Con tan solo 35 años, Juan Ramón Rallo se ha convertido en uno de los economistas más interesantes del panorama nacional. Su aparición frecuente en tertulias televisivas y en medios online le ha dado pie para explicar una visión liberal atractiva en muchos terrenos. También la divulga a través de libros como el que ha publicado recientemente, Liberalismo: los diez principios básicos del orden político liberal, editado por Deusto. Es nada menos que el noveno libro de este experto, que nos apunta en la siguiente entrevista diversos aspectos en los que nuestro país podría mejorar sustancialmente.
¿Nos da miedo la libertad en España?
La libertad, en la medida en que implica responsabilidad, puede dar miedo. Entiendo que haya gente que renuncie a esferas de libertad para tener menos responsabilidad. Eso es plenamente legítimo dentro de un sistema liberal. Un trabajador puede renunciar a formar una empresa: a cambio de que me den el modelo de negocio hecho, a cambio de esa menor libertad organizativa, tengo menor responsabilidad. Creo que menor libertad por menor responsabilidad se puede aceptar. El problema es imponernos a todos una determinada combinación de libertad y responsabilidad: os restrinjo las libertades a todos para que seáis menos responsables. Puede haber gente que esté a gusto en esa situación, y gente que no lo esté. En el mercado laboral hay personas que están a gusto con una hiperprotección; sobre todo, si salen beneficiadas porque no les pueden despedir bajo ninguna circunstancia. Eso dificulta que otros puedan ser contratados, pero a ellos les beneficia que se mantenga el régimen actual. Lo que ahí reivindica el liberalismo es que ellos no tienen más derechos que otros, sino los mismos. Si tienen un régimen distinto, eso se llama privilegio, y contra ello carga el liberalismo.
¿Seguimos tendiendo a que nos lo solucionen todo, como en tiempos anteriores?
Dentro del ser humano está la tendencia a buscar seguridad renunciando a libertad. Es evidente que el Estado te quita muchas libertades, pero también te garantiza ciertas cuestiones. El problema es que te las garantiza conculcando las libertades de otros. Si no las conculcara… En un seguro te pago a cambio de que me blindes frente a algo: es una transacción lógica. Cuando te garantizan cosas a cambio de otros, estás parasitando a otros. La cuestión es que no quiero ver que estoy parasitando a otros, y lo visto de cierta justificación intelectual que apela al bien común como justificación de mis intereses personales. De eso hay mucho. En lugar de decir ‘yo no quiero que cambie la legislación laboral porque tengo un dineral devengado por la indemnización por despido, y eso dificulta que me despidan’, aún cuando esto esté expulsando del mercado laboral a otros, digo que, si hay libertad laboral, todos seremos explotados, incluso los que están en el paro y, por tanto, también estoy luchando por sus intereses. O en el sistema de pensiones: cuando los pensionistas reclaman que se suban las pensiones, sostienen que están luchando por las de las generaciones venideras, cuando realmente quieren más pensiones a costa de las generaciones presentes y venideras. Siempre hay que vestir tus intereses frente a un interés general que en realidad no existe.
¿Dónde ve los principales frenos a la libertad económica en España?
En España falta muchísima libertad económica; falta desde un punto de vista institucional: de respetar las reglas de juego que existen. Ese es el caso de corrupción más visible y más obscena. Que no se respete la ley; que se fuerce para obtener prebendas. También existe un plano de corrupción menos visible: cuando la ley se manufactura para que se ajuste a tus intereses. No incumples la ley, pero ya se ha diseñado para privilegiarte a costa de otros. Hay mucho de ese mercantilismo corrupto y corruptor en España. Hay élites extractivas, pero también hay plebes extractivas: grandes empresas que se coaligan con el poder político para obtener privilegios, y grupos, como los taxistas, que también lo hacen. De eso hay mucho, y es una barrera fuerte a la competencia, a la libertad de entrada y a la autorrealización profesional. Luego, hay problemas de regulación específica en muchos sectores que parten de lo anterior. Existe una injerencia directa del Estado en muchísimos frentes. El frente fiscal es obvio: no se puede disponer plenamente del fruto de nuestro trabajo, de nuestra empresa o de nuestro ahorro, lo cual distorsiona todos los incentivos existentes a la hora de cuánto trabajar, ahorrar, emprender o invertir. Además hay sectores clave para la economía como la educación. Estamos viviendo un cambio tecnológico brutal que requiere de la adaptación del capital humano a las nuevas circunstancias, y el mecanismo económico-social que tenemos para efectuar esa transformación es un sistema copado por el Estado: en la medida en que el Estado lo haga mal, o no deje entrar a otros que podrían hacerlo mejor, tiene una incidencia clara sobre la libertad económica. También las pensiones. El sistema que transforma prioritariamente ahorro en inversión está copado por el poder político, y además transforma ahorro en consumo. Hay muchísimo terreno para avanzar en libertad económica en España.
¿Cómo considera que están actuando los agentes implicados: reguladores como la CNMC, políticos o medios de comunicación?
La CNMC está poniendo el dedo en la llaga últimamente en bastantes aspectos importantes. Es verdad que a veces tiene un paradigma de la competencia que puede ser bastante restrictivo. Pensemos en las últimas sanciones que han caído a Google en Europa sobre abuso de posición de dominio, aunque no lo estaba haciendo. No lo ha dictado la CNMC, pero forma parte del mismo entramado. En muchos otros casos, la CNMC denuncia situaciones de monopolio u oligopolio a las que el poder político debería dar respuesta. El problema del poder político es que en muchas ocasiones está capturado por las élites empresariales a las que habría que desmontar el chiringuito. Esas élites empresariales también pueden influir en los medios de comunicación para que no se enfatice lo suficiente en combatirles sus privilegios. Los medios de comunicación tendrían que poner más el foco en los problemas de base que en reivindicar que sube el precio de la vivienda y hay especulación, o que hay precariedad porque el empresario es muy malo. Esos problemas de base son que hay intereses en los ayuntamientos y en los propietarios de vivienda para que no se liberalice el suelo y bajen los precios; los problemas de los que están dentro frente a los que están fuera del mercado laboral, o que la electricidad sube en parte por los impuestos y por políticas energéticas mal concebidas, pero también porque no se abre a la competencia la cada vez más pequeña parte del coste de generación: hay una gran cantidad de inversión hidroeléctrica que podría desarrollarse en este país que está paralizada por licencias gubernamentales que a las compañías eléctricas establecidas no interesa que se cuestionen, especialmente si no las controlan ellas. El foco para mejorar la inclusividad del crecimiento económico tendría que ponerse en estas cuestiones y en otras, pero no se pone ahí. Se caricaturiza cómo funciona la economía. Tienden a extenderse visiones y valores sociales que pueden ser muy disfuncionales a largo plazo. Transmiten una idea de cómo funciona la sociedad que no es correcta y puede llevar a políticas más incorrectas todavía.
¿En qué medida los impuestos y el coste de la vida limitan la vida de las familias?
Los impuestos tienen una influencia muy clara sobre la posibilidad de compatibilizar, por unidad familiar, la inserción en el mercado laboral con la vida familiar. La familia es también una unidad de producción: hay que cuidar a los hijos, producir la comida, la vestimenta, gestionar el hogar… Es un trabajo muy exigente que queda dentro del hogar. Si uno de los miembros de la pareja permanece en casa, mientras el otro gana dinero en el sector privado y tiene un sueldo aceptable que le permitiría ganarse la vida y mantener a su familia, viene el sistema fiscal y le cruje a impuestos. Lo lógico sería que la tributación fuera conjunta: que las bases imponibles se fusionaran; si tú ganas 30.000 euros y la pareja está en casa, que ambos tributaran por 15.000 euros. De este modo el tipo marginal sería mucho más bajo (prácticamente no se pagan impuestos por 15.000). Si el que cobra tributa por 30.000 y le crujen a impuestos, ya estás abocando a la otra persona a que tenga que salir al mercado laboral para complementar los ingresos. Hay un espacio bastante grande para modificar el sistema fiscal y favorecer la compatibilización de la vida profesional, con ingresos externos, y la vida familiar, con generación de bienes y servicios dentro de la familia. La situación ahora es: voy a crujirte a impuestos y, con los ingresos que genero, creo una guardería. Deja que, si quiero quedarme en casa con mis hijos, pueda quedarme, y, si quiero mandarlos a una guardería, tenga el dinero para mandarlos donde me parezca oportuno.
¿Cómo ve un liberal la inmigración?
Desde un punto de vista moral, es evidente que los derechos humanos no dependen del lado de la frontera en el que estés. Son universales y son de todos. Imaginemos que me voy de viaje a Marruecos y en el aeropuerto me dicen que no puedo volver. Lo veríamos como un crimen. Ese ejercicio es el que se practica con las las personas que están en Marruecos y no se les deja entrar. Es evidente que no se puede entrar de manera caótica y desordenada: las calles dan lo que dan, las carreteras también, la capacidad de edificios también, aunque se podría cambiar. Si fuera mucha inmigración a Teruel, tendrían que estar encantados ante la idea de que se repoblara la región. Puede haber cierta ordenación, pero no puede ser que el Gobierno diga que no entra nadie, o solo los que él dice. Si alguien tiene un contrato de trabajo y respeta las normas básicas, debería poder entrar. Si alguien quiere venir a vivir, tiene ahorros en su país y desea alquilar un piso aquí, ¿por qué no puede hacerlo? Mientras tenga el piso alquilado, pueda mantenerse y cumpla las normas, ¿por qué no? Este es el principio general. Evidentemente, ante el terrorismo islamista, puede ser bueno extremar los controles para que no se cuelen terroristas. Eso ya es problemática de aplicación. Creo que esa es la política migratoria hacia la que tienen que ir los países desarrollados. Luego está el aspecto económico. Diversas estimaciones de economistas hablan de que la apertura de fronteras puede llevar a duplicar el PIB mundial. Las oportunidades económicas que se están perdiendo son también brutales para nuestro propio bienestar.
¿Qué le parecen las restricciones a la libertad comercial global?
En el caso de Estados Unidos y Trump, hay dos visiones sobre por qué están haciendo lo que hacen. Si se debe a que su déficit comercial es negativo y hay que corregirlo, es un disparate. Es la visión de Peter Navarro, su asesor en materia de comercio. Hay otra interpretación, que es la que Trump sugiere: que la suya es una estrategia negociadora; no sube aranceles para tenerlos altos, sino para que otros los bajen. Si es así, es más discutible. El objetivo último es positivo: que no haya aranceles, que es algo compatible con el liberalismo. La cuestión es si los medios empleados para lograrlo son los estratégicamente adecuados, y si son morales: en cierto modo estás secuestrando a una población o a un sistema empresarial para llevar a cabo tu negociación. Es mucho menos malo el segundo escenario que el primero. Desde el punto de vista liberal, la política comercial es la liberalización global del comercio, incluso unilateralmente. Si los otros tienen aranceles, no es una excusa para que tú los tengas. Liberaliza, porque podrás comprar los productos extranjeros más baratos que si los produces dentro. Si los demás no ponen aranceles, mejor; pero es mejor tú sin aranceles y los demás con aranceles que tú con aranceles y los demás también.
Pensando en el futuro, ¿ve a China promoviendo un comercio liberal global?
No soy especialista en China. Mi comentario es por impresiones. Su sistema acepta la libertad instrumentalmente. No hay una verdadera raíz de pensamiento liberal en China. No es que el Estado chino reconozca que hay derechos humanos inalienables. Simplemente ha visto que es lo que funciona y ha optado por una cierta apertura económica. En el pasado había la teoría de que en China habría una mayor demanda de libertad y democracia conforme el país se fuera desarrollando. Creo que es una visión un tanto ingenua. La gente está dispuesta a una mayor libertad para tener más seguridad o prosperidad. Mientras los chinos perciban que su sistema autocrático y liberal funciona en cuanto les da una prosperidad creciente, no tiene por qué haber una demanda muy intensa de tumbar ese régimen político. En el momento en que China deje de crecer a las tasas actuales o absolutamente, de la misma manera que ha habido contestación social en occidente con los populismos, pueden emerger fuerzas políticas que atribuyan el estancamiento, con razón o sin ella, al régimen político chino. Ahí puede surgir una tensión social que demande más democracia o libertad individual argumentando que con ello China volvería a crecer (puede ser o no), y habrá un contrapeso por parte del poder político que se resistirá a ese cambio. Ahí falta ver si China avanzará hacia más libertad o se encerrará más en sus tendencias autocráticas. Si no creces, y la libertad ni siquiera te sirve instrumentalmente, puedes replegarte y oponerte más al régimen de libertades. China es un problema potencial en la medida en que quiera exportar su modelo político a otros países.
Si cree que en España falta mucho por hacer en el terreno de la libertad económica, imagino que pensará lo mismo sobre la Unión Europea.
Creo que, tal como se está planteando ahora, la Unión Europea es un error. Se propone como unos Estados Unidos de Europa, como una unión política; me parece un error político y económico. Avanzar hacia una centralización de la hacienda europea, hacia eurobonos, etc., creo que no es lo adecuado. El euro es distinto. No lo veo necesariamente una mala idea. Son instituciones distintas. La moneda, por su propia naturaleza, tiende hacia la universalidad. Lo deseable sería que hubiera un único dinero en el mundo y que todos pudieran usar ese medio de intercambio con todo el mundo. Luego, la hacienda depende mucho de la administración que proporciona el servicio, y hay razones para que sean las más cercanas al ciudadano: las más controlables, las más fiscalizables, las que tienen un conocimiento más directo de lo que quiere cada ciudadano. Si lo lógico es que las haciendas sean descentralizadas, no hay que avanzar hacia un monstruo burocrático centralizado, y eso es hacia donde va la Unión Europea, creo que con muchas tensiones políticas. Sería bueno que la UE volviera a su concepción original: una zona de libre comercio, acaso con una moneda unificada, que es la infraestructura que permite ese libre comercio, y poco más; no ir a un ejército, diplomacia, Estado de Bienestar o salario mínimo europeos. Todo eso creo que es bastante negativo. Ojalá no vayamos hacia ello.
¿Por qué el cheque escolar, dar libertad a las familias para que lleven a sus hijos adónde quieran, no se lleva a cabo?
Hay una resistencia clarísima. Hay intereses recubiertos de retórica intelectual para justificar esos intereses. En el caso de la educación, los intereses son de la burocracia educativa, el personal funcionarial, al que el cheque escolar podría suponerle perder su puesto de trabajo. Si hay una escuela pública que pasa a ser una escuela financiada con cheque escolar, no gusta a los padres y se queda sin alumnos, tendrá que cerrar, y esos profesionales tendrán que ser despedidos, como pasa en cualquier parte de la economía. Eso supone una amenaza al estatus laboral actual (“a mí no pueden echarme en la vida, haga lo que haga”), que es muy poco exigente. Un profesor que se haya formado hace veinte años, puede seguir dando exactamente lo mismo. No tiene por qué reciclarse. No digo en su área de conocimiento. Los planes de estudio pueden cambiar. Imaginemos que ya no enseñamos música o conocimiento del medio, sino programación informática. Si eres profesor de música y quieres seguir dando clase, tendrás que aprender otras disciplinas o dedicarte a otras cosas fuera de la educación. Todo eso no gusta a los profesores, y oponen resistencia a cualquier cambio en este sentido. Además hay partidos políticos que cogen estas reivindicaciones, como se vio con las Mareas Verdes, con cambios muchísimo más pequeños que los que se pueden plantear con el cheque escolar. Cogen ese movimiento político y lo instrumentan en su favor generando miedo: dicen que el cheque escolar es el primer paso para que solo los ricos tengan acceso a la educación, etc. Venden ese mensaje; generan miedo para justificar el estatus privilegiado de los otros intereses y no se avanza, porque se entra en la refriega política deshonesta.
¿Cree que las tertulias de televisión contribuyen a que los espectadores se formen una opinión real de lo que pasa?
Son show. Está claro. La cuestión es: ¿son show porque a los medios les interesa, o porque el público sólo va a verlas si tienen ciertos elementos de show? Si es así, entiendo que están adornando el producto para que se pueda vender. Creo que ahí lo importante es que, los que vamos ocasionalmente, aprovechemos la ocasión para transmitir los mensajes que consideramos más acertados y honestos. Entiendo que es más difícil que se salgan del guión los que van habitualmente. A veces se dice: ¿por qué no vuelve La Clave? Tengo mis dudas de que funcionara hoy en día. Ojalá fuera así, pero la forma en que la gente recibe hoy cierta información política y social es a través de este semishow que se forma alrededor de las tertulias. Que el formato sea ese no debería ser obstáculo para que los participantes actúen con la máxima honestidad posible: piensen, rectifiquen… Aunque tengan que interpretar, como en los clubes de debate, puede haber dos posturas, pero hay que hacerlo con datos, rigor… No es incompatible con que el debate sea más vistoso. Es una responsabilidad del profesional. Por estar en muchas tertulias hablando de muchas cosas, muchas veces no se informan de casi nada, y el nivel de profundidad medio sobre la amplitud de asuntos tratados es muy pequeño. En cualquier caso, agradezco tener al menos la oportunidad de transmitir algunos mensajes en una ventana que ve gente; el mío o el de otro, que ha intentado informarse con cierta profundidad de los asuntos tratados.
Entrevista publicada en el número de mayo de 2019 de la Revista Capital.