Durante la última década, Airbus se ha consolidado como el fabricante por excelencia, superando en entregas, reputación y fiabilidad al gigante estadounidense, Boeing.
Aun así, la compañía europea ha afrontado en el último mes una de las turbulencias técnicas más importantes de su historia moderna. El incidente que encendió las alarmas ocurrió el pasado 30 de octubre, cuando un A320 operado por Jetblue, durante la ruta Nueva York–Tampa, bajó bruscamente el morro durante unos segundos con el piloto automático activado. Los pilotos pudieron recuperar el control rápidamente. El vuelo aterrizó sin más consecuencias que quince pasajeros y tripulantes con contusiones leves.
La investigación inicial identificó un fallo, motivado por la radiación solar, en la versión L104 del software del sistema ELAC, encargado de gestionar alerones y superficies de control de profundidad. El error, según análisis posteriores, podía replicarse en otros aviones de la familia A320 que utilizaban la misma versión: en total 6.000 aeronaves se podían ver afectadas.
Fuentes del consorcio aseguran que el fallo fue replicado en simulación menos de 24 horas después del incidente. A partir de ahí, Airbus activó un procedimiento de crisis que involucró a sus centros en Toulouse, Hamburgo y Getafe.
Tras confirmar el fallo, Airbus desarrolló un parche correctivo y lo certificó junto a la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) y la Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA).
En bolsa, la consecuencia directa ha sido que sus acciones caían más de un 8,6% a media sesión este lunes, hasta marcar un precio de 187 euros, tras informar el pasado viernes, con el mercado ya cerrado, de un problema que había detectado en la familia de aviones A320, solicitando medidas de precaución inmediatas a los operadores, lo que afectó a casi 6.000 aeronaves.
Implementación del parche
El 28 de noviembre, Airbus emitió la alerta técnica AOT A27N022-25, y EASA publicó una directiva de emergencia con entrada en vigor la noche del 29 de noviembre. La instrucción establecía que los A320 equipados con la versión L104 no podían operar vuelos comerciales.
Ningún A320 equipado con la versión L104 podrá volver a operar vuelos comerciales sin la actualización o, en su defecto, el retorno temporal a la versión anterior certificada
Las aerolíneas aplicaron la actualización en tierra, en muchos casos entre vuelos programados. Según datos facilitados por aerolíneas y talleres de mantenimiento, en menos de 72 horas más del 95 % de la flota afectada ha incorporado el software corregido y ha regresado a su operación normal.
La interrupción operativa fue limitada y no generó cancelaciones significativas en la mayoría de los aeropuertos.
El contraste con Boeing
La rápida respuesta técnica y regulatoria en torno al incidente de Airbus lleva a mirar a la actuación que llevó a cabo el otro gigante de la aviación mundial: Boeing. En 2025, el fabricante estadounidense continúa operando bajo restricciones de la FAA vinculadas al 737 MAX, derivadas de los accidentes de 2018 -el vuelo de Lion Air de Yakarta a Pangkal Pinang, que dejó 189 víctimas- y 2019 -el vuelo de Ethiopian Airlines con destino a Nairobi, en el que fallecieron 157 personas-, así como de las posteriores revisiones de calidad y procesos de producción.
Mientras que Airbus resolvió el fallo del software en cuestión de días, Boeing mantiene limitaciones de ritmo de fabricación, procesos adicionales de inspección y una reputación aún en reconstrucción.
El incidente del A320 no ha alterado la posición de Airbus como líder tecnológico y comercial. Pero sí es un recordatorio de que ningún fabricante es infalible. La compañía europea ha salido reforzada; su respuesta es considerada por expertos como un ejemplo de cultura de seguridad madura, humilde y plenamente operativa.


