Javier Pastor lleva tres años en el negocio de las criptomonedas, y admite que sigue siendo un mundo desconocido que causa desconfianza. Él, sin embargo, se ha convertido en un apóstol que cada día habla con entre quince y veinte personas acerca de las maravillas del Bitcoin, la criptomoneda más conocida. Autónomos, empresas o profesionales de diversos sectores le preguntan y muchos de ellos acaban entrando en este mundo a través de su empresa Bit2me. Tan solo tienen que darle su DNI, una fotografía y comprar bitcoins a través de transferencia bancaria o tarjeta de crédito; o adquirirlos con efectivo en 255 tiendas (estancos, locutorios, tiendas de informática) a través de un cupón o un código que queda instalado con una aplicación en el móvil y se convierte en su cuenta bancaria de Bitcoin, perfectamente sujeta a la regulación de blanqueo de dinero.
Tener bitcoins no está a la altura de cualquier bolsillo. El precio de uno estaba en torno a los 9.000 euros a principios de julio (puede verse cómo varía su cotización en la web coinmarketcap.com). Las oscilaciones de su valor son muy fuertes, y pueden dar lugar a obtener fuertes plusvalías. Un bitcoin valía 12 dólares en 2012 y 1.139 dólares dos años después. En 2016 estaba en 202 dólares, el 17 de diciembre de 2017 en 29.750, en julio sobre 9.000 y algunos, como Javier Pastor, piensan que en dos años puede rebasar los 100.000 dólares (unos 91.000 euros). Imagínense lo que pueden ganar si compran barato y venden caro.
También se puede perder, y de ahí el miedo a entrar en este mercado en el que no hay un banco central o un Gobierno que lo regule, o una entidad financiera en la que uno pueda quejarse.
A pesar de estos recelos, Bitcoin cuenta ya con 12 millones de usuarios en todo el mundo. Son pocos, comparados con los más de 7.000 millones de habitantes que vivimos en el planeta. Y sobre todo causan recelo los países en donde están sus principales usuarios: Rusia, China, Argentina y Venezuela. Seguramente habrá intercambiadores muy fiables, pero a algunos les pueden surgir ciertas dudas.
En España, Bit2Me tiene 70.000 usuarios registrados. No todos poseen bitcoins. “En nuestro país pueden tenerlos unas 30.000-35.000 personas”, afirma Pastor. La capitalización global del mercado es de 170.000 millones de dólares en todo el mundo (el 15% del PIB de España), y es una moneda de circulación limitada. Se sabe que el máximo de bitcoins será 21 millones, que se prevé se alcancen en el año 2140. Ya vamos por los 18,3 millones. Los bitcoins son direcciones de correo electrónico. La suma de direcciones significa el circulante total de este dinero digital.
Japón es el único país del mundo que reconoce de momento Bitcoin como moneda de curso legal. Algunos establecimientos la admiten como medio de pago: Decathlon en Francia desde principios de este año; 1.500 restaurantes en Holanda; el Estado de Ohio para el pago de impuestos… “Estoy convencido de que en los próximos años servirá para comprar inmuebles”, afirma Pastor.
Algunos se han hecho millonarios con Bitcoin: Roger Ver, que fue uno de los primeros y acabó creando la nueva moneda Bitcoin Cash; los hermanos Winklevoss, que iban a crear Facebook con Mark Zuckerberg y posteriormente lanzaron su moneda Gemini y se aliaron con JP Morgan... Pero la realidad es que sigue sembrando desconfianza, y que si no se pueden adquirir con esta moneda un número elevado de artículos, su uso e interés se reduce en buena medida a la inversión.
Javier Pastor le ve sin embargo un gran potencial, y está convencido de que va a despegar en los próximos años. “El euro va a perder mucha confianza. Las medidas y soluciones que se están adoptando van a devaluar el poder de compra con esa moneda. También en otras divisas está habiendo una caída espectacular”, sostiene. Por eso “los inversores que compran criptomonedas lo están haciendo en primer lugar por considerarlo un valor refugio. En segundo lugar, su producción es independiente de la volatilidad. No puede ser confiscada, y ese es otro gran valor. Puede ser enviado o utilizado en China o en Alemania sin controles de intermediarios. Cada vez es más interesante para más gente”.
Pastor considera muy atractiva esta posibilidad de utilizar dinero sin intermediación política. Cree que se suele relacionar a Bitcoin con terrorismo o blanqueo de capitales para proteger a los bancos. “No hay una moneda más transparente. Cada transacción realizada se registra automáticamente en 200.000 ordenadores. Si fuera un delincuente, nunca utilizaría Bitcoin para mis transacciones”, indica.
Pastor está tan convencido del presente y futuro de Bitcoin que cobra el 30% de su salario en esta criptomoneda. Aunque le costó entrar en este mundo, asegura que, “cuando investigas, compruebas que tiene un potencial espectacular. Va a ser más disruptivo que Internet”. Percibe que la política está muy atrasada en este terreno. Comprueba que hay mucho desconocimiento cuando le preguntan desde Hacienda cómo se puede fiscalizar este movimiento imposible de fiscalizar. Entiende que los potenciales usuarios se quejen o teman no saber dónde acudir: “Si usas YouTube o Facebook y te fallan, no te quejas a Internet: te quejas a esas empresas. Con Bitcoin ocurre lo mismo”. “Si no sabes custodiar unas claves es como si no supieras guardar un lingote de oro, o lo perdieras”. Pastor es consciente de las aparentes dificultades de este mundo basado en las matemáticas y la criptografía, pero también va viendo la evolución de sus posibilidades: “Los jóvenes ven que podrán enviar dinero por medio de una foto, escaneando un código QR, a Chile o a Marruecos, de persona a persona. ¿Para qué quieren el euro? Hay navegadores en los que te pagan con criptomonedas solo por usarlos y ver su publicidad. Luego puedes cambiar esas criptomonedas por bitcoins. Ethereum, una de las monedas, permite tokenizar activos reales: comprar o vender partes de inmuebles, alquilas y recibes parte del pago por ese inmueble en criptomonedas…”. Como se ve, las posibilidades son abundantes, pero hay que investigar bien el terreno.