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Las negociaciones sobre Ucrania entran en fase decisiva mientras Europa 'monetiza' los activos rusos

Las negociaciones sobre Ucrania entran en una fase decisiva, con avances diplomáticos limitados y un creciente peso de la presión financiera europea sobre Rusia

Por Marta Díaz de Santos

La diplomacia alrededor de la guerra en Ucrania vuelve a moverse con más intensidad que en meses, pero lo hace con una característica clave para el lector económico. Ahora, la negociación militar y territorial avanza en paralelo a un rediseño financiero de gran escala, con la Unión Europea intentando convertir activos rusos inmovilizados en un "puente" de financiación para Kyiv y, a la vez, sentar las bases jurídicas de futuras reparaciones.

El punto de partida político lo marcó el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, al afirmar que las propuestas de paz están "casi listas" y podrían presentarse a Rusia en cuestión de días, tras conversaciones con responsables estadounidenses y europeos. Pero el mensaje lleva asterisco porque Rusia no ha participado en esas reuniones recientes y el mayor obstáculo sigue siendo el mismo, el de territorio y garantías de seguridad.

En la arquitectura que se discute hay un intento de "cuadratura del círculo" que consiste en ofrecer a Ucrania garantías de seguridad más sólidas sin conceder formalmente la entrada inmediata en la OTAN; y al mismo tiempo explorar fórmulas para que la disputa territorial no bloquee todo el acuerdo. En la práctica, esto se traduce en que la mayor parte del texto estaría bastante avanzada, pero lo territorial permanece "doloroso" y sin cerrar, especialmente en el Donbás.

Ahí entra la dimensión europea. En encuentros recientes, líderes europeos han defendido que cualquier salida sostenible requiere garantías "robustas" y han puesto sobre la mesa una fuerza multinacional liderada por Europa como parte de esas garantías, una idea que busca disuadir futuras ofensivas sin depender exclusivamente de un paraguas OTAN pleno. Este debate no es solo geopolítico ya que también condiciona el apetito inversor, la prima de riesgo regional y el horizonte de reconstrucción.

Pero si hay un eje claramente "de revista económica" es el segundo: cómo financiar a Ucrania ahora y cómo anclar, jurídicamente, la factura de la guerra a Rusia. Precisamente ayer, 16 de diciembre, Europa formalizó el lanzamiento de una Comisión Internacional de Reclamaciones (International Claims Commission for Ukraine) en La Haya, destinada a evaluar y dictaminar reclamaciones por daños derivados de la invasión. Reuters recoge que ya hay decenas de miles de reclamaciones y que el mecanismo aspira a canalizar compensaciones futuras; aunque subraya que la reparación no es inmediata ni está garantizada, porque depende de correlación política y legal futura.

Esa comisión conecta directamente con la gran discusión financiera en Bruselas: el uso de activos del banco central ruso inmovilizados en Europa. En estos días, la UE se encamina a decisiones para mantener congelados a largo plazo esos activos, evitando la renovación periódica, y, sobre esa base, estructurar un esquema de apoyo a Ucrania.

La clave es que la UE explora fórmulas para convertir el “cash” y los rendimientos asociados a esos activos inmovilizados en financiación para Kyiv sin llegar (por ahora) a una confiscación directa, moviéndose en un terreno legal delicado. Un indicador de ese riesgo es la reacción del mercado: Fitch colocó a Euroclear Bank, infraestructura crítica donde se custodia una parte sustancial de esos activos inmovilizados, en rating watch negative por los riesgos legales y de liquidez ligados a los planes europeos. Dicho en lenguaje financiero: la diplomacia está afectando a la arquitectura de custodia, la gestión de colateral y el riesgo regulatorio de un actor sistémico.

Este "brazo financiero" no es accesorio a la negociación política, sino que funciona como palanca. Cuanto más creíble sea el flujo de apoyo a Ucrania (para sostener presupuesto, defensa y servicios), más margen tiene Kyiv para negociar sin colapso fiscal; y cuanto más creíble sea un mecanismo de reclamaciones, más presión se introduce sobre Rusia en el largo plazo. A la vez, los europeos intentan minimizar un efecto colateral: que el precedente erosione la confianza en jurisdicciones europeas como plazas de custodia “neutrales” para reservas soberanas.

¿Dónde está ahora el termómetro? En dos fechas. Por un lado, la ventana "de días" que Zelenski plantea para elevar propuestas al Kremlin (sin participación rusa previa en esos encuentros recientes); y por otro, las decisiones europeas de esta semana sobre el congelamiento prolongado y los instrumentos de financiación vinculados a esos activos, que pueden reforzar o complicar el tablero.

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