La próxima finalización del soporte de Windows 10, prevista para el 14 de octubre, plantea un desafío significativo para empresas y administraciones públicas en todo el mundo. Según Nexthink, especializada en la gestión de la Experiencia Digital del Empleado (DEX, por sus siglas en inglés), aún habrá 121 millones de dispositivos funcionando con Windows 10 en esa fecha, lo que podría generar sobrecostes superiores a los 7.300 millones de dólares (más de 6.000 millones de euros) al tener que asumir internamente el soporte y prevenir riesgos de ciberseguridad, estimando un coste aproximado de 61 dólares por puesto durante el primer año.
Del total de 1.400 millones de dispositivos que operan con Windows en el planeta, alrededor del 30% pertenecen a empresas y organismos públicos, es decir, unos 420 millones de equipos. Dentro de este segmento, Windows 10 mantiene una cuota de mercado del 43%, lo que equivale a 181 millones de dispositivos, según los datos más recientes. El análisis de Nexthink, basado en sus 1.200 clientes y 15 millones de empleados, también indica que entre el 19 de mayo y el 1 de agosto de este año, los equipos con Windows 10 se redujeron en un 33%, reflejando una migración en curso, pero todavía incompleta.
El informe de Nexthink resalta que, si bien Windows 11 ofrece nuevas funcionalidades, los dispositivos que operan con este sistema presentan actualmente mayor inestabilidad: registran más fallos del sistema (1,2% frente al 0,6% de Windows 10) y reinicios forzados con mayor frecuencia (9,9% frente a 8,5%). Este fenómeno, según la compañía, evidencia cómo factores como la compatibilidad de hardware, los controladores y la configuración de los sistemas impactan directamente en la experiencia digital de los empleados durante una migración. Para mitigar estos riesgos, Nexthink propone el uso de library packs personalizados que ofrecen información y guías listas para los equipos de TI, facilitando la transición.
La empresa enfatiza la necesidad de un enfoque proactivo y basado en datos para planificar cualquier migración tecnológica. Esto incluye identificar los dispositivos que aún funcionan con Windows 10, evaluar si el hardware es compatible con Windows 11 y anticipar riesgos posteriores a la finalización del soporte, ya que los dispositivos desactualizados son más vulnerables a amenazas como malware, phishing y ransomware. Además, es crucial revisar la compatibilidad de las aplicaciones, para evitar incidencias de software y pérdida de soporte, así como considerar el rendimiento de los equipos, pues el hardware antiguo puede ralentizar la productividad y aumentar la presión sobre los departamentos de TI.
Nexthink también subraya la importancia de guiar a los empleados en el uso de nuevas funcionalidades, como Copilot, la mejora en la multitarea o los cambios en la interfaz de usuario, promoviendo una adopción más rápida y natural. Según Vicente Lorente, director de preventa del Sur de Europa de Nexthink, “pasar de un sistema operativo a otro no debería sentirse como una interrupción. Debería ser una oportunidad para mejorar el modo en que los empleados trabajan cada día”. Lorente añade que “Windows 11 aporta capacidades muy potentes, pero solo si los dispositivos y los empleados están preparados para aprovecharlas. La migración no debe ser solo un ejercicio de cumplimiento, sino una oportunidad para transformar la productividad y obtener un retorno claro de la inversión”.
Con todo, la transición de Windows 10 a Windows 11 representa tanto un reto operativo como una oportunidad estratégica. Las organizaciones que adopten un enfoque planificado, basado en datos y centrado en la experiencia digital de sus empleados podrán reducir riesgos, optimizar recursos y garantizar que la actualización tecnológica se traduzca en mejoras tangibles para la productividad y la seguridad. La clave, concluye Nexthink, está en anticiparse, preparar el terreno y convertir la migración en un motor de transformación positiva dentro de las empresas y el sector público.
