En el marco del 40º Congreso AECOC de Gran Consumo, Ignacio González, presidente de la asociación, ha lanzado una advertencia clara y contundente: la baja productividad representa hoy el mayor desafío estructural de la economía española. Pese a los datos positivos de crecimiento económico —con un 3,1% interanual y previsiones alentadoras hasta 2027—, González ha alertado de que los cimientos reales que sostienen este crecimiento son frágiles si no se actúa con urgencia en aspectos clave del mercado laboral.
Durante su intervención, González ha radiografiado el complejo entorno actual en el que operan las empresas del gran consumo, condicionado por tensiones geopolíticas, una economía global en transformación, un marco normativo desbordado y una crispación política nacional “insoportable”. En este contexto, ha sorprendido positivamente que el sector siga creciendo, con un 2,9% en volumen y un 4,2% en valor, pero el directivo ha querido dejar claro que esto es mérito del esfuerzo empresarial y ciudadano, no del liderazgo político.
Sin embargo, detrás de los buenos datos macroeconómicos se esconde una microeconomía mucho menos robusta. La recuperación del consumo se debe principalmente al aumento de la población residente y al impulso del turismo, pero se ve amenazada por dos factores críticos: la situación financiera de los hogares y el futuro del mercado laboral.
Rentas estancadas y ahorro por precaución
González ha respaldado sus afirmaciones con datos relevantes. La renta bruta disponible apenas ha variado en la última década, situando a España en desventaja frente a otras economías europeas. Aunque la tasa de ahorro se sitúa actualmente en torno al 12,3% de la renta disponible, frente al 7,3% previo a la pandemia, este incremento no es síntoma de bienestar, sino de desconfianza: los ciudadanos ahorran por temor, no por bonanza.
Además, la vivienda se ha convertido en un problema estructural, afectando especialmente a los jóvenes y alimentando una peligrosa desigualdad generacional.
Un mercado laboral con problemas estructurales
El paro juvenil, los bajos salarios, la escasa cualificación de los trabajadores y la baja productividad siguen lastrando el desarrollo del país. Aunque el número de ocupados ha alcanzado cifras récord, González ha insistido en que los problemas de fondo permanecen inalterados.
Para revertir esta situación, ha planteado una hoja de ruta basada en cuatro ejes fundamentales:
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Aumentar la población activa, incorporando más personas al mercado laboral y reteniendo talento senior.
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Mejorar la cualificación profesional, promoviendo la formación dual y profesional orientada a los perfiles más demandados.
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Incrementar la productividad, que considera la única vía realista para mejorar los salarios y aumentar el poder adquisitivo.
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Reducir el absentismo laboral, que alcanza cifras récord y supone un coste anual de 33.000 millones de euros.
La productividad, piedra angular del futuro económico
La baja productividad es, según González, el mayor lastre de la economía española. En las últimas décadas, su crecimiento ha sido de apenas un 0,5% frente al 1,2% de media de la OCDE. Esta brecha no sólo limita las posibilidades de aumentar salarios, sino que compromete la competitividad del país a medio y largo plazo. Resolverlo requiere una estrategia nacional, ambiciosa y sostenida en el tiempo.
En paralelo, ha denunciado el crecimiento descontrolado del absentismo laboral, con un aumento del 52% en los últimos cinco años y más de 1,7 millones de personas faltando diariamente a su puesto de trabajo, muchas veces sin causa justificada. Esta situación pone en riesgo la sostenibilidad del sistema y la eficiencia de las empresas.
Un llamamiento a la acción política y social
Finalmente, Ignacio González ha pedido a los responsables políticos que abandonen el enfrentamiento partidista y escuchen a un sector que aporta el 25% del PIB y da empleo a 4,5 millones de personas. Ha defendido el papel del empresario y ha reivindicado un marco fiscal estable, que permita mantener la renta disponible sin asfixiar el crecimiento económico.
España, ha concluido, necesita abordar problemas estructurales con soluciones igual de estructurales. La mejora de la productividad no es solo un objetivo económico, sino una necesidad social y estratégica para garantizar el futuro del país.
