Nouriel Roubini, conocido como “Dr. Doom” por sus sombrías predicciones económicas, ha vuelto a llamar la atención sobre Europa y el mundo con advertencias que tienen en cuenta tres tipos de riesgos: financieros, geopolíticos y tecnológicos. El economista que anticipó la crisis de 2008 asegura que la próxima década estará marcada por shocks globales, cambios estructurales y retos inéditos.
Roubini ha ofrecido una visión sobre la situación actual durante su conferencia en WOBI, un evento del que Capital es media partner. En opinión de Roubini, esta década ha estado llena de sorpresas y crisis inesperadas. Desde la invasión de Rusia a Ucrania hasta los recientes conflictos en Oriente Medio entre Israel y Hamas, la estabilidad global se ha visto comprometida. A esto se suman las tensiones entre China y Estados Unidos, que se asemejan a una nueva Guerra Fría, y la incertidumbre política generada por figuras populistas en Europa y Estados Unidos.
“La política internacional y la economía están entrando en un periodo de ‘inestabilidad’”, advierte. Los populistas y radicales avanzan en países como Francia, Reino Unido y Alemania, mientras que los regímenes tecnológicos y la competencia geopolítica redefinen la distribución del poder.
Roubini señala que la economía mundial enfrenta amenazas múltiples: inflación persistente, recesión en ciertas regiones y shocks de precios derivados de eventos como conflictos bélicos o pandemias. La pandemia de COVID-19, según él, no será la última, y podría desencadenar episodios de estanflación y aumento de precios en el futuro, similares a los que ya vivió el mundo en épocas pasadas.
Entre los factores que podrían afectar la estabilidad económica se encuentran la elevada deuda pública, la tentación de los bancos centrales de seguir imprimiendo dinero y la fragmentación de los mercados globales.
Cambios estructurales y tecnológicos
Roubini también subraya que la próxima década traerá transformaciones significativas en el empleo y la producción. La revolución tecnológica afectará tanto a trabajadores cualificados (white collars) como a los operativos (blue collars), y los próximos tres años serán críticos para observar sus efectos.
En el plano energético y tecnológico, se vislumbran avances como la fusión nuclear y la caída de los precios de producción, lo que podría generar periodos de baja inflación, asociados a una reducción de los costes para todo tipo de actividades e industrias. Sin embargo, advierte que la capacidad de ser productivo con las nuevas tecnologías será clave para competir en el futuro.
Europa, bajo presión
Europa enfrenta desafíos particulares. La fragmentación de su economía, la falta de un mercado único completo y un ecosistema financiero poco sofisticado dificultan la creación de campeones nacionales capaces de competir a nivel global. En una imagen demoledora para el Viejo Continente, tan solo existen 15 empresas con un valor de más de 100 millones de euros nacidas en los últimos quince años. En Estados Unidos, no solo son muchas más, sino que también son mucho mayores.
En esa línea, la innovación tecnológica invita a arriesgarse en Estados Unidos mucho más que en Europa. Es por ello que Europa debe, en opinión de Roubini, acelerar en la consolidación de su mercado y desarrollar el ecosistema financiero para las startups.
Estados Unidos, por su parte, presiona a Europa para aumentar la inversión en defensa, y la diferencia a nivel militar y económico podría ampliarse si los países europeos continúan operando de forma separada. A pesar de esto, Roubini resalta que Europa cuenta con puntos fuertes: ahorros, educación, riqueza y tamaño, que podrían sostener su desarrollo si se aprovechan correctamente.
