujo. Esta expansión estratégica permitió a Armani posicionarse como una de las pocas marcas de moda verdaderamente globales y multifacéticas.
Uno de los grandes aciertos empresariales de Armani fue la segmentación de su oferta a través de diferentes líneas de productos: Giorgio Armani (la línea principal y más exclusiva), Emporio Armani (más joven y accesible), Armani Exchange (urbana y asequible), Armani Collezioni o Armani Jeans, entre otras. Esta estrategia permitió a la empresa abarcar diferentes nichos de mercado sin diluir la esencia de la marca.
Una de las características más notables del modelo de negocio de Armani fue su férrea independencia. A diferencia de muchos diseñadores que han vendido sus marcas o se han asociado con grandes grupos, Giorgio Armani siempre mantuvo el control total de su empresa. Giorgio Armani S.p.A. es una de las pocas casas de moda de lujo que sigue siendo de propiedad privada.
Esta decisión le permitió tomar decisiones estratégicas a largo plazo sin depender de los intereses de accionistas externos. Armani declaró en varias ocasiones que la independencia es esencial para mantener la integridad creativa y comercial de la marca. Este enfoque también facilitó una expansión más cuidadosa y controlada, evitando los errores comunes del crecimiento apresurado.
A pesar de su autonomía, Armani ha sabido desarrollar alianzas estratégicas en áreas clave como la cosmética y las fragancias, a través de licencias con grandes grupos como L’Oréal. Este tipo de acuerdos ha generado ingresos millonarios sin comprometer la independencia de la firma.
Otro de los aspectos en los que Armani demostró ser un empresario brillante es en su habilidad para construir una imagen de marca coherente, aspiracional y reconocible. Desde el principio, Armani entendió el poder del marketing y la importancia de asociar su nombre a personalidades influyentes.
Uno de los momentos clave fue cuando vistió a Richard Gere en la película ‘American Gigolo’ (1980), lo cual catapultó su fama internacionalmente y lo convirtió en un referente de la elegancia masculina. A partir de ahí, Hollywood se convirtió en uno de los aliados más importantes de Armani. Numerosos actores y actrices han lucido sus diseños en la alfombra roja, reforzando el vínculo entre la marca y el glamour cinematográfico.
Además, Armani fue uno de los primeros diseñadores en entender la importancia de tener tiendas insignia en ubicaciones estratégicas del mundo, como Milán, París, Nueva York, Tokio y Dubái. Estas ‘boutiques’ no solo venden productos, sino que transmiten una experiencia de marca que refuerza su prestigio.
Giorgio Armani no se conformó con dominar el mundo de la moda. Su visión empresarial lo llevó a explorar otros sectores, como la hotelería de lujo. En colaboración con Emaar Properties, una de las principales promotoras inmobiliarias de Dubái, Armani inauguró en 2010 el primer Armani Hotel, ubicado en el icónico Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo. Posteriormente, abrió otro hotel en Milán.
Los hoteles Armani reflejan el mismo estilo sobrio, elegante y minimalista que caracteriza sus diseños de moda. Cada detalle, desde la decoración hasta los amenities, está supervisado por el propio Armani, lo que garantiza una experiencia coherente con la marca. Además, el empresario se adentró en la gastronomía con restaurantes de alto nivel, así como en el diseño de interiores, mobiliario y decoración bajo la marca Armani Casa.
Su relación con España fue siempre muy estrecha. Trabajó durante toda su carrera con numerosos rostros conocidos del mundo de la música, el cine y la moda de nuestro país: Naty Abascal, Eugenia Silva, Isabel Preysler, Blanca Suárez, Miguel Ángel Silvestre, Lucía Bosé, Penélope Cruz, Nieves Álvarez... Esta última, en declaraciones a Capital, ha expresado su pesar por el fallecimiento del maestro: “El Sr Giorgio Armani habría celebrado sus 50 años en el mundo de la moda. Su legado nos acompañará siempre, ya que revolucionó la industria, con sus chaquetas desestructuradas y esa elegancia silenciosa y sublime que caracterizaba sus creaciones”.
“Sus prendas eran obras de arte atemporales que resaltaban la feminidad. Fue una experiencia increíble trabajar a su lado y ver esa capacidad de búsqueda de la perfección y la exigencia. No hay mejor escuela que ver a estos genios trabajando y entender que el éxito viene del trabajo diario. Sin duda, colaborar con Armani ha dejado una huella imborrable en mi carrera y fue un auténtico honor desfilar para él”.
Pero es Eugenia Silva, amiga de la marca desde hace más de tres décadas, quien lo acompañó en momentos clave en Nueva York, Milán, París y, por supuesto, en España. A día de hoy, sigue colaborando estrechamente con la firma, tanto en moda como en belleza. Ella misma confiesa, en declaraciones a Capital, que "siento una enorme responsabilidad por respetar, cuidar y llevar a las nuevas generaciones el legado del Sr. Armani. Se fue mi gran referente profesional, mi inspiración en la moda, pero con su partida también se ha despertado en mí la determinación de mantener viva su elegancia, su exigencia y su visión única. Haber trabajado a su lado fue el mayor privilegio de mi carrera, y honrar su memoria será siempre mi compromiso".
Su historia es un ejemplo de cómo la pasión creativa puede ir de la mano con una gestión empresarial eficaz. Giorgio Armani ha demostrado que el estilo también puede ser una forma de hacer negocios, y que la elegancia no está reñida con la inteligencia comercial. Su legado, tanto en el mundo de la moda como en el ámbito empresarial, perdurará por generaciones.
D.E.P.
Un legado de 12.000 millones
Su patrimonio, valorado en unos 12.000 millones de euros lo convierte en uno de los diseñadores más ricos del mundo. Sin embargo, lo más notable no es solo su riqueza, sino la solidez de su empresa, que genera ingresos anuales de miles de millones de euros.
En cuanto a sus últimas voluntades, Giorgio Armani dejó dos testamentos, manuscritos y sellados en un sobre cerrado. Ambos documentos eran secretos y determinaban la división de su patrimonio, así como el futuro de su firma de moda, Giorgio Armani S.p.A., fundada por el propio diseñador hace 50 años.
Los testamentos oficializarán el traspaso de su imperio y, aparentemente, transferirán el control de la empresa a la Fundación Giorgio Armani, creada por el diseñador en 2016 con el objetivo de preservar su legado y asegurar la independencia de la firma.
Armani también dejó previsto un plan de alianzas para asegurar el futuro de su casa de moda. El testamento establece que esta estrategia deberá identificarse y concretarse en el corto plazo, con el fin de preservar la esencia y el valor de la firma que fundó. Tras 12 meses y dentro de los primeros 18 meses a partir de la fecha de apertura de la sucesión, vender una participación del 15%". En esta operación tendrían prioridad compañías como LVMH, EssilorLuxottica, L'Oréal o cualquier otra del sector de la moda con un reconocimiento equiparable, siempre que mantenga una relación previa con Giorgio Armani.





Un legado de 12.000 millones