El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado un paso significativo en el ámbito tecnológico al firmar una orden ejecutiva dirigida a contrarrestar lo que considera regulaciones «excesivas» en el campo de la inteligencia artificial (IA) por parte de los Estados. Esta decisión refleja su preocupación por leyes que, según él, obligan a las empresas a incorporar «sesgos ideológicos».
La libertad de innovación frente a la regulación estatal
La orden ejecutiva está firmemente enfocada en garantizar que las empresas estadounidenses de inteligencia artificial tengan la libertad de innovar sin restricciones regulatorias innecesarias. Tal como se expresa en el documento, «Para ganar, las empresas estadounidenses de IA deben tener la libertad de innovar sin una regulación engorrosa». El texto critica las legislaciones estatales cada vez más enfocadas en permitir que las entidades incorporen sesgos ideológicos en sus modelos de IA.
Normas nacionales frente a legislación estatal
Particularmente, se hace mención a una ley en el estado de Colorado que busca prevenir «trato o impacto diferenciado» en grupos vulnerables, una medida que no es del agrado de la Administración Trump. Otros estados como California, Utah y Texas también han implementado regulaciones específicas sobre inteligencia artificial en el sector privado, lo cual ha sido objeto de escrutinio en este reciente anuncio presidencial.
La Administración Trump «debe colaborar con el Congreso para garantizar que exista una norma nacional mínimamente gravosa, no 50 normas estatales discordantes»
Para avanzar en esta visión, Trump ha solicitado a la fiscal general Pam Bondi que lidere un grupo de trabajo dedicado a desafiar aquellas leyes estatales sobre IA que no se alineen con estas nuevas directrices federales. Este desarrollo forma parte de un esfuerzo más amplio por «mantener y fortalecer el dominio global de la IA mediante un marco de políticas nacionales mínimamente oneroso».
